Brillante entretenimiento
Antes de servir de inspiraci¨®n al escritor Honor¨¦ de Balzac para su siniestro, ubicuo Vautrin, Fran?ois Vidocq realiz¨® en vida una conversi¨®n pasmosa: de soldado encarcelado a jefe de una brigada de polic¨ªas, ex presidiarios como ¨¦l, pasando por esp¨ªa, estafador e instigador de robos varios.
Tan atareada existencia ejerci¨® fascinaci¨®n no s¨®lo en Balzac, sino en otros muchos escritores franceses del siglo XIX. Y ahora, rizando el rizo, es el motor para el deb¨² como director del m¨¢s portentoso creador de efectos visuales del ¨²ltimo cine franc¨¦s: Jean-Christophe Comar, conocido como Pitof, compinche de Jean-Pierre Jeunet (el director de Am¨¦lie) y Marc Caro y, en justa correspondencia, auxiliado por este ¨²ltimo en su ¨®pera prima.
VIDOCQ
Director: Jean-Christophe Comar, Pitof. Int¨¦rpretes: G¨¦rard Depardieu, Gillaume Canet, In¨¦s Sastre, Andr¨¦ Dussollier, Edith Scob, Moussa Maaskri. G¨¦nero: aventuras fant¨¢sticas, Francia, 2001. Duraci¨®n: 100 minutos.
No espere el espectador, empero, un filme biogr¨¢fico: como en el caso de Balzac, de lo que aqu¨ª se trata es de inspirarse en un personaje real, pero para llevarlo a los f¨¦rtiles terrenos de la m¨¢s desatada imaginaci¨®n. Y lo que de tal utilizaci¨®n resulta es una pel¨ªcula astuta, siempre entretenida, especialmente h¨¢bil para disimular sus carencias tras la brillantez de unos efectos digitales que dejan sencillamente con la boca abierta.
As¨ª, el Vidocq que propone Pitof se enfrentar¨¢, en el convulso Par¨ªs de Carlos X, no con enemigos terrenales y poderosos -que tambi¨¦n-, sino con el Misterio, as¨ª, con may¨²sculas: el escurridizo ser de m¨¢scara de cristal que va dejando tras de s¨ª un rastro de asesinatos atroces.
Estimulante
Pasmosa tranquilidad
Lo que la hace apasionante es la pasmosa tranquilidad con que Pitof recurre a la fecunda tradici¨®n de la cultura francesa, desde las referencias m¨¢s populares, como el follet¨ªn o Fantomas, hasta el orientalismo pict¨®rico; desde el expl¨ªcito homenaje al simbolismo y a Gustave Moreau que inunda sus encuadres, hasta coreograf¨ªas que recuerdan, por momentos, al gran Busby Berkeley; incluso escenarios de pesadilla que parecen, otra vez, un homenaje en un filme plagado de ellos, un tributo a las demenciales fantasmagor¨ªas de Piranesi.
Y todo ello sin olvidar lo esencial: una construcci¨®n de personajes, que no meros arquetipos; una trama que asegura goce constante, una riqueza visual que no ser¨¢ nueva para quienes amen pel¨ªculas como Delicatessen, Am¨¦lie o La ciudad de los ni?os perdidos..., o, lo que es lo mismo, una respuesta inteligente y creativa, desde Europa, al mec¨¢nico entretenimiento americano.
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