Ventura Pons es aclamado por su magn¨ªfica 'Manjar de amor'
Exhibici¨®n de Robert Altman y peque?a gran obra de Annette Olesen
La zona m¨¢s inteligente y libre de la Berlinale es el rinc¨®n cin¨¦filo del Panorama, y el gran beneficiado de ello es Ventura Pons, que salt¨® con Manjar de amor a la punta de la l¨ªnea rompedora del festival y arranc¨® intensas aclamaciones de un p¨²blico entusiasmado. Los otros dos recitales del d¨ªa fueron el de Robert Altman en Gosford Park y el de la joven danesa Annette Olesen en Minor Mishaps.
Si Ventura Pons merec¨ªa estar en el gran escaparate y se qued¨® fuera, quien s¨ª entr¨®, y en un lugar de lujo, fue Robert Altman, el viejo campe¨®n de los cineastas independientes norteamericanos, que trajo su brillant¨ªsimo recital de direcci¨®n y puesta en pantalla de Gosford Park, que ya suena -casi inexplicablemente, si se tiene en cuenta la vieja hostilidad rec¨ªproca que se profesan Altman y la Academia de Hollywood- como una de las pel¨ªculas m¨¢s seguras en aspirar a un trozo del pastel publicitario de los Oscar. Y ser¨ªa justo, si ocurriese, porque Gosford Park lleva dentro un intrincad¨ªsimo trenzado de sucesos, de situaciones, de hilos de conducta y de secuencias de im¨¢genes que Altman -apoyado en un gui¨®n expert¨ªsimo, extraordinariamente bien desarrollado y hecho a su medida por Julian Fellowes- resuelve con una agilidad y una precisi¨®n insuperables, dando una lecci¨®n magistral del arte de filmar.
Maneja Altman un reparto de 25 int¨¦rpretes que se mueven continuamente en un matem¨¢tico hormiguero humano. Y al final de Gosford Park conocemos personalmente a todos y cada uno de esos personajes, si¨¦ndonos familiar, y perfectamente traducible, todo cuanto hacen, incluso sus m¨¢s m¨ªnimas actitudes, que han sido definidas por la c¨¢mara de Altman con deslumbrante nitidez. Las enrevesadas interrelaciones funcionales y los explosivos choques entre una ca¨®tica camada de altos burgueses brit¨¢nicos y la perfectamente jerarquizada maquinaria humana de sus sirvientes, unos y otros concentrados en una jornada de cacer¨ªa en el palacio de Gosford Park en el oto?o de 1932, son representados por Altman con majestuosa simplicidad. Y, obviamente, mediante la necesaria creatividad de un reparto no menos majestuoso, del que saltan de la pantalla como pu?etazos de gracia los golpes de presencia de Maggie Smith, Alan Bates, Emily Watson, Helen Mirren, Kristin Scott-Thomas y otros muchos formidables comediantes, que segregan con humor, y a ratos con dolor, los hilos del tejido de seda roja y negra que Fellowes y Altman bordan primorosamente en Gosford Park.
Otra exhibici¨®n de buen¨ªsimos comediantes, pero esta vez totalmente desconocidos, est¨¢ en la pel¨ªcula danesa, dirigida por la novata Annette Olesen, Minor Mishaps. Es una pel¨ªcula llena de inteligencia, ¨¢gil y veraz, que ha sido producida con muy peque?o presupuesto de filmaci¨®n, pero que fue hecha colectivamente por una docena de int¨¦rpretes procedentes de los teatros de Copenhague, que se entregaron en cuerpo y alma a este trabajo, al que dedicaron m¨¢s de a?o y medio de sus vidas.
La joven directora Annette Olesen, asesorada por un disc¨ªpulo de Mike Leigh, adopt¨® el m¨¦todo de este maestro del teatro y el cine londinenses para desarrollar el gui¨®n y realizar la filmaci¨®n de Minor Mishaps. Se trata de una estrategia de trabajo muy parecida a la que dio lugar a otra pel¨ªcula danesa, Italiano para principiantes, que triunf¨® en toda la regla en la Berlinale del a?o pasado y cuya tremenda eficacia est¨¢ creando escuela dentro del cine dan¨¦s y, probablemente, pronto de otros pa¨ªses.
Annette Olesen y sus abnegados actores llevaron este arriesgado m¨¦todo a su m¨¢xima exigencia y pureza; y elaboraron los caracteres de los personajes y sus claves de comportamiento; desplegaron las situaciones en que se mov¨ªan los int¨¦rpretes e inventaron los di¨¢logos que los interrelacionaban, en sucesivas aproximaciones y ensayos, primero sin y luego con c¨¢mara. Y, poco a poco, laboriosa y apasionadamente, arrancaron trozos de vida de su memoria y su experiencia y, como en un puzzle, fueron encajando uno con otro esos trozos de vida, hasta lograr un sencillo y penetrante fresco c¨®mico y dram¨¢tico de la vida de una familia de obreros y peque?os empresarios de Copenhague, a los que, cuando la pel¨ªcula termina, resulta que son gente que conocemos de toda la vida, gente viva, completamente cercana, casi nuestra.
Quinto a?o consecutivo
Manjar de amor, de Ventura Pons, consigui¨® ayer un broche de oro a lo que se ha hablado de ella estos d¨ªas con su triunfo en la zona noble de la secci¨®n Panorama, donde el filme espa?ol se ha convertido -como les ocurri¨® a La ley del deseo, de Almod¨®var, y a Solas, de Benito Zambrano- en la pel¨ªcula m¨¢s buscada del festival. Es el quinto a?o consecutivo que el director catal¨¢n acude a Panorama, un lugar con fama bien ganada de saber reunir con notable olfato un pu?ado de pel¨ªculas no convencionales, realmente vivas y que aportan algo in¨¦dito a la cada a?o m¨¢s abultada, pero tambi¨¦n m¨¢s adocenada, producci¨®n mundial. Ha triunfado por ello el filme espa?ol en el mejor lugar posible. No importa que no fuera al escaparate, pues del Panorama han saltado a las pantallas del mundo filmes indispensables.
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