Cuarteto tr¨¢gico

Sentados ante el p¨²blico, las dos actrices y los dos actores cuentan sensaciones, experiencias, vidas tr¨¢gicas: forman un cuarteto de c¨¢mara. Pero, al mismo tiempo, todo parece un mon¨®logo, de la misma forma que el cuarteto de cuerda es un solo instrumento: una confesi¨®n de la autora. Un a?o despu¨¦s de su estreno, Sarah Kane, que ten¨ªa 28 a?os, se suicid¨® dos veces: la salvaron de la primera, y en el mismo hospital donde la atend¨ªan se ahorc¨®.

Toda su obra es la de una larga depresi¨®n: tan larga como su vida. Hija de periodistas profundamente religiosos, escap¨® como pudo de su ambiente. Mucha gente escapa de la represi¨®n y de la neurosis por el teatro: as¨ª lo hizo, fue actriz, dirigi¨® obras, escribi¨® tres mon¨®logos y su primer estreno como autora fue en 1995 (Blasted), cuando a¨²n no ten¨ªa 24 a?os. A los cr¨ªticos les horroriz¨® algo que les parec¨ªa sucio, repugnante, vil y maleducado. Aunque la relacionaron con Pinter o con Beckett, siempre fue como un ejemplar de la categor¨ªa m¨¢s baja (a m¨ª me recuerda Huis clos, de Sartre, pero con la desesperaci¨®n multiplicada).

Poco a poco fue despertando un inter¨¦s muy especial; pero esta obra que iba a ser la ¨²ltima que viera representada la estren¨® con seud¨®nimo (Mar¨ªa Keveldon) para intentar escapar a la terrible fama. Incluso se invent¨® la biograf¨ªa de esa falsa escritora: 25 a?os, nacida en Alemania con padre de las fuerzas de ocupaci¨®n, expulsada de Oxford, conductora de taxi, due?a de un gato llamado Grotowski... No consigui¨® la ficci¨®n: su texto la identificaba.

Cuatro voces

Es un texto evidentemente terrible. Su calidad, su exactitud de texto, sus frases como dardos, le apartan de la comicidad que podr¨ªa inspirar el exceso de tragedia: al contrario, llegan directamente al p¨²blico. Se describe a s¨ª misma en estas cuatro voces.

Describe a una persona que, dice la traducci¨®n, plagia el dolor de los otros: le duele lo que a ellos les pasa. Un dolor, una ansiedad vital: no ya un deseo de muerte, que parece demasiado optimista, sino un odio asesino al d¨ªa en que naci¨®. 'Soy la bestia al final de la cuerda'; 'Lo que me une a ti es la culpa'.

Se trata al principio de amor y de sexo, de sentir y no; se habla de violaciones, de culpabilidades, de dolores. En toda esta especie de confesi¨®n hay algo tan terriblemente sincero, un poema tan tr¨¢gico, que impresion¨® a Londres y luego al mundo, aunque tengo la idea de que en Espa?a no se ha representado nunca.

Este ciclo cubre el vac¨ªo, y gente muy joven llena la sala del teatro Pradillo donde la interpretaci¨®n por los cuatro actores es justa, es exacta: el metr¨®nomo, sin embargo, no la convierte en mec¨¢nica.

Conviene advertir que se estrenar¨¢n otras dos obras en el ciclo, que dura hasta el 17 de este mes, y que hay conferencias y mesas en torno a la autora: el jueves dieron una lectura de su obra p¨®stuma Pychosis 4,48 (?ah!, 4h 48m es la hora del mayor n¨²mero de suicidios).

No hay que preocuparse: no contagia, aunque se sienta toda la solidaridad con ella.