Dadme un hombre puro
Es ¨¦ste un libro dif¨ªcil de valorar; incluso es dif¨ªcil encontrar un estado de acuerdo en cuanto al valor de Andr¨¦iev -un excelente cuentista que abandon¨® la narraci¨®n para pasar al teatro dram¨¢tico- en la literatura rusa. Se le consider¨® sucesor de Dostoievski y de Gorki y, aunque del primero recuerda su capacidad para agitar las pasiones interiores de los personajes y del segundo su eficaz sentido del realismo, lo cierto es que encontr¨® un lugar propio aunque en un tono menor que el de sus ilustres antecesores.
Sashka Zheguliov es una novela sencilla y equilibrada, que no esconde otro misterio que el propio de todo desarrollo dram¨¢tico. Cuenta la historia de un hombre desde su nacimiento hasta su muerte y se divide en dos partes: Sashka Pogodin, su verdadero nombre, que cubre su vida familiar hasta que abandona la casa materna, y Sashka Zheguliov, que relata su vida de bandido guerrillero hasta el fin de sus d¨ªas. La primera parte tiene una mayor coherencia interna, quiz¨¢ por su mismo desarrollo en el terreno corto de la vida en casa; la segunda, que posee algo de sucesi¨®n de estampas de campo y tipos, fundamenta sobre todo sus escenas en torno a un conflicto que hoy es, adem¨¢s, muy llamativo: el de los iluminados por una causa.
SASHKA ZHEGULIOV
Leonid Andr¨¦iev Traducci¨®n de Nicol¨¢s Tasin Espasa. Madrid, 2001 312 p¨¢ginas. 11,42 euros
En el centro de la novela se
halla, sobre todo, el amor a la tierra nativa como referencia terrena y el anhelo de pureza como exaltaci¨®n del alma. El personaje m¨¢s complejo de esta historia, Kol¨¦snikov, que es quien encarrila el ¨ªmpetu revolucionario del joven Sashka, deja escapar unas afirmaciones decisivas: tras sostener que el martirio no es una diversi¨®n sino un sacrificio, tras gritar: '?Dadme un hombre puro e ir¨¦ con ¨¦l a matar y asesinar! (...) porque un hombre puro puede santificar la muerte y el asesinato', la madre de Sashka le dice que tambi¨¦n los actos deben ser puros y ¨¦l contesta: '?Los actos? Los actos los realizan los hombres...'. No se puede exponer m¨¢s dr¨¢stica ni m¨¢s claramente, en el ideario de un iluminado, la presencia del culto a la muerte ajena y a la inmolaci¨®n propia; de hecho, Kol¨¦snikov llega a decir que 'si un terrorista no es ahorcado, no ha cumplido m¨¢s que la mitad de su misi¨®n, y la mitad peor'.
?ste es el verdadero centro de la novela. De esta manera, la exaltaci¨®n de la tierra nativa -esa Madre Rusia representada en su infancia por el jard¨ªn de su casa- produce un deseo de superaci¨®n de naturaleza m¨ªstica que se resuelve en una entrega a un pueblo oprimido y explotado; pero a medida que la distancia entre la realidad y el deseo se va agrandando, se abre el camino para que la llama revolucionaria y terrorista se convierta en el fuego inmisericorde del bandidaje y el crimen donde todo arde en confusi¨®n. Andr¨¦iev es un pesimista consumado que no ahorra desgracias ni a sus h¨¦roes ni a los figurantes, pero es un buen retratista de tipos y sabe contar con talento. Adem¨¢s, se apoya muy bien en la naturaleza ambiente para agitar y subrayar las emociones de sus personajes: el jard¨ªn, el bosque, el fuego, los cambiantes ruidos del viento, la luz del cielo, los olores vegetales..., son la representaci¨®n de esta tierra madre rondando alrededor de sus hijos, tanto cuando est¨¢n alegres como cuando son desdichados.
Sashka ver¨¢ acercarse el fin
de sus ideales cuando todo se derrumba a su alrededor: entonces asoma su alma de ni?o asustado, comprende de modo intuitivo que ha sustituido a su madre por su ideario y sus compa?eros y, finalmente, no puede evitar que sus pensamientos vuelen a la casa que abandon¨®; pero Andr¨¦iev -la tradici¨®n, en narrativa, sirve para mucho- sabe contar bien: desasido de su anterior vida de familia, tan entregado a su nueva vida como cabe esperar, llegado al punto no de olvidar sino de insensibilizarse a su vida anterior, ser¨¢ en uno de los saqueos a propiedades ajenas donde, de pronto, reconozca en las habitaciones de una hacienda vac¨ªa el estilo, el tono de su propia casa: por ese agujero empieza a colarse y a prepararse lo que ser¨¢, varios cap¨ªtulos despu¨¦s, la quebradura de su m¨ªstica, el reconocimiento tanto del horror como de la imposibilidad de retroceder y el deseo de no morir, todo a la vez; entonces, vuelto a lo humano, el esp¨ªritu se quiebra falto de la llama y los apoyos que lo llevaron hasta all¨ª; por eso quiere volver a ver su casa por ¨²ltima vez. Y el final es realmente perfecto, con la doble escena de los bandidos atados y muertos en actitudes grotescas en p¨²blica exposici¨®n y las mujeres encerradas en casa alej¨¢ndose a su vez de la realidad de la muerte de Sashka para so?ar con su vida en otro lugar.
La misma tierra es sublimada: todo lo que no es sublimable no tiene lugar en la vida del iluminado, que anhela la pureza como m¨¢ximo bien al que el ser humano puede aspirar. Escenas como la del canto de 'mi peque?o serbal', donde consigue mezclar muy bien la melancol¨ªa con la exultaci¨®n, son realmente expresivas. La balalaica que domina todo el cap¨ªtulo tercero de la segunda parte hace entrar con toda eficiencia la imagen de una noche bella conmoviendo hasta las l¨¢grimas a un pu?ado de asesinos; es un cap¨ªtulo ejemplar por la complejidad de matices que logra hacer aflorar bajo su sencilla expresi¨®n. Y es que Andr¨¦iev decanta bien cuando narra; es sencillo, pero no llega a ser simple; ¨¦sa es su gracia.
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