Ayuntamiento y burocracia
Las quejas sobre las actuaciones administrativas del Ayuntamiento granadino son m¨²ltiples. Pero podemos intentar establecer principios de objetividad para que sea posible una cr¨ªtica constructiva.
En primer lugar tendr¨ªamos el problema de la burocracia. De ella depende, casi por completo, la supervivencia del municipio. Dado que la burocracia no produce nada aparte del papel escrito, resulta dif¨ªcil medir su trabajo con los par¨¢metros del ¨¦xito econ¨®mico. El aparato administrativo crece incesantemente, y ese mismo crecimiento ocasiona considerables p¨¦rdidas debido a fricciones internas, por el simple hecho de que cada vez son m¨¢s los colaboradores o jefes que se ocupan de los mismos asuntos, y porque el incremento en el n¨²mero de colaboradores se traduce en un incremento al cuadrado del n¨²mero de relaciones entre individuos.
Por otra parte, unas reglas administrativas demasiado r¨ªgidas pueden resultar absurdas y llevar a situaciones inhumanas. Aunque tampoco debe ignorarse que una normativa demasiado laxa podr¨ªa originar arbitrariedades.
Hay otro despilfarro de energ¨ªa a¨²n mayor. Me refiero al que se produce por el intento de controlar en detalle cada una de las instancias subordinadas o privarlas de autonom¨ªa.
Pero la contradicci¨®n surge cuando el responsable de un departamento administrativo act¨²a como si de una empresa privada se tratara. Estar¨ªamos hablando del concejal de Urbanismo, ¨²nico miembro del aparato burocr¨¢tico que tiene cierta visi¨®n empresarial en el Ayuntamiento. La relaci¨®n con promotores y constructores as¨ª lo determinar¨ªa. Mas la contradicci¨®n no acaba ah¨ª. La tarea de un responsable de Urbanismo tiene que ver con la distribuci¨®n parcelada de la tierra, de modo que dicho responsable no s¨®lo mantiene una relaci¨®n de cierta independencia con sus compa?eros de corporaci¨®n, sino que se erige en due?o y se?or feudal de algo que deber¨ªa ser patrimonio de todos, como es el suelo que pisamos.
Por ejemplo, todos sabemos que detr¨¢s del transfuguismo siempre hay alg¨²n inter¨¦s relacionado con operaciones urban¨ªsticas. Los partidos pol¨ªticos lo saben y realizan pactos contra esta forma mafiosa de entender la pol¨ªtica. Pero la mayor¨ªa de los pactos se incumplen. Entonces, ?no es mejor crear leyes electorales de modo que sean posibles las listas abiertas para un mayor control democr¨¢tico, donde a los tr¨¢nsfugas se les juzgue como delincuentes y, en definitiva, para que los pol¨ªticos honestos prevalezcan en lo posible frente a los corruptos?-
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