Vivan los quintos
Trazadas con burdos chafarrinones de brea y m¨¢s tarde con sprays multicolores, las pintadas de los quintos, mozos de reemplazo convocados a filas, embadurnaron durante largos a?os los muros de calles y plazas en pueblos, aldeas y ciudades provincianas, renovando cada a?o su cifra, que no su letra ni su arte. El servicio militar obligatorio era, sobre todo en las sociedades rurales, el rito de iniciaci¨®n en la etapa adulta, el equivalente a las danzas guerreras y a las cacer¨ªas de leones de ciertas tribus africanas.
Mediados los a?os setenta del pasado siglo, los vivas rituales de los quintos empezar¨ªan a compartir espacio en los muros con pintadas de signo pacifista a favor de la insumisi¨®n. 'Vivan los insumisos del 92', rezaba una de ellas sobre la pared encalada de una casa rural a las afueras de un pueblo manchego.
Desaparecieron los quintos con la supresi¨®n del servicio militar obligatorio, pero a¨²n quedan y todav¨ªa nacen nuevas inscripciones por la liberaci¨®n de los insumisos que cumplen condena por un presunto delito, definitivamente borrado del c¨®digo. Pueden estar tranquilas las autoridades militares, pues estos presos nunca ser¨¢n reincidentes y se reinsertar¨¢n con facilidad en esa sociedad civil que tanto se resist¨ªan a abandonar. Extinguido el quinto, la quinta sobrevive para definir a grupos de j¨®venes coet¨¢neos o casi coet¨¢neos, unidos para reemplazar en cualquier momento a sus mayores, en los terrenos de juego, del f¨²tbol (quinta del Buitre) o de la pol¨ªtica (quinta de Becerril). Becerril de la Sierra, de la sierra del Guadarrama, hospitalario pueblo que acoge tradicionalmente a miles de veraneantes madrile?os y urbanitas, es el Camelot de los j¨®venes e inquietos paladines de nueva generaci¨®n del Partido Popular. Sentados alrededor de la mesa, tabla redonda, a los postres de sus cenas fraternales dialogaban y dialogan los cofrades hasta la madrugada acerca del Grial del Poder y del camino m¨¢s r¨¢pido para acceder a ¨¦l.
Alejandro Agag, Lancelot demediado, ingresa en el c¨ªrculo m¨¢gico y central, por v¨ªa matrimonial como aspirante a la mano de la hija del jefe, lo que le convierte en miembro privilegiado de la familia pol¨ªtica gobernante, con doble militancia como yerno y como miembro de la ejecutiva del partido. En el ciclo de las leyendas art¨²ricas, Lancelot se debate entre la lealtad al rey, que es adem¨¢s su amigo, y el amor que le inspira su esposa Lady Ginebra. Agag no pretende a Lady Botella, sino a su encantadora hija, y no necesita debatir nada consigo mismo, su camino est¨¢ claro y asciende hacia la cumbre. Otro caballero destacado de la tambi¨¦n llamada quinta del botell¨®n, Adolfo Su¨¢rez Illana, ha subido a¨²n m¨¢s r¨¢pidamente y a similar altura por razones de herencia y de estirpe, con un pedigr¨ª tan breve como deslumbrante que emana del padre, hacedor de transiciones y creador de la receta magistral, piedra filosofal y fundacional del centrismo verdadero.
Si como reza el refr¨¢n, el que a los suyos parece honra merece, ¨¦ste es el caballero m¨¢s honrado del mundo, cl¨®nico en lo f¨ªsico y mim¨¦tico en gesto, peinado y vestimenta, el traje oscuro, sobrio como una armadura, y el nudo ostentoso y grueso de la corbata monocolor pero reluciente y sedosa.
Retratados a la mesa en una instant¨¢nea de peri¨®dico, los baronets de la quinta del biber¨®n, los mozos de reemplazo de 2002, parecen satisfechos con los puestos que les han tocado a algunos de los suyos en el reparto del ¨²ltimo congreso, se sienten bendecidos por Aznar y no aparentan ninguna disposici¨®n para el abordaje a corto plazo.
Pero antes de retirarse a las sombras ermita?as en generoso acto de renuncia, el carism¨¢tico se?or del bigotillo les ha puesto la ¨²ltima y m¨¢s dif¨ªcil de las pruebas, una elecci¨®n, un dilema que tendr¨¢n que resolver si quieren colocarse en el centro de todos los centros, en el epicentro del partido.
Ante la imposibilidad de profesar en el aznarismo, una fe que a estas alturas s¨®lo profesa Lucas, su chevalier servant, los j¨®venes guerreros tendr¨¢n que elegir entre el marianismo y el ratismo, el orejismo mayoritario, el arenismo o el acebismo emergente sabiendo de antemano que s¨®lo una de las v¨ªas es la verdadera. ?Suerte!
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