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Los mismos motivos por los que a?oro mi tierra son los que me impiden amarla sin lanzar al mismo tiempo un reproche. Apenas consigo entender que un lugar tan bello sea al mismo tiempo tan indolente. Andaluc¨ªa se recrea en su propia y singular cultura de la vida para echarse despu¨¦s a dormir. Mi tierra somnolienta apenas acepta los cambios y apenas los promueve, como queriendo permanecer en la eternidad de un instante congelado.
Son precisamente las virtudes que se aprecian en la distancia las que en s¨ª mismas encierran sus propios defectos. Defectos que se traducen en una mentalidad de mantenimiento y no de progreso, de supervivencia y no de prosperidad.
Me vi obligado a marchar porque no obtuve las oportunidades que necesitaba, debiendo adaptarme al ritmo abusivo de lugares donde quiz¨¢ nunca se conoci¨® otra forma de vida a la que yo s¨ª tuve acceso. Precisamente por conocer ambos lados de la moneda de la vida es por lo que intento encontrar un islote intermedio que me permita vivir entre dos tierras sin renunciar a lo que cada una de ellas me aporta. A veces, sin embargo, todo es complicado. El coraz¨®n es de la tierra. La raz¨®n intenta mediar y atraerlo hacia nuevos horizontes, infructuosamente. El coraz¨®n es terco. Es inamovible en su propia estructura. Como Andaluc¨ªa.
Las costas que desde ni?o me acariciaron el rostro con una brisa suave y traviesa; el olor a tierra mojada del campo yermo y salvaje; la tranquilidad tangible de los domingos perezosos y el inefable retrato de ciudades vanidosas regadas por muchos siglos de historia entonan un canto que mi coraz¨®n recibe con alegr¨ªa y pesar a una sola vez, exigi¨¦ndome entonces volver a mis gentes y a mis mundos; recrimin¨¢ndome con violencia la condici¨®n de exiliado que adopt¨¦ voluntariamente. Pero llega un momento en que se detiene y comprende que siempre estar¨¦ unido a mi bella dama durmiente, sin que la distancia sea m¨¢s que un obst¨¢culo material que no penetra en el santuario sagrado de los sentimientos. Y s¨¦ que un d¨ªa volver¨¦, para intentar con mi voz despertar a la dama. Quiz¨¢ entonces muestre al mundo la inigualable hermosura de su mirada.
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