Las libertades en la agenda de la globalizaci¨®n
A partir de hoy se celebran de forma simult¨¢nea, por segundo a?o consecutivo, dos grandes reuniones sobre la globalizaci¨®n: el Foro Econ¨®mico Mundial, que desde 1971 ha tenido lugar en la localidad suiza de Davos (donde Thomas Mann escribi¨® La monta?a m¨¢gica), y que este a?o excepcionalmente se har¨¢ en Nueva York, en solidaridad con los principales afectados de los atentados del 11 de septiembre, y el Foro Social Mundial, en la ciudad brasile?a de Porto Alegre. Hay bastante simbolog¨ªa en esta coincidencia: el congreso de Porto Alegre naci¨® como ant¨ªtesis de Davos y de sus mensajes sobre la globalizaci¨®n feliz, con la intenci¨®n de plantear sus alternativas al mismo tiempo que los del primer foro. Porto Alegre trataba de competir en los diagn¨®sticos y en la atenci¨®n medi¨¢tica, y se puede decir que en buena parte lo ha conseguido a pesar de la disparidad de medios econ¨®micos que hay entre una y otra cumbre. Una, elitista; la otra, popular. Tambi¨¦n antit¨¦tico era el lugar de la convocatoria: el Foro Econ¨®mico, en el Norte geopol¨ªtico, sea Davos o Nueva York); el Foro Social, en el Sur, en un lugar experimental por su modo de gobernaci¨®n y de administraci¨®n de las cosas.
Entre ambas reuniones hay pasarelas. No son incompatibles, sino que emiten visiones complementarias de una misma realidad. Por ejemplo, el a?o pasado, y utilizando las principales herramientas tecnol¨®gicas de la globalizaci¨®n -entre ellas, Internet-, se cruzaron mensajes y pol¨¦micas entre algunos de los intervinientes. Recuerdo la figura de George Soros, que, tras haber hecho una buena parte de su fortuna especulando en unos mercados de cambio sin fronteras, planteaba entonces, y seguramente lo sigue haciendo ahora con m¨¢s intensidad, la necesidad de regular los mercados de capitales a trav¨¦s de una tasa Tobin o algo parecido.
Independientemente de los temarios oficiales que se van a abordar en Nueva York y Porto Alegre, y no tan independientemente de los protagonistas de las dos convocatorias (en una, empresarios, banqueros, l¨ªderes de la comunicaci¨®n, sindicalistas instalados, intelectuales org¨¢nicos o interesados en la gobernabilidad de la globalizaci¨®n, jefes de Estado, de Gobierno o ministros de Hacienda, gobernadores de bancos centrales, jefes religiosos y acad¨¦micos varios; en la otra, pol¨ªticos de la izquierda sist¨¦mica o alternativa, ecologistas, oenegeros, representantes de los consumidores, ecologistas, sindicalistas, proteccionistas, anarquistas, etc¨¦tera), es casi seguro que habr¨¢ otros asuntos que atraer¨¢n la atenci¨®n de los participantes.
Las opiniones sobre la marcha de la econom¨ªa mundial y las posibilidades de una recuperaci¨®n r¨¢pida acaparar¨¢n bastante tiempo en Nueva York, porque muchos de los presentes tienen las condiciones necesarias para visualizar antes que el resto, por su situaci¨®n empresarial, la evoluci¨®n de la coyuntura y los ¨ªndices de confianza. Ello no significa que lo que all¨ª se anticipe sea lo que va a ocurrir. En febrero de 1992, por ejemplo, los reunidos en Davos insistieron optimistas sobre la extraordinaria marcha de la econom¨ªa mundial, y apenas tres meses despu¨¦s el mundo entraba en un preocupante enfriamiento. Tampoco fueron capaces de prever la crisis de la nueva econom¨ªa (aquella que dec¨ªa que ya no existen ciclos econ¨®micos) y de las puntocom.
Otra materia de la agenda ser¨¢ la situaci¨®n de Argentina. Domingo Cavallo, gobernador del Banco Central con Carlos Menem, y ministro de Econom¨ªa de Fernando de la R¨²a, fue siempre uno de los favoritos de los de Davos. Y el modelo neoliberal y la convertibilidad del peso con el d¨®lar, que han saltado hechos a?icos por su rigidez en tiempos de recesi¨®n, fueron apoyados con entusiasmo por el hombre de Davos, en la terminolog¨ªa de Hungtinton, cuando la dolarizaci¨®n era una de las banderas de los ortodoxos.
Tambi¨¦n rozar¨¢n, sin duda, la crisis de Enron, cuya proyecci¨®n debe generar una profunda reflexi¨®n sobre los l¨ªmites del capitalismo. La quiebra de la compa?¨ªa el¨¦ctrica norteamericana contiene casi todos los ingredientes del abuso: la liberalizaci¨®n entera de sectores sin la regulaci¨®n necesaria; la informaci¨®n privilegiada que ha hecho salvarse del desastre a muchos miembros de la tecnoestructura de la empresa y arruinado a la mayor parte de sus empleados; el uso de la contabilidad creativa con el fin de enga?ar; y lo m¨¢s importante, las concomitancias c¨®mplices y opacas entre el mundo de la pol¨ªtica y el de los negocios, en una sociedad de beneficios mutuos.
Estas anomal¨ªas del sistema tambi¨¦n ser¨¢n objeto de atenci¨®n cr¨ªtica en Porto Alegre. Pero habr¨¢ otros focos de atenci¨®n: el continuo crecimiento de las desigualdades y de la exclusi¨®n. La globalizaci¨®n realmente existente genera sin duda beneficios muy notables a una parte del planeta, pero margina a otro pedazo muy grande del mismo, que no participa de las ventajas de la mayor comunicaci¨®n e interdependencia. No se atisba ning¨²n dato que haga remitir las brechas existentes (incluida la brecha digital) entre unos y otros, denunciada sistem¨¢ticamente por cualquier tipo de estad¨ªsticas. En este sentido, el que la reuni¨®n se celebre en Am¨¦rica Latina servir¨¢ para preguntarse por qu¨¦ si han hecho los deberes que les impone con habitualidad el FMI o cualquiera de las otras organizaciones multilaterales no han llegado a los ciudadanos los r¨¦ditos del bienestar. Como consecuencia, la zona corre el riesgo de una involuci¨®n pol¨ªtica, adem¨¢s de la recesi¨®n econ¨®mica, una mezcla muy inquietante.
Los partidarios de una globalizaci¨®n alternativa, reunidos en Brasil, habr¨¢n de profundizar en la reflexi¨®n sobre la violencia, que ya estaba presente en sus filas antes del 11 de septiembre. Deben separarse con radicalidad y de modo expl¨ªcito del terrorismo, haciendo suyas las palabras del soci¨®logo alem¨¢n Ulrich Beck: 'Ninguna causa, ning¨²n dios, ninguna idea abstracta puede justificar el atentado terrorista contra el World Trade Center'. Y deben hacerlo no porque sean sospechosos en s¨ª, sino porque puede haber quienes est¨¦n interesados en fabricar chivos expiatorios de una realidad muy peligrosa. Como sucedi¨® en los a?os del macartismo. El intelectual ultraliberal franc¨¦s Jean Fran?ois Revel escrib¨ªa hace unos meses: 'Los primates vociferadores y rompedores de la antiglobalizaci¨®n, desheredados del mao¨ªsmo, se echan en realidad contra EE UU, sin¨®nimo de capitalismo, y esta obsesi¨®n conduce a una verdadera desresponsabilizaci¨®n del mundo'. Pocos d¨ªas despu¨¦s de los atentados, la edici¨®n europea de The Wall
Street Journal publicaba un editorial en el que pronosticaba que est¨¢n doblando las campanas por el movimiento antiglobalizaci¨®n, haciendo un paralelismo entre los fundamentalistas islamistas y los protestatarios de Seattle, ambos grupos sospechosos del mismo menosprecio por la democracia. El editorial, titulado Temblad, oponentes de la globalizaci¨®n, dec¨ªa que del mismo modo que los globof¨®bicos antes estaban en las primeras p¨¢ginas de los medios de comunicaci¨®n, a partir del 11 de septiembre aparecer¨¢n en las 'mazmorras' de los mismos, como todo lo que parec¨ªa capital antes de esa fecha; los manifestantes antiglobalizaci¨®n, dec¨ªa el diario, no pueden ser asimilados a los terroristas, pues su acci¨®n reviste otro grado de intensidad; pero tienen una cosa muy importante en com¨²n: la intolerancia hacia las reglas establecidas de la democracia.
La guerra contra la violencia terrorista puede retrotraernos a la ¨¦poca en que un joven senador de Wisconsin, un tal Joe MacCarthy, fue imprudentemente llevado a las nubes de la popularidad por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n y una parte no desde?able de la prensa. Una publicaci¨®n poco sospechosa de apasionamiento recordaba que 'sus ataques difamatorios contra personas que no eran solamente inocentes, sino tambi¨¦n sin defensa, han dado lugar al t¨¦rmino macartismo'.
El mal llamado movimiento antiglobalizaci¨®n debe concretar sus propuestas t¨¦cnicas, no s¨®lo de principios, a favor de una globalizaci¨®n alternativa: pol¨ªtica, de la justicia, de los derechos humanos, econ¨®micos, sociales y ecol¨®gicos. No solamente financiera. Para que se entienda que no son nost¨¢lgicos de la autarqu¨ªa. Que los mayores enemigos de la globalizaci¨®n alternativa son los terroristas, porque amenazan con sus acciones d¨¦cadas de progreso mundial, a pesar de los desequilibrios que ese proceso an¨¢rquico ha generado. Para los terroristas del 11 de septiembre, la aut¨¦ntica globalizaci¨®n representa una intolerable secularizaci¨®n de la sociedad; la globalizaci¨®n depende de la apertura de fronteras y comunicaciones, algo puesto en riesgo en un mundo amenazado por el terrorismo.
El Foro Econ¨®mico Mundial y el Foro Social Mundial habr¨¢n de converger en sus reflexiones sobre las consecuencias m¨¢s indeseables del 11 de septiembre. Ser¨ªa una victoria de los terroristas si las democracias, a causa de ellos, debieran recortar sus libertades.
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