Con acento nativo
En las fotos menos preparadas, Miss Peggy Lee bien hubiera podido pasar por el ama de casa americana ideal, hacendosa durante el d¨ªa pero en perfecto estado de revista a la hora de recibir a su esposo. Su voz, en cambio, defin¨ªa a una mujer de temperamento fuerte, segura de s¨ª misma y capaz de cantar el lado oscuro del blues con descaro nada abatido. Duke Ellington sol¨ªa llamarla La Reina, y ¨¦ste no fue el ¨²nico piropo ilustre que recibi¨® a lo largo de su larga trayectoria. Cant¨® jazz con excelente acento, acept¨® la paradoja de hacer pop alternativo en clave neocl¨¢sica y sobrevivi¨® con elegancia alada a la apabullante supremac¨ªa del rock. Dama nada com¨²n, tambi¨¦n se permiti¨® peque?as excentricidades, como la de recitar en sus conciertos poemas chinos traducidos al ingl¨¦s.
Naci¨® Norma Dolores Egstrom, de padre noruego y madre sueca. Pero el responsable de una radio en Fargo, Dakota, le urgi¨® a buscar un nombre art¨ªstico y, todav¨ªa en edad adolescente, decidi¨® probar suerte en Los ?ngeles. No tard¨® en destacar. Benny Goodman, por entonces considerado rey del swing, le brind¨® el puesto de cantante en su gran orquesta, y la autorizada opini¨®n de Johnny Mercer, aut¨¦ntico sabueso de talentos, complet¨® la operaci¨®n. Ninguno de los dos estaba particularmente cautivado por sus cualidades t¨¦cnicas, s¨®lo discretas, sino por su capacidad para dominar las canciones sin l¨¢tigo ni gestos amenazantes, fuese cual fuera su grado dram¨¢tico o su exigencia expresiva.
Con todo, Lee se encontraba mucho m¨¢s confortable en las piezas de penumbra que en las baladas matinales y melosas, y le iban mejor los acompa?amientos escuetos que los rimbombantes apoyos orquestales. Esas caracter¨ªsticas concurren en dos de sus temas m¨¢s c¨¦lebres en la onda jazz¨ªstica, Black Coffee y Fever. Aunque las cantaba sin despeinar ni uno de sus educad¨ªsimos y rubios cabellos, era capaz de levantar en el oyente un vendaval de pasiones ambiguas y hasta algo inquietantes.
La correspondencia art¨ªstica que manten¨ªa con su audiencia era tan ¨ªntima que parec¨ªa escrita con tinta invisible.
Con cierta frecuencia se la nombr¨® el equivalente femenino de Frank Sinatra y espejo blanco de Billie Holiday, pero ambas comparaciones suenan algo peregrinas. Peggy Lee segu¨ªa su propio c¨®digo est¨¦tico, recto y convencido. En su curr¨ªculo discogr¨¢fico figuran m¨¢s de 650 canciones repartidas a lo largo de casi 60 discos oficiales. En ellos tambi¨¦n hay t¨ªtulos no del todo dignos de su talento. Pero, como todos los artistas may¨²sculos, Lee afrontaba las imposiciones de las modas pasajeras, de los productores y de los empresarios con el mismo esp¨ªritu creativo con que hubiera encarado una decisi¨®n propia.
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