El triste y solitario adi¨®s a Vav¨¢
El ex jugador del Atl¨¦tico, segundo goleador de Brasil y campe¨®n mundial en 1958 y 1962, ha muerto casi en el olvido
En un domingo de cielo claro y clima gris, al mediod¨ªa, unas 200 personas dieron ayer la despedida final a Vav¨¢, un h¨¦roe del f¨²tbol brasile?o en los tiempos en los que la pelota, el c¨¦sped y la creatividad eran caracter¨ªsticas de sus jugadores y sin¨®nimo de belleza y alegr¨ªa. Pero all¨ª, en el cementerio S?o Jo?o Batista, en R¨ªo, apenas se reunieron dos o tres viejas glorias, se?ores de aspecto humilde y digno, sin ning¨²n vestigio del lujo ni de la ostentaci¨®n de sus sucesores. Y s¨®lo un dirigente de la Confederaci¨®n Brasile?a se present¨®. Incluso el uniforme puesto a ¨²ltima hora sobre el ata¨²d supuso un homenaje equivocado: era el de la selecci¨®n de 1982. Vav¨¢ fue dos veces campe¨®n mundial, pero en 1958 y 1962. Si todo eso es un reflejo de la poca memoria que los ¨ªdolos del pasado merecen, hubo un dato complementario que simboliza los cambios: su fam¨ªlia pidi¨® a los amigos que no se quedaran al velatorio nocturno. Y es que el m¨¢s tradicional camposanto est¨¢ junto a una favela y son constantes los asaltos a quienes velan a sus muertos.
Poca gente sabr¨ªa situar a Edvaldo Izidio Netto, nacido en el estado de Pernambuco en 1934. Pero poca, poqu¨ªsima, podr¨ªa negar a Vav¨¢ la gloria. Su apodo de la infancia siempre ser¨¢ recordado. No tuvo la luminosidad genial de Garrincha, la elegancia eficaz de Did¨ª, el juego divino de Pel¨¦... Su tarea fue siempre completar lo que los genios creaban en aquellos a?os de oro. Valiente, con un sentido ¨²nico de la oportunidad, se consagr¨® como El Le¨®n de la Copa en 1958 y 1962. No fue elegante, pero s¨ª eficiente. Dio dignidad al deporte.
Vav¨¢ ha sido el ¨²nico jugador en la historia de los Mundiales en marcar en dos finales victoriosas. Su trayectoria gan¨® impulso a su llegada a R¨ªo, en 1952, para jugar en el Vasco da Gama. Tres a?os despu¨¦s integraba ya la selecci¨®n. Entre 1955 y 1964 disput¨® 23 partidos con ella y logr¨® 14 tantos. Era r¨¢pido, preciso y, sobre todo, osado. No le tem¨ªa a nadie en la cancha. Fuera de ella era un hombre de sonrisa ancha y buen humor carente de cualquier vanidad.
A la cita de Suecia 58 lleg¨® en el banquillo. Pero sus compa?eros presionaron para que fuera titular. Desde entonces jam¨¢s perdi¨® el puesto. La l¨ªnea ofensiva de Garrincha, Did¨ª, Vav¨¢, Pel¨¦ y Zagallo es una constelaci¨®n inolvidable, irrepetible e insuperable.
Luego de la conquista del primer t¨ªtulo mundial por parte de Brasil, Vav¨¢ fue transferido al Atl¨¦tico de Madrid. Uno de los primeros brasile?os en el f¨²tbol europeo en una ¨¦poca en la que se ganaba poco dinero, pero se jugaba de maravilla. En 1961 retorn¨® al Palmeiras, de S?o Paulo, a tiempo de ser convocado para la selecci¨®n y tornarse en Chile 62 bicampe¨®n.
M¨¢s tarde, tras abandonar el f¨²tbol en 1969, a los 35 a?os, uno menos de los que Romario tiene hoy, intent¨® una frustrada carrera de entrenador que le llev¨® a Portugal, M¨¦xico, Arabia Saud¨ª y Espa?a. Tres de sus cuatro hijos nacieron fuera de Brasil. Pero ninguno de esos trabajos fue suficiente para evitarle enfrentarse a dificultades financieras a lo largo de los ¨²ltimos tiempos.
Hace poco m¨¢s de un a?o, en 2000, sufri¨® una isquemia cerebral y ya no pudo trabajar. Se quejaba de que el pa¨ªs al que hab¨ªa ayudado a ser dos veces campe¨®n del mundo -s¨®lo Pel¨¦ marc¨® m¨¢s goles que ¨¦l- le hab¨ªa abandonado. En 1998 el Vasco da Gama celebr¨® su primer centenario y no le invit¨® a la fiesta. Sin embargo, en los ¨²ltimos meses el club pagaba sus gastos m¨¦dicos.
En mayo de 2001, cuando muri¨® uno de los mayores de todos los tiempos, Did¨ª, un hombre envejecido pas¨® todo el tiempo al lado del f¨¦retro en una silla de ruedas. Fue quien m¨¢s llor¨®. Era su viejo compa?ero y amigo, Vav¨¢.
La verdad es que all¨ª Vav¨¢ empez¨® a despedirse de todo. Quiz¨¢ antecipando un entierro, el suyo, de poca gente y un velatorio en el que su propia familia pedir¨ªa a los amigos que no se quedaran por la noche por eso de los asaltos. La suya fue algo as¨ª como una memoria robada, algo as¨ª.
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