La invenci¨®n del padre
Abren William Goldman detr¨¢s de la m¨¢quina de escribir y Scott Hicks detr¨¢s de la c¨¢mara un limpio acceso, trazado y trenzado con acordes sentimentales, al nebuloso cruce de la frontera de la ni?ez hacia la adolescencia de un muchacho que encuentra en un hombre desconocido y rodeado de enigmas, que un d¨ªa llega a la casa materna, el cruce de fascinaci¨®n y de extra?eza que necesita para llenar el vac¨ªo de su identidad e inventar y construir interiormente al padre que huy¨® de la casa antes de lo que alcanza a recomponer su memoria de la vida.
La gasa tenue, casi impalpable, de la evocaci¨®n de un tiempo cr¨ªtico, y la atm¨®sfera de la forja, en ese tiempo, de un alma en conflicto consigo misma, envuelven la cr¨®nica de este paso de una tan escurridiza frontera ¨ªntima. Hay buen gusto en el trazo miniaturesco de este peque?o buen filme, que busca, pero obviamente no alcanza, la genial media voz de la inmensa Matar a un ruise?or. Se mueve Corazones en Atl¨¢ntida dentro de una secuencia bien tensada y sostenida por un gui¨®n muy jugoso y experto, procedente de la conjunci¨®n, sin sensaci¨®n de a?adidura, de dos relatos cortos de Stephen King. En ellos, el popular escritor se olvida de su aparatoso laboratorio de industria novelera y arranca de la memoria algunos susurros veraces de paredes adentro, como hizo en Misery, que tambi¨¦n escribi¨® para la pantalla, con maestr¨ªa, William Goldman. No quedan aqu¨ª rastros de aquella dura y mordaz bofetada de truculencia, pero s¨ª hay una apertura de ventanas en rincones oscuros del comportamiento y una manera inteligente de observar la vida a trav¨¦s de la lente de aumento de un mito incorporado al paso cauteloso de un cuento inquietante de los de andar por casa.
CORAZONES EN ATL?NTIDA
Director: Scott Hicks. Int¨¦rpretes: Anthony Hopkins, Anton Yelchin, Hope Davis, Mika Boorem, David Morse, Alan Tudyk, Tom Bower. G¨¦nero: Suspense, Estados Unidos, 2002. Duraci¨®n:102 minutos.
Hicks (que dirigi¨® Shine) y Goldman (que escribi¨® Dos hombre y un destino) usan con su probado buen oficio y su sabida sagacidad la enso?aci¨®n y la sensaci¨®n de irrealidad que invade los sucesos m¨¢s peque?os e irrelevantes cuando algo impreciso que hay agazapado detr¨¢s de ellos se apodera de su sustancia y les hace adquirir esquinas y proporciones de gran suceso, de aventura. Ese algo, o esa capacidad de mutaci¨®n, la lleva a sus l¨ªmites en Corazones en Atl¨¢ntida la magn¨¦tica presencia de Anthony Hopkins. El genial histri¨®n gal¨¦s vuelve a hacer estallar la pantalla de expresividad; desencadena otro alarde de esa inimitable y extra?a, por lo que tiene de exacta, imprecisi¨®n que impregna a sus mejor elaboradas y m¨¢s sagaces composiciones.
Alcanza Hopkins, con la nitidez que desprende su pasmoso dominio del tempo esc¨¦nico, una sucesi¨®n de comportamientos que, a medida que ocurren, m¨¢s urgentemente piden su desciframiento, lo que da lugar a que, mientras se le ve construir su personaje, broten incontenibles varias ideas del significado de lo que hace. Y se trata de ideas tan vivas y esquinadas que a veces son opuestas entre s¨ª. Su expresividad es sutil, indirecta, y brota de detr¨¢s de los pliegues de la quietud y el silencio: ¨¦se es el signo, el buen estigma de los colosos solitarios de su oficio, capaces de hacerse due?os -y traerlas a la luz- de las zonas subterr¨¢neas de la pantalla.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.