Un cura protegido por el Vaticano se entrega al tribunal de Ruanda
Atanasio Seromba est¨¢ acusado de participar en el genocidio de tutsis
Atanasio Seromba, acusado por el Tribunal Internacional de Ruanda de haber tomado parte en el genocidio que acab¨® con 800.000 ruandeses de la etnia tutsi y hutus moderados, en 1995, se entreg¨® el mi¨¦rcoles al alto tribunal de manera voluntaria. La decisi¨®n de Seromba, de 38 a?os, que se hab¨ªa refugiado en Italia, responde a los deseos del Gobierno de Roma de resolver el conflicto planteado por el tribunal, que reclamaba al sacerdote desde 1998, cuando complet¨® un voluminoso informe que implicaba al mismo en numerosos asesinatos. Ayer, el nuncio del Vaticano en Ruanda, Salvatore Pennacchio, pidi¨® que Seromba sea jugado con celeridad, como ha reclamado el propio sacerdote, cuya entrega a la justicia fue calificada por la Santa Sede como un acto 'de responsabilidad y valent¨ªa'.
Decenas de testimonios atribuyen al religioso una participaci¨®n activa en la matanza de dos centenares de tutsis que se hab¨ªan refugiado en su parroquia de Nyange, no lejos de Kigali, el 8 de abril de 1994. Las acusaciones fueron silenciadas durante meses, pero, al final, el caso estall¨® salpicando indirectamente a la Iglesia italiana, que hab¨ªa acogido al fugitivo con los brazos abiertos.
Seromba, desaparecido misteriosamente de Ruanda, reapareci¨® en Italia en 1999. Se supo entonces que oficiaba misa en una peque?a iglesia de Florencia como un sacerdote m¨¢s. Seromba se proclam¨® inocente ante el Vaticano y obtuvo una valiosa protecci¨®n que le permiti¨® seguir desafiando al Tribunal Internacional de Arusha, establecido en Tanzania por Naciones Unidas para depurar las responsabilidades del terrible genocidio ruand¨¦s.
Matanza de tutsis
El Tribunal Internacional de Ruanda ha documentado ampliamente el caso en el que est¨¢ implicado Seromba, que se remonta al inicio de la matanza de tutsis, en 1994. Seg¨²n los numerosos testimonios, Atanasio Seromba ofreci¨® cobijo en su parroquia a los miles de tutsis que se hab¨ªan escondido en las colinas que circundan Kigali, huyendo de la violencia de los paramilitares hutus. No menos de 2.000 personas, entre ellas decenas de mujeres y ni?os, aceptaron la hospitalidad del p¨¢rroco sin saber que la iglesia habr¨ªa de convertirse en su tumba. Los tutsis se vieron privados de agua y alimentos durante d¨ªas y sometidos al acoso de los paramilitares hutus, que llegaron a incendiar la parroquia para obligarles a salir. Cientos de personas murieron asfixiadas y los que lograron huir fueron acribillados por sus perseguidores, que se hab¨ªan apostado en los muros del recinto exterior que acordonaba la parroquia. Un pu?ado de unos doscientos tutsis se refugi¨® dentro de la capilla en un gesto desesperado. Testigos presenciales aseguran que Seromba, furioso, mand¨® traer dos maquinas excavadoras con las que derrib¨® el edificio, entre cuyos escombros quedaron atrapados la mayor¨ªa de los refugiados.
La curia florentina no dio cr¨¦dito a las acusaciones y crey¨® al sacerdote ruand¨¦s, que ha proclamado siempre su inocencia. Atanase Seromba fue trasladado discretamente desde Florencia a la iglesia de San Mauro en Signa, m¨¢s discreta, fuera de la ciudad, donde fue detectado tambi¨¦n por sus acusadores. Una situaci¨®n considerada intolerable tanto por el Tribunal de Arusha como por su gemelo de La Haya, cuya fiscal general, Carla del Ponte, se vio obligada a intervenir ante el Gobierno de Roma. En agosto del a?o pasado, Del Ponte se entrevist¨® con el actual primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y le explic¨® la necesidad de colaborar con la justicia. El tira y afloja entre la curia de Florencia y el Gobierno se sald¨® finalmente hace unos d¨ªas con la rendici¨®n de Seromba.
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