?Solidariqu¨¦?
Las im¨¢genes de las lapidaciones a mujeres son suficientemente expresivas por s¨ª solas, no necesitan comentario alguno. El caso es que tengo el correo electr¨®nico del presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, donde se dan lugar las salvajes lapidaciones, y es el siguiente: president.abasanja@nigeriagov.org ?No se animan? En todo caso, a veces dudo de la efectividad de subrayar las obviedades, y de explicarle a un hombre, presidente de una naci¨®n, que las lapidaciones est¨¢n mal. ?Ustedes creen que un correo electr¨®nico enviado al presidente de Nigeria puede hacerle cambiar de opini¨®n? Es como decir que un verso puede cambiar el mundo. No nos pongamos rom¨¢nticos, lo que en realidad har¨ªa cambiar al presidente Obasanjo en el tema de las lapidaciones ser¨ªa una buena dosis de presi¨®n internacional.
En todo caso, en nuestra voluntariosa inocencia pensamos que cualquier cosa que se haga es buena, y que los correos electr¨®nicos podr¨ªan impresionar a obasanja. Al fin y al cabo, yo le mand¨¦ un correo electr¨®nico que rezaba, en letras may¨²sculas: 'Mr. President: Stop the barbarian lapidations' -n¨®tese mi pobreza de medios en ingl¨¦s- y despu¨¦s de enviarlo sent¨ª un poco de verg¨¹enza, tal vez por la mediocridad del mensaje, que imagin¨¦ estar¨ªa leyendo un negro trajeado en un despacho con vistas a la sabana y con un fondo de tam-tam. Seguramente el tipo trajeado -?Obasanjo, supongo?- necesitar¨ªa de una explicaci¨®n m¨¢s convincente que yo s¨®lo pod¨ªa darle utilizando la lengua francesa, diplom¨¢tica por excelencia, algo, como por ejemplo: 'Mr. le Pr¨¦sident: Arretez les lapidations qui sont la honte de votre pais. ?On ne vous a jamais parl¨¦ des droits humains?', pero la verdad es que me sonaba un poco cursi, tal vez demasiado blando, demasiado educado. Adem¨¢s, era muy dif¨ªcil dirigirse a Obasanjo sin que diera la impresi¨®n de que estabas hablando con un imb¨¦cil o de que el imb¨¦cil eras t¨² mismo. Pens¨¦ que ten¨ªa que haber especialistas comprometidos en escribir ese tipo de mensajes: los escritores de consignas solidarias y reivindicaciones justas, un g¨¦nero literario como otro cualquiera. Ten¨ªa que haber alguien que le dijese a Obasanjo un par de palabras. Yo, pese a mis intentos, no lograba llegar al tono de la m¨¢xima exigencia expresiva.
Obasanjo, supon¨ªa, se estar¨ªa poniendo tibio de mandar mensajes a la papelera de reciclaje, mensajes simples como el anterior, cientos de mensajes desechados de otros ingenuos como yo, y aunque le llegasen millones de correos electr¨®nicos, seguramente en un ingl¨¦s m¨¢s poderoso que el m¨ªo, ser¨ªan arrojados a la basura. Claro, ni siquiera el propio Obasanjo se encargaba de recoger los mensajes enviados a su correo. Y yo no pod¨ªa dejar de sentir cierta sensaci¨®n de rid¨ªculo, s¨ª, aunque parezca extra?o, me sent¨ªa un mamarracho siendo solidario. Lejos de trivializar con la situaci¨®n de la mujer en espera de ejecuci¨®n, me parec¨ªa una extravagancia mandar un mensaje a Obasanjo. Aqu¨ª llegamos al punto en que se demuestra que para ser solidario hay que perder la verg¨¹enza. Porque la solidaridad es muy caricaturizable.
A todas vistas, para apuntarse a la causa de la fraternidad hay que ser un poco ingenuo y creer que con nuestro peque?o granito de arena lograremos salvar una vida. Se deja de ser solidario por pereza, por falta de fe, por ignorancia y por miedo, en este orden. A menudo las llamadas a la solidaridad parecen infantiles, poco realistas, so?adoras. Es necesario superar el miedo a caer en una gran broma para entretener a los incautos, a convertirse en un tonto metido en una gran farsa que no servir¨¢ para nada. La fraternidad -esa cosa tan hippy- no consiste solamente en encender velitas y cantar el Cumbay¨¢. Ser solidario es una lata porque hay que trabajar, aunque, no obstante, a veces da sus satisfacciones.
Si la mujer no muere lapidada, no voy a cometer la estupidez de creer que ha sido gracias a mi mensaje. Tal vez ni siquiera millones de mensajes decidan la suerte de la nigeriana. No obstante, tengo la sensaci¨®n de que si la mujer no es ejecutada, me sentir¨¦ especialmente feliz y cercano a ella, ser¨¢ como si la conociese de algo, como si existiese un lazo sobrenatural entre ambos. Y todo por un mensaje que Obasanjo nunca leer¨¢.
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