Extra?o y vigoroso 'western'
Siempre, en cada nueva pel¨ªcula que dirige el brit¨¢nico Michael Winterbottom, asoma el rostro algo -un paisaje humano y una manera de mirarlo- no trazado y ni siquiera vislumbrado en su obra precedente. Porque tiene este elegante y singular hombre de cine una m¨¢s que notable capacidad para moverse en lo inexplorado y crear la impresi¨®n de que, aunque ya tiene a sus espaldas ocho largometrajes, hace en cada uno de ellos su primera pel¨ªcula.
Moldea Winterbottom sus trabajos como aventuras in¨¦ditas de la inventiva y se las arregla para fundir sin forzamiento su voluntad de estilo y su pasi¨®n por dar transparencia a lo que narra, de manera que, vista como conjunto, su todav¨ªa peque?a obra abarca ya una gran variedad de materias y de formas. De ah¨ª que, en los abruptos acordes del magn¨ªfico tragedi¨®n rom¨¢ntico de El perd¨®n, no sorprenda el arriesgado salto de Winterbottom desde la encerrona gris del asfalto londinense de Wonderland al v¨¦rtigo blanco de un inmenso valle de las Monta?as Rocosas. Como no choca su brusco deslizamiento desde las sutilezas de la prosa urbana m¨¢s evolucionada del cine europeo a un rescate a manos llenas de la desmelenada ¨¦pica de la fiebre del oro californiana del siglo XIX; ni sorprende su mutaci¨®n desde un exquisito tacto para la pincelada realista al violento brochazo con que est¨¢ dibujada esta temeraria, libre y hermosa incursi¨®n en el inagotable lenguaje del western, aqu¨ª llevado a los confines de su capacidad de desgarro carnal y de expresi¨®n de violencia.
EL PERD?N
Director: Michael Winterbottom. Gui¨®n: Frank Cottrell Boyce. Int¨¦rpretes: Peter Mullan, Nastasja Kinski, Wes Bentley, Milla Jojovich, Sarah Polley, Marie Brassard, Shirley Henderson. Reino Unido, 2001. G¨¦nero: western. Duraci¨®n: 120 minutos.
Es El perd¨®n, apoyada en la novela de Thomas Hardy El alcalde de Casterbridge, un western ins¨®lito, radical y desatado, una mezcla de gran pureza entre vigor ¨¦pico y melodram¨¢tico. Est¨¢ compuesto con extraordinaria audacia formal, pues asume sin temor, frontalmente y sin eludir ni uno solo, los incontables riesgos -y, con ellos, la necesidad de que el relato avance con paso firme sobre la cuerda floja, bajo amenaza de un tropiezo y un rid¨ªculo que jam¨¢s llegan- del viejo follet¨ªn decimon¨®nico sin freno. Porque es El perd¨®n el recuento en carne viva de una tumultuosa riada de sombr¨ªos infortunios trenzados con deslumbradora inteligencia por Winterbottom y sus magos fot¨®grafos y escen¨®grafos, y encarnados por una galer¨ªa de magn¨ªficos rostros, de presencias viv¨ªsimas que rozan lo m¨¢gico y lo insuperable, arrastradas por el tir¨®n exacto, terco e irresistible del gran Peter Mullan.
No hay equivalencias verbales para el vendaval de ingenio visual y de verdad interpretativa con que los art¨ªfices y oficiantes de El perd¨®n hacen de este raro western europeo una pel¨ªcula sin fronteras, ret¨®rica y sin embargo concisa y con olfato para la concreci¨®n, brusca pero jugosa y conmovedora. Cine vivo y noble, gran cine.
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