El profesor que repart¨ªa condones

Pol¨ªticos, padres y la comunidad educativa se han enzarzado esta semana en una pol¨¦mica sobre si un instituto es un buen lugar para instalar m¨¢quinas expendedoras de preservativos. La Generalitat defiende la idea como parte de un programa m¨¢s amplio de prevenci¨®n del sida y de los embarazos no deseados. Pero el Gobierno de CiU no siempre fue tan favorable a abrir la discusi¨®n. Que se lo pregunten a Chimo Fern¨¢ndez de Castro, un profesor sancionado en las d¨¦cadas de 1980 y 1990 por repartir preservativos entre los alumnos. En su curr¨ªculo figuran hasta cinco sanciones por este motivo. Ahora, ya jubilado, asegura: 'Los que me persiguieron por algo tan est¨²pido han acabado d¨¢ndome la raz¨®n'.

'Los que me persiguieron han acabado d¨¢ndome la raz¨®n'

Su historia comienza en Sant Carles de la R¨¤pita (Montsi¨¤). Corr¨ªa el a?o 1980 y, como profesor de ¨¦tica, 'no pod¨ªa entender por qu¨¦ tantas chavalas del instituto quedaban embarazadas'. Chimo, que hab¨ªa realizado un master en sexualidad, no dud¨® en aplicar sus conocimientos en clase, y los problemas no tardaron en llegar. 'El inspector de Ense?anza me dijo que no pod¨ªa hablar de sexo en clase', recuerda. Y a final del curso recibi¨® una notificaci¨®n demoledora: suspensi¨®n de empleo y sueldo. Recurri¨® por la v¨ªa judicial y gan¨®. 'Tuvieron que readmitirme, pero me controlaban y no me sent¨ªa c¨®modo'. As¨ª que se march¨®, primero a Lleida y despu¨¦s a un instituto de formaci¨®n profesional de Olot. Era el a?o 1989 y segu¨ªa empe?ado en hablar de sexualidad sin tab¨²es. Una empresa farmac¨¦utica le facilit¨® una partida de preservativos y los reparti¨® entre el alumnado. 'Les regal¨¦ 2.000, pero lo hice fuera del recinto escolar', recuerda. Eso s¨ª: ante fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n.

Un fabricante de condones le propuso instalar una m¨¢quina expendedora dentro del instituto. 'Nos regalaban la m¨¢quina y nos dejaban los estuches de tres preservativos por cinco duros. Era una ganga', recuerda. Pero el claustro del instituto no debi¨® considerarlo as¨ª, y fue expedientado otra vez: 'Los llev¨¦ a juicio y gan¨¦ de nuevo'. En 1992 recal¨® en la Escola del Treball de Barcelona. Casi todos sus alumnos eran mayores de edad y cre¨ªa que nadie le impedir¨ªa hablar de sexo. El inter¨¦s por sus clases era creciente y un d¨ªa se habl¨® de los sex-shops. 'Les dije que estas tiendas tienen referentes que se remontan a la prehistoria, lo que les sorprendi¨® sobremanera. Me pidieron visitar uno', cuenta. Y se fueron al sex-shop. 'Aunque mis alumnos eran mayores de edad, me denunciaron por ?corrupci¨®n de menores!'. Otra vez acab¨® ante un tribunal. De sus cinco casos judiciales, dos fueron archivados y tres los gan¨®. 'Alumnos y padres me apoyaron siempre', dice. 'Algunos profesores, aunque con discreci¨®n, tambi¨¦n lo hicieron'.

Cree que las m¨¢quinas de preservativos no cambiar¨¢n la vida en los institutos y que, en cambio, ayudar¨¢n a educar a los alumnos en algo tan importante como la salud y las relaciones afectivas. Pero su vocaci¨®n provocadora no ha tocado a su fin. Chimo Fern¨¢ndez est¨¢ a punto de publicar una tesis doctoral. El t¨ªtulo habla por s¨ª solo: La sexualidad en la Biblia.