Muere un Nobel
Camilo Jos¨¦ Cela abandona el escenario. Su escritura es fruto de una personalidad arrolladora forjada en una Espa?a dividida, asustada y rota por una guerra civil y un porvenir en el que la pobreza y la picaresca tambi¨¦n eran la sustancia de un ingenio que pas¨® a sus libros, en los que la capacidad de observaci¨®n y un lenguaje implacable le dieron la vuelta a la narrativa espa?ola. Su salida, ayer, del ruedo ib¨¦rico deja un hueco que no se llenar¨¢ f¨¢cilmente.
Cela irrumpi¨® en la novela con una fuerza que removi¨® el ambiente de la ¨¦poca y se dispuso a ser un testigo de Espa?a en la mejor tradici¨®n de los escritores del 98, entre los que frecuent¨® a P¨ªo Baroja con la devoci¨®n de un disc¨ªpulo. Fue tambi¨¦n el continuador de una gran tradici¨®n que en el siglo ¨²ltimo tiene en Valle, Cunqueiro y Torrente las piedras angulares de una literatura que nace en Galicia y hace universal la lengua de Cervantes. Su ¨¦xito tan temprano con La familia de Pascual Duarte le catapult¨® a la fama y a la Academia; una carrera cargada de frutos de su genio -como La colmena o Viaje a la Alcarria- le hizo ganador del Premio Nobel de Literatura en 1989.
En medio de esa vida, en la que tambi¨¦n fue editor, periodista -colabor¨® durante mucho tiempo en este peri¨®dico-, senador real, viajero espa?ol y sin frontera, surgi¨® tambi¨¦n la figura pol¨¦mica que, en el mejor estilo del 98, polemiz¨® contra esto y aquello, a veces de forma arbitraria, pero con toda la fuerza de los contrastes de su personalidad intelectual, literaria y pol¨ªtica, tan conflictiva como el propio pa¨ªs en cuya historia ya est¨¢. Le dio vigor al idioma, del que fue m¨¢ximo estilista, seg¨²n reconocen incluso los que le niegan todo lo dem¨¢s. Estuvo presente en momentos distintos de la vida espa?ola como un creador que ten¨ªa dentro de s¨ª el ansia de vivir por encima de la edad y del tiempo, y as¨ª cabe interpretar su insistencia en polemizar con los que ven¨ªan detr¨¢s, como si ¨¦l quisiera perpetuar su propia juventud en contraste con la de los que le segu¨ªan.
En un periodo esencial de la historia de Espa?a, en los a?os sesenta, abri¨® su revista Papeles de Son Armadans a los exiliados; fue gran amigo de muchos de ellos y nutri¨® esa publicaci¨®n hist¨®rica de los nuevos nombres de la literatura espa?ola; fund¨® Alfaguara -con su hermano, el tambi¨¦n escritor Jorge Cela- y ah¨ª fue asimismo receptivo a los nuevos talentos de la ¨¦poca. Una vida tan rica no pod¨ªa irse sin albergar en su seno el aire de la controversia y la contradicci¨®n; cerrada su biograf¨ªa, es hora de que se decante el genio indudable que encierra su obra. ?l solo era toda una literatura.
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