Dos universos cinematogr¨¢ficos
El cap¨ªtulo del cine procedente de la literatura de Camilo Jos¨¦ Cela es corto pero magn¨ªfico. De cerca a lejos, se limita a La colmena, que Mario Camus realiz¨® en 1983, y al Pascual Duarte con que Ricardo Franco golpe¨® a la pantalla en 1976. Nada m¨¢s, pero nada menos. Ambas pel¨ªculas est¨¢n hoy m¨¢s vivas que cuando nacieron, y merece la pena reavivar las ascuas que guardan dentro.
En La colmena, Mario Camus nos ofreci¨® (y ah¨ª sigue, intacto) uno de sus recitales de inteligencia cinematogr¨¢fica. Se le alab¨® al nacer la contundencia de la radiograf¨ªa de las interioridades del fresco hist¨®rico que desplegaba, la vastedad y complejidad del entramado coral de su esplendoroso reparto, en el que hab¨ªa destellos de interpretaciones viv¨ªsimas. Pero hay algo m¨¢s en esta pel¨ªcula, que la hace permanecer. Surgi¨® en ella una forma de mirar, a trav¨¦s de la alta precisi¨®n de la mirada de Cela, al mugriento Madrid de la posguerra civil. El costumbrismo madrile?ista salt¨® hecho trizas y dej¨® paso a una captura libre de tipos y paisajes que, procedentes del sainete, fueron reconocidos como propios en el mundo y, lo que es m¨¢s importante, prefijaron estil¨ªsticamente a Los santos inocentes, obra vital del cine espa?ol, inimaginable sin La colmena.
Atm¨®sfera surreal
En el polo estil¨ªstico opuesto, en un ejercicio de cine asc¨¦tico y ensimismado que contrasta, y casi choca, con la expansividad de La colmena, hay que situar al terrible Pascual Duarte de Ricardo Franco. Es un filme cruel, violent¨ªsimo, brutal y casi bestial, envuelto en una desconcertante, viciada atm¨®sfera surreal, que inicialmente me caus¨® irritaci¨®n y que tuve que volver a ver varias veces para acabar tirando del hilo de su compleja y oscura madeja.
La llave de acceso a la visi¨®n de Franco del legendario personaje de Cela, un genial residuo de la mugre de la Espa?a rural, la dio la r¨¦plica de la seca y exacta composici¨®n Jos¨¦ Luis G¨®mez a la visi¨®n dulce de la figura de Pascual Duarte puesta en circulaci¨®n por Gregorio Mara?¨®n, seg¨²n la cual la atrocidad del relato de Cela es s¨®lo aparente, encubre un fondo cristiano humanista y es una caricia literaria poco menos que franciscana. Pero Franco y G¨®mez tiraron del reverso de esa idea y sacaron a la luz la evidencia de que el poderoso relato de Cela obtiene su plena inteligibilidad le¨ªdo as¨ª, en clave de salvaje zumo negro, dando cara a toda su atrocidad. Y el resultado del filme, como el de La colmena, aunque en el polo opuesto, sigue ah¨ª, intacto.
Y es parad¨®jico que, le¨ªdo, Cela, literato puro creador de esos dos universos cinematogr¨¢ficos, no d¨¦ al lector signos visuales ni accesos secuenciales a la imagen, aunque sus dos relatos la rezumen.
Babelia
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