Las propuestas del centro
El Partido Popular ha querido centrar el debate de su congreso en tres asuntos: la sociedad del pleno empleo; las nuevas responsabilidades del Estado al comienzo de este siglo; el patriotismo constitucional. Con la responsabilidad que tiene como el partido que goza del respaldo de la mayor¨ªa de los espa?oles, propone incluir estas tres grandes cuestiones en la agenda del debate p¨²blico nacional. Ve¨¢moslas sucintamente.
Quiz¨¢s parad¨®jicamente para algunos, el Partido Popular se ha convertido en el partido del empleo. Nunca se cre¨® tanto empleo como en los cinco a?os de gobierno del PP. M¨¢s de tres millones y medio de afiliados nuevos a la Seguridad Social supone un cambio radical en la situaci¨®n laboral y social de Espa?a. ?ste es el fen¨®meno que ha transformado m¨¢s sustancialmente a la sociedad espa?ola en estos a?os. Nuestro espectacular acercamiento a la convergencia real con Europa se debe a ¨¦l.
Si hemos podido salir de un largo t¨²nel de desempleo masivo con el que convivi¨® nuestra democracia durante dos d¨¦cadas, podemos proponernos alcanzar en ¨¦sta el pleno empleo. Lo planteamos como objetivo pol¨ªtico central. La m¨¢xima de este enfoque ser¨ªa: todo lo que favorezca el empleo es bueno y hay que adoptarlo; todo lo que lo perjudique, hay que rechazarlo.
Es ¨¦sta una opci¨®n de fondo, radical, si se quiere. Es lo que llamamos alcanzar la sociedad del pleno empleo, porque el pleno empleo con alta tasa de actividad masculina y femenina genera un nuevo tipo de sociedad, diferente a la que hasta ahora hemos vivido. Es un tipo de sociedad al que tenemos que ir prepar¨¢ndonos y que, tambi¨¦n, nos plantea desaf¨ªos de envergadura: la conciliaci¨®n de la vida laboral y familiar, la cuesti¨®n demogr¨¢fica, la integraci¨®n de la poblaci¨®n que va a venir a vivir con nosotros.
Que un partido mayoritario y que tiene las responsabilidades de gobierno asuma este compromiso fundamental en la orientaci¨®n econ¨®mica y social de sus pol¨ªticas no deja de tener consecuencias relevantes. El di¨¢logo, por ejemplo, con los agentes sociales se convierte en un instrumento crucial. Pero, sobre todo, porque el objetivo que se propone a la sociedad espa?ola es un objetivo movilizador, que requiere m¨¢s dinamismo econ¨®mico, m¨¢s innovaci¨®n, mejor educaci¨®n, m¨¢s apertura. En todo ello ha de consistir esta nueva fase modernizadora de la sociedad espa?ola.
El segundo tema que exige un debate a fondo es el que se refiere a las responsabilidades del Estado en las circunstancias que vivimos y que exigen un enfoque innovador. Aqu¨ª tambi¨¦n partimos de un hecho incuestionable: los cinco a?os del gobierno del PP han sido la etapa de m¨¢s intensa construcci¨®n real del Estado de las Autonom¨ªas. El Pacto Auton¨®mico PSOE-PP de l992 se ha llevado pr¨¢cticamente a su culminaci¨®n en estos a?os. Estamos, desde luego, en una etapa nueva del Estado de las Autonom¨ªas: la descentralizaci¨®n pol¨ªtica alcanzada es in¨¦dita en nuestra historia contempor¨¢nea.
Por ello, con la legitimaci¨®n que proporciona haber promovido el decisivo impulso de estos a?os en la construcci¨®n del Estado Auton¨®mico, queremos decir a los espa?oles y a las fuerzas pol¨ªticas que ahora nos corresponde centrar nuestros esfuerzos en hacer que el modelo funcione, y que con ¨¦l podamos proseguir la tarea modernizadora de la sociedad espa?ola.
El 11 de septiembre nos ha hecho ver la importancia de las funciones cl¨¢sicas del Estado: la garant¨ªa de los derechos y libertades, la seguridad, la justicia y la proyecci¨®n exterior en un mundo abierto. Por otra parte, el Estado de las Autonom¨ªas ha supuesto que el grueso de las pol¨ªticas de bienestar est¨¦ asumido por las comunidades aut¨®nomas. Para su eficacia, apoyada por el valor de solidaridad, ahora hay que mejorar todos los mecanismos de coordinaci¨®n y cooperaci¨®n.
Pero, adem¨¢s, ahora nos corresponde impulsar una nueva tarea descentralizadora. Es lo que proponemos como segunda descentralizaci¨®n. Consiste en incrementar las competencias de los municipios. Es cierto que esta propuesta pol¨ªtica puede contar con una actitud reticente de algunos poderes auton¨®micos, que se encuentran muy satisfechos con las tareas que han asumido. Pero es una reforma necesaria, porque no podemos detener la l¨®gica descentralizadora hasta sus consecuencias naturales. Por ello, ser¨ªa enormemente positivo alcanzar un acuerdo de car¨¢cter similar al concluido entre el PP y el PSOE en 1992 y que deber¨ªa abrirse a otras fuerzas pol¨ªticas.
Finalmente, hemos querido plantear a la sociedad espa?ola un debate sereno y amplio sobre El Patriotismo Constitucional. El eco que ya ha suscitado la iniciativa muestra su necesidad y su oportunidad. Tambi¨¦n lo muestra el car¨¢cter y orientaci¨®n de muchas de las reacciones y reflexiones que se han producido a lo largo de estas semanas, que hay que agradecer. Porque qu¨¦ duda cabe que esta iniciativa s¨®lo tiene sentido si sirve para ejercer el di¨¢logo -un di¨¢logo sincero y no exclusivamente pol¨ªtico- sobre una cuesti¨®n que no deb¨ªa ya quedar encerrada en un ba¨²l, que nadie se atreviera a abrir.
La sociedad espa?ola est¨¢ madura para examinar lo que nuestra Carta Magna ha significado para la vida nacional, precisamente para mostrar la fortaleza de los v¨ªnculos que nos unen, que nacen de nuestra realidad hist¨®rica como naci¨®n plural, y que est¨¢n plasmados de modo certero en la Constituci¨®n. Los valores, principios y modelo de Estado que la Constituci¨®n consagra son base de la convivencia y del proyecto com¨²n que debemos ir realizando los espa?oles. Los logros de la Espa?a constitucional en este fecundo periodo hist¨®rico de casi cinco lustros -?qui¨¦n se va a atrever negarlos?- son un s¨®lido punto de partida para cualquier reflexi¨®n sobre nuestro presente y nuestro futuro.
Claro est¨¢ que esta voluntad de di¨¢logo, que pretende reforzar las amplias zonas de encuentro que necesita cualquier convivencia democr¨¢tica, no est¨¢ exenta de riesgos. Porque todav¨ªa persisten en nuestra escena p¨²blica prejuicios que intentan descalificar iniciativas, precisamente las que como ¨¦sta est¨¢n expresamente orientadas al di¨¢logo, por venir sencillamente de donde vienen.
Contando con tales posiciones, que forman parte de nuestro paisaje, hay que insistir, sin embargo, en la necesidad del entendimiento en las cuestiones b¨¢sicas de nuestra convivencia entre las grandes fuerzas pol¨ªticas de Espa?a, justamente a partir -y reconoci¨¦ndolos- de los avances de la Espa?a constitucional. Por citar algunos: hemos elaborado un muy aceptable sistema que garantiza los derechos y libertades; la democracia se ha asentado con elecciones sinceras y que han permitido el turno pac¨ªfico de los partidos; hemos sabido construir una sociedad pr¨®spera y con bienestar; y hemos transformado el Estado dotando a las comunidades aut¨®nomas un alt¨ªsimo nivel de autogobierno.
La conciencia de que estos grandes resultados los hemos hecho entre muchos impide cualquier voluntad -que ser¨ªa tan est¨²pida como est¨¦ril- de apropiarse de la Constituci¨®n y del sentimiento constitucional, as¨ª como de pretender imponer una determinada idea de Espa?a. Y, por el contrario, refuerza la afirmaci¨®n de que todo eso lo tenemos que compartir, sencillamente porque no es de nadie.
Y, por ¨²ltimo, tambi¨¦n de ah¨ª se deriva la posici¨®n pol¨ªtica que da el m¨¢ximo valor a la estabilidad constitucional. Por muchas razones, pero porque con el actual marco de libertad todos -salvo los que con el terror pretenden implantar un orden totalitario- hemos recibido grandes beneficios.
Eugenio Nasarre es coordinador de las ponencias del XIV Congreso del PP.
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