'Pelear¨¦ hasta donde haga falta por defender los derechos de mi hija'
Camilo Jos¨¦ Cela Conde (Madrid, 1946), catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral en la Universidad de las Islas Baleares, da clases de antropolog¨ªa y es un experto internacional en evoluci¨®n humana. Es el ¨²nico hijo del Nobel fallecido el pasado jueves y padre de su ¨²nica nieta, Camila. Columnista de Diario de Mallorca y del Grupo Prensa Ib¨¦rica, public¨® Cela, mi padre (Temas de Hoy, 1989).
Pregunta. ?Ser hijo ¨²nico de Camilo Jos¨¦ Cela y llevar su mismo nombre es m¨¢s complejo tras su muerte?
Respuesta. Toda mi vida he sido Cela hijo, Cela el mozo o Cela II. Siempre me he resistido a ser el albacea literario. Ahora me encuentro en la encrucijada, o bien peleo por defender lo que yo creo que fue mi padre o lo dejo en manos de otros, probablemente con una idea muy diferente de lo que Camilo Jos¨¦ Cela (CJC) y su obra literaria son. Por respeto a ¨¦l y a mi hija [Camila Cela Marty, ¨²nica nieta del Nobel], bajar¨¦ a la arena y lidiar¨¦.
'Pretendieron impedir que estuviese en el funeral. Mi nombre no estaba en las etiquetas'
'Cela cambi¨® de forma de pensar, de vestir, de comportarse... de amigos, de gustos'
P. ?Pugnar¨¢ contra las versiones ¨²ltimas que se dan del Nobel?
R. Cuando mi padre muri¨®, muri¨® del todo. El de antes y el de ahora. Yo cre¨ªa querer mucho al de antes y no reconocer al ¨²ltimo, pero ahora s¨¦ que me equivocaba; ese CJC que yo conoc¨ª y quise no volvi¨®... Una ingenuidad. A m¨ª me dol¨ªa, mucho, much¨ªsimo, ver c¨®mo se pretend¨ªa convertirle en un pelele para consumo de la prensa del coraz¨®n. No s¨¦, quiz¨¢ era muy rentable. Mi padre no es el de la prensa del coraz¨®n.
P. Critica en parte al personaje mismo, no s¨®lo a su ¨²ltimo entorno.
R. El deber de un hijo es enterrar a su padre, no juzgarlo. Con parecidas palabras lo dice Shakespeare en Julio C¨¦sar. Lo que s¨ª puedo hacer, faltar¨ªa m¨¢s, es juzgar el comportamiento de otros.
P. ?A qui¨¦n alude en esta brega?
R. Sin ir m¨¢s lejos, a los que pretendieron impedir que yo estuviese en el funeral de Iria. Mi nombre no estaba en las etiquetas de los asientos reservados a la familia (el primer bancal). La encargada de protocolo me dijo que se le hab¨ªa ordenado que me echase, porque no ten¨ªa derecho a estar all¨ª.
P. Permaneci¨® en la primera fila en el funeral.
R. Yo estaba dispuesto a quedarme de pie, en el fondo de la iglesia, con la gente de Padr¨®n. Mi mujer, Gis¨¦le, se neg¨® a que me fuese del primer banco. Nos apretamos. Hay que ver la cantidad de gente que le ha salido en la familia a mi padre en los ¨²ltimos a?os. Basta con ver la esquela en la que se anuncia su muerte y el funeral de Madrid. Es raro que no cupiesen mi nombre ni el de mi hija.
P. Nadie le impidi¨® que llevara a hombros el ata¨²d.
R. Hubiese hecho falta mucho m¨¢s que cuatro ministros para imped¨ªrmelo. Es broma. Federico Trillo y Pilar del Castillo fueron muy amables y hasta cari?osos conmigo. S¨®lo escuche una voz llena de rabia que dec¨ªa algo as¨ª: 'Esto estaba organizado de una forma distinta'. Lo que yo quer¨ªa era enterrar a mi padre.
P. ?Cu¨¢ndo le dio el ¨²ltimo abrazo?
R. En Estocolmo, en 1989, cuando recibi¨® el Premio Nobel [le tiembla la voz]. Me parece que fue un abrazo a medias, de verdad. Yo se lo di a ¨¦l pero no estoy seguro de haberlo recibido de vuelta. All¨ª me di cuenta de que CJC se hab¨ªa montado una nueva vida en la que yo sobraba.
P. La separaci¨®n de sus padres abri¨® un abismo entre ustedes.
R. CJC me ense?¨® muchas cosas, entre ellas una importante, la necesidad de la discreci¨®n de los asuntos personales. As¨ª me he tenido que morder la lengua en innumerables ocasiones en estos a?os. No tiene sentido ocultar lo que es vox populi. Tras el divorcio con mi madre [Rosario Conde Picavea], el alejamiento se produjo y yo no lo dese¨¦. Mi deber era apoyar al m¨¢s d¨¦bil, cosa que intent¨¦ con la mayor neutralidad, en un asunto exclusivo de ellos. Fue imposible. En poco tiempo se me hizo sentir un estorbo y un enemigo.
P. ?Para qui¨¦n?
R. Pongamos que para las nuevas amistades de mi padre.
P. El conflicto tuvo un aire de reto judicial, un Cela contra Cela, con demandas civiles entre usted y su padre.
R. No es precisamente as¨ª. Yo demand¨¦ a la Fundaci¨®n CJC porque cre¨ªa tener unos derechos sobre el manuscrito de La familia de Pascual Duarte que me leg¨® Coss¨ªo. Al nacer mi hija Camila, me pareci¨® que ten¨ªa m¨¢s sentido conservarlo para que fuera de ella. El juez entendi¨® que no ten¨ªa raz¨®n y eso es todo.
P. Hubo la disputa sobre el famoso mir¨® apu?alado.
R. Tras aquel episodio del manuscrito, mi padre me reclam¨® la mitad de la propiedad de un cuadro de Joan Mir¨® que me hab¨ªan regalado ¨¦l y mi madre. No s¨¦ por qu¨¦ ser¨ªa pero retir¨® la demanda.
P. El pleito de CJC naci¨® de unas declaraciones suyas en las que criticaba que un Nobel se presentase al Planeta.
R. Dije entonces y mantengo que exist¨ªan maneras m¨¢s dignas de ganarse la vida que presentarse al Planeta siendo premio Nobel. De hecho, el CJC que yo conoc¨ª y trat¨¦ m¨¢s de 40 a?os tambi¨¦n pensaba as¨ª.
P. ?Tanto mud¨® CJC despu¨¦s de los 70 a?os?
R. Cambi¨® de forma de pensar, de forma de vestir, de forma de comportarse... de amigos, de gustos. Qu¨¦ se yo. Pregunte a sus amigos de verdad, de los tiempos duros y dif¨ªciles. De lo que no cambi¨®, por fortuna, es de forma de escribir... Aunque qui¨¦n sabe: he o¨ªdo algunas cosas que dicen que escrib¨ªa y dec¨ªa en los ¨²ltimos a?os, cosas sensibleras. ?l despreciaba antes estas manifestaciones.
P. Alfonso Uss¨ªa, en ABC, le ha acusado casi de beneficiarse econ¨®micamente.
R. Yo ten¨ªa una parte muy grande -casi la mitad- de la sociedad familiar que gestionaba los derechos de autor de mi padre y m¨ªos. Con el divorcio, mi padre me pidi¨® que devolviese las acciones, cosa que hice de inmediato y me qued¨¦ con los derechos de los libros y guiones m¨ªos. Hay un acta notarial de los acuerdos. Si hubiese querido chuparle la sangre, lo hubiese tenido f¨¢cil. Pero tras devolver las acciones de la compa?¨ªa jam¨¢s le ped¨ª un duro a mi padre, ni ¨¦l me lo dio.
P. En el divorcio s¨ª hubo un reparto de gananciales y una pensi¨®n pactada.
R. En los acuerdos econ¨®micos entre ellos, mi madre renunci¨® a sus acciones de la sociedad de derechos a cambio de una pensi¨®n, que, por cierto, hace a?os que no le pasan. Le llega s¨®lo una m¨ªnima parte de lo que le deben. Eso son detalles s¨®rdidos. Aprend¨ª de mi padre, del CJC que recuerdo, el desprecio por el dinero.
P. Usted tambi¨¦n es heredero.
R. Ni idea, ni me preocup¨® nunca la cuesti¨®n de la herencia. Ser¨¢ la primera que recibo, tras otras dos magn¨ªficas: la sangre de mis padres y su educaci¨®n sutil y liberal.
P. Un posible pleito por la herencia se unir¨¢ a la batalla por la imagen del autor.
R. Me pelear¨¦ hasta donde haga falta por defender los derechos de mi hija, que tiene doce a?os y no puede defenderse sola. A m¨ª ese dinero me importa un r¨¢bano. No me devolver¨¢ a mi padre. No me rescatar¨¢ un solo minuto de los que no estuvo a mi lado.
P. Al evocar a su padre, Uss¨ªa le acus¨® de no permitir que su hija viera a su abuelo.
R. No pienso contestar ning¨²n libelo teledirigido que se publique en adelante.
P. ?Dificult¨® usted que Camilo abuelo viera a Camila nieta?
R. Intent¨¦ much¨ªsimas veces que mi hija conociera a su abuelo, incluso en su lecho de muerte. Mis cinco t¨ªos Cela (Maruxa, Ana, Juan Carlos, Jos¨¦ Luis, Jorge) saben cu¨¢ntas veces lo gestion¨¦, sin el menor resultado. Hubo encuentros previstos, anulados a ¨²ltima hora. Una de las cosas que m¨¢s anhelaba Camila ya no la tendr¨¢ nunca.
P. ?Quiere ser usted marqu¨¦s de Iria Flavia?
R. En teor¨ªa pol¨ªtica yo soy republicano de coraz¨®n y de cabeza, aunque me tengo por muy amigo de los Reyes y de sus hijos, sobre todo de los duques de Lugo. En la Espa?a de hoy, un t¨ªtulo concedido -en este caso a un escritor- es mucho m¨¢s que una honra, que una jerarqu¨ªa para disfrute de personajillos impresentables que no saben hacer otras cosas. El Rey honr¨® a un escritor que se llamaba Camilo Jos¨¦ Cela. Si hubiese querido honrar a otros apellidos, lo hubiera hecho.
P. Aceptar¨¢, pues.
R. En el caso de que el t¨ªtulo sea hereditario estoy seguro de que mi deber es que se quede en la familia Cela y no dejar que vaya a la de G¨®mez, o Mart¨ªnez, o P¨¦rez. Si mi hija no lo quiere, ser¨¢ a ella a quien le corresponda en su d¨ªa decidir. Es un caso excepcional de marquesado. El t¨ªtulo m¨¢s honroso y magn¨ªfico de CJC, del que estaba m¨¢s orgulloso, era del de autor y el de acad¨¦mico. No s¨¦ por qu¨¦ su velatorio no estuvo en la Real Academia.
P. ?Un marqu¨¦s republicano?
R. Suena m¨¢s raro que te quieran echar del entierro de tu padre, y eso ha sucedido ya. Soy republicano pero votar¨ªa por don Juan Carlos de presidente. CJC dec¨ªa: '?l sabe estar'.
P. ?Quedar¨¢ bien reflejado Cela en la historia civil y literaria?
R. Hay un riesgo de transmitir un CJC que no es el de verdad. Es de una crueldad y bajezas tremendas porque para m¨ª Cela es el de Jud¨ªos, moros y cristianos, ni Nobel, ni marqu¨¦s ni acad¨¦mico.
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