La azarosa vida del palacio de San Telmo
Construcci¨®n y deconstrucci¨®n de un edificio que ha tenido siete grandes reformas desde el siglo XVII al XXI
Cuando un visitante llega a Sevilla le cuentan que el Palacio de San Telmo es el edificio m¨¢s importante de la arquitectura civil del barroco andaluz. La afirmaci¨®n es una verdad a medias que, a fuerza de ser repetida, no hay nadie que la ponga en duda.
La verdad completa es que el edificio, hoy sede de la Presidencia de la Junta de Andaluc¨ªa, cuenta con la portada barroca, el patio central y la Iglesia que proyect¨® el arquitecto Leonardo de Figueroa entre 1722 y 1736; pero el resto de la construcci¨®n es del XIX y del XX. Es decir, que s¨®lo la fachada principal es barroca y que intramuros lo que existe es un laberinto de min¨²sculas habitaciones de mala factura que han ido pisando y ocupando lo que naci¨® como Universidad de Mareantes, fue palacio de los duques de Montpensier y, despu¨¦s, Seminario Pontificio.
El arquitecto Guillermo V¨¢zquez Consuegra (Sevilla, 1945) asumi¨® en 1990 el reto de devolverle su condici¨®n palaciega al edificio para que albergara la sede de la Presidencia del Gobierno andaluz. En 1992, poco antes de la Exposici¨®n Universal de Sevilla, los Reyes inauguraron el proyecto de V¨¢zquez Consuegra, que ocupaba la primera cruj¨ªa y el patio principal, que supone un 20% del total del edificio. Durante una d¨¦cada, en San Telmo han convivido la majestuosidad del sal¨®n del Consejo o de Recepciones con casi 15.000 metros de suelos de terrazo, techos de ca?izo medio ca¨ªdos y desprop¨®sitos arquitect¨®nicos que la Iglesia promovi¨® para aumentar su capacidad cuando era seminario.
El estudio de V¨¢zquez Consuegra acometer¨¢ este oto?o la segunda parte de su proyecto que finalizar¨¢ en 2005 e incluye la creaci¨®n de espacios culturales para uso p¨²blico y de un jard¨ªn en el mismo lugar en el que lo cre¨® el duque de Montpensier seg¨²n el gusto de Versalles. Del antiguo jard¨ªn apenas queda una hilera de cipreses y un gran omb¨² que se integrar¨¢n en el nuevo proyecto paisaj¨ªstico.
Como nunca ha estado abierto al p¨²blico, la mayor¨ªa se ha forjado una imagen id¨ªlica de San Telmo, a semejanza de las ¨¢reas puestas en valor para su uso protocolario y administrativo. A algunos sectores de la ciudad les cuesta descubrir ahora que su maravilloso palacio no tiene nada que ver con esa ilusi¨®n y que lo que todav¨ªa no se ha tocado, despu¨¦s de que el Arzobispado de Sevilla lo cediera a la Junta en 1989, no es m¨¢s que fachada. San Telmo se ha ido adaptando, como un rompecabezas, a los distintos usos que ha tenido desde que Antonio Rodr¨ªguez iniciara su construcci¨®n en 1682 como Colegio Seminario de la Universidad de Mareantes 'para formar en los oficios del mar a los hu¨¦rfanos de la mariner¨ªa'. El solar elegido era una zona pantanosa a las orillas del r¨ªo.
El ambicioso proyecto se hizo a escala de la importancia de Sevilla que, tras la llegada a Am¨¦rica de Col¨®n, se hab¨ªa convertido en la capital del mundo. Era el puerto principal del comercio con las Indias y esa prosperidad del siglo XVI se prolong¨® hasta finales del XVII. La construcci¨®n de la Escuela de Mareantes, promovida por la corona, comenz¨® con un proyecto del arquitecto Antonio Rodr¨ªguez en 1682. Las obras se prolongaron hasta 1696 pero ese a?o se paralizaron sin que el edificio estuviera terminado. 'El proyecto era muy ambicioso, ya que estaba en consonancia con la importancia de la ciudad que ostentaba el monopolio del comercio con Am¨¦rica. El declive de Sevilla como puerta del Viejo Mundo supone un par¨®n en las obras de 26 a?os', explica V¨¢zquez Consuegra.
La llegada de los Figueroa
La segunda fase de las obras se desarrolla entre 1722 y 1736 bajo la direcci¨®n de Leonardo de Figueroa, su hijo Ambrosio y su sobrino Mat¨ªas Jos¨¦. Es en esta ¨¦poca cuando se construye la pieza m¨¢s representativa del edificio: la portada barroca. Mat¨ªas Jos¨¦ la dise?a para que contraste con la sobriedad del resto de la fachada. La obra puede admirarse tan s¨®lo desde 1992, ya que antes estaba pr¨¢cticamente oculta por una hileras de ¨¢rboles de gran follaje.
La puerta principal est¨¢ adornada con 12 figuras aleg¨®ricas al arte de la navegaci¨®n y en ella aparecen los reyes protectores de la ciudad: San Fernando y San Hermenegildo. Los Figueroa construyeron tambi¨¦n el claustro central, la escalera principal y su c¨²pula. La Universidad del Mar cerr¨® en 1847 y el edificio pasa a manos de la familia Montpensier cuando a¨²n no se hab¨ªa construido el proyecto inicial en su totalidad. 'La primera gran adaptaci¨®n para otro uso la realiza el arquitecto municipal Balbino Marr¨®n en 1850, el mismo que dise?¨® la portada del Ayuntamiento de Sevilla. Es ¨¦l quien adecua el edificio al uso palaciego en sucesivas intervenciones hasta 1860', comenta V¨¢zquez Consuegra.
Balbino Marr¨®n crea a la izquierda del claustro central un gran patio y es quien, finalmente, edifica toda la planta del edificio. Han pasado 178 a?os desde que se puso la primera piedra. Los Montpensier vivieron en San Telmo desde 1850 hasta 1897, fecha en la que falleci¨® la infanta de Espa?a Mar¨ªa Luisa Fernanda. Aunque no se trata de un largo periodo, es en este medio siglo cuando el edificio vive sus mejores momentos. El esp¨ªritu inquieto del duque Antonio Mar¨ªa Felipe de Orl¨¦ans convierte su casa en un hervidero de pintores, escultores, artesanos y m¨²sicos.
El duque compra dos fincas colindantes, la del desaparecido convento de San Diego y la llamada huerta de Isabela, y las cerca con una cancela de la fundici¨®n sevillana de Grosso. El mismo modelo que volvi¨® a fundirse en 1990. San Telmo entonces era el centro de un vasto terreno que actualmente ocupa la Avenida de la Palmera, con todos los pabellones de la Exposici¨®n Iberoamericana de 1929 y el Parque de Mar¨ªa Luisa. La fachada Norte, rematada con las esculturas de sevillanos ilustres, obra de Antonio Susillo, la finalizaci¨®n de la torre Norte y la portada del apeadero son testigos de ese esplendor.
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