Una intensa vida de creaci¨®n y pol¨¦mica

Camilo Jos¨¦ Cela naci¨® en Iria Flavia, muy cerca de Padr¨®n, el 11 de mayo de 1916; por parte paterna su familia era gallega, y por la materna, de origen ingl¨¦s e italiano. Su madre se llamaba Camila Emmanuela Trulock y Bertorini. Su tatarabuelo fue gobernador de Parma y su abuelo Trulock descend¨ªa de una familia pirata. El escritor record¨® siempre su infancia como una ¨¦poca dorada, aunque fue un cr¨ªo de alivio que debi¨® desesperar a sus padres: a los seis a?os fue expulsado de su primer colegio en Vigo por morder el dedo a una monja.

Lo enviaron luego a los jesuitas y tambi¨¦n le echaron. 'Ten¨ªa siete a?os y no sab¨ªa leer ni escribir ni daba mayores s¨ªntomas de que fuera a aprender jam¨¢s. No entraba en clase, me dedicaba a pasear', cont¨® el propio Cela en una entrevista.

Su tatarabuelo fue gobernador de Parma y su abuelo Trulock descend¨ªa de piratas

A los nueve a?os se traslad¨® con su familia a Madrid. Fue a los maristas y a los escolapios y nunca tuvo notas brillantes. Se apunt¨® a la Facultad de Medicina, pero prefer¨ªa ir a las clases de Literatura de Pedro Salinas. Colg¨® la carrera en el primer curso y su padre se empe?¨® en que se preparase para ingresar en Aduanas. Sufri¨® una tuberculosis, que le oblig¨® a guardar reposo en un sanatorio de Navacerrada, y se enganch¨® a la lectura. La guerra civil le pill¨® en Madrid; ten¨ªa 20 a?os y escap¨® en cuanto pudo a la zona nacional. Como dijo ¨¦l, estuvo 'en el glorioso Regimiento 16 Ligero' de A Coru?a.

De esa ¨¦poca es su primer libro, de poemas, Pisando la dudosa luz del d¨ªa, t¨ªtulo que rinde homenaje a G¨®ngora. No lo public¨® hasta 1945.

Acabada la guerra, regres¨® a Madrid. Estudi¨® tres cursos de Derecho, lo dej¨®. Se hizo censor. En una carta fechada 'en el segundo a?o triunfal' se ofreci¨® para delatar a intelectuales sospechosos y parece que cobr¨® un sueldo como censor entre 1941 y 1945. En una entrevista que le hicieron Juan Cueto y Pedro Abad Contreras explic¨® el turbio asunto. 'Yo me met¨ª ah¨ª para comer, claro, para poder tener un m¨ªnimo sueldo, unas 250 o 300 pesetas'. 'Y descubr¨ª que la gente que trabajaba en mi oficina lo que quer¨ªa era censurar los peri¨®dicos pol¨ªticos. Eso era un error tremendo, porque hab¨ªa que implicarse, y desde luego yo no quer¨ªa implicarme en absoluto. A m¨ª me dieron varias revistas, que eleg¨ª yo mismo. Recuerdo que alguna de las que eleg¨ª eran Farmacia Nueva, el Bolet¨ªn de Hu¨¦rfanos de Ferroviarios y El Mensajero del Coraz¨®n de Jes¨²s...'.

La familia de Pascual Duarte (1942) fue una revelaci¨®n. Con La colmena (1951), el censor tuvo problemas con la censura. Fue prohibida en Espa?a y se public¨® en Argentina. Cela escribi¨® La catira, que obtuvo en 1955 el Premio de la Cr¨ªtica, por encargo del Gobierno de Venezuela. Cobr¨® medio mill¨®n de pesetas.

El escritor pas¨® m¨¢s de 30 a?os en Mallorca, entre 1956 y finales del verano de 1989, ¨¦poca que coincidi¨® en gran parte con el estallido de su esplendor creativo y el despegue de su imagen p¨²blica como activista cultural. Estuvo en los inicios de la editorial Alfaguara con su hermano Jorge y alz¨® el estandarte de su c¨¦lebre revista Papeles de Son Armadans, promovi¨® las conversaciones po¨¦ticas de Formentor, se relacion¨® con Joan Mir¨® y Robert Graves, visit¨® a Picasso, informa Andreu Manresa.

Con menos de 40 a?os, Camilo Jos¨¦ Cela, editor y firma de ¨¦xito e influencia al frente de Papeles, estren¨® el papel de autor profesionalizado, de empresa cultural de capital unipersonal o peque?a industria de las letras. En este empe?o cont¨® con asistentes literarios de rango, como Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, Baltasar Porcel o Fernando Corugedo, quien trabaj¨® m¨¢s de tres d¨¦cadas a la sombra del autor.

En 1957 ingresa en la Real Academia Espa?ola (RAE) cuando ten¨ªa 42 a?os.

Cela colabor¨® en numerosas publicaciones. Para EL PA?S escribi¨® columnas, como las que titul¨® El asno de Burid¨¢n o P¨ªldoras desde la tercera edad. En los ¨²ltimos a?os publicaba en Abc.

De su esplendorosa etapa mallorquina surgieron novelas como San Camilo 1936, Oficio de tinieblas 5, Mazurca para dos muertos (Premio Nacional en 1984) o Cristo versus Arizona. Mallorca se acab¨® en 1988. Cela se separ¨® de su mujer de toda la vida, Rosario Conde. Marina Casta?o hab¨ªa entrado en su vida. El divorcio, en 1990, fue traum¨¢tico. El matrimonio ni siquiera quiso entrar junto en el despacho del abogado. Rosario tuvo derecho a la mitad de los bienes de Cela.

En 1989 obtuvo el Premio Nobel, quiz¨¢ el momento de m¨¢ximo esplendor de Cela. Dos a?os antes le hab¨ªan dado el Pr¨ªncipe de Asturias, pero no ten¨ªa el Cervantes, y ah¨ª empezaron a liarse las cosas. Cada a?o se supon¨ªa que se lo iban a dar, pero nada. En 1994, para sorpresa de muchos, se present¨® al Planeta con La cruz de San Andr¨¦s. Y lo gan¨®, claro, como estaba cantado. Se sab¨ªa desde semanas antes que iba a llev¨¢rselo.

Ese mismo a?o dijo, despechado, que el Cervantes era 'un premio cubierto de mierda'. Se lo dieron en 1995, y cuando lo recibi¨®, el 23 de abril de 1996 en Alcal¨¢ de Henares, no quiso acompa?arle ninguno de los autores premiados anteriormente. Pero don Camilo se reconcili¨® con el Cervantes, tanto, que se dej¨® luego los restos para que lo consiguiera, como fuera, su amigo Francisco Umbral.

'Conmigo puede uno discutir o enfadarse, pero nunca aburrirse', dijo en cierta ocasi¨®n. ?Qu¨¦ gran verdad! El escritor tuvo siempre una extra?a habilidad para desatar tormentas. Su Planeta -se dijo que quiso ganarlo porque ¨¦l y Marina necesitaban dinero- se envenen¨® cuando Carmen Formoso le acus¨® de haber plagiado su Carmen, Carmela, Carmi?a, que tambi¨¦n hab¨ªa presentado al premio. La querella fue admitida a tr¨¢mite y el asunto a¨²n colea en los tribunales. Es s¨®lo una de las muchas pol¨¦micas en que se ha visto envuelto el Nobel.

Camilo Jos¨¦ Cela fue siempre un hombre malencarado que a veces pod¨ªa ser simp¨¢tico. Como dijo una vez su agente literaria, Carmen Balcells, 'porfa, no juzguen a los escritores por su comunismo o por su fascismo, por su hermosura o por su gordura. At¨¦nganse al pie de la letra'. Los exabruptos de Cela se los llevar¨¢ el tiempo, pero buena parte de su obra quedar¨¢ para siempre.