Despu¨¦s de Porto Alegre
El segundo Foro Social de Porto Alegre marca un antes y un despu¨¦s en la movilizaci¨®n contra la globalizaci¨®n financiera liberal. Es cierto que todav¨ªa no se ha realizado una cr¨ªtica de los estragos sociales, culturales y pol¨ªticos de esta globalizaci¨®n. No puede ser ¨²nicamente te¨®rica. En primer lugar debe imponerse como una iniciativa de civilizaci¨®n. Porto Alegre, ciudad gobernada por el Partido de los Trabajadores Brasile?os, proporciona hoy el ejemplo de lo que puede ser una v¨ªa distinta hacia el progreso y la solidaridad.
Hace unos a?os, los magnates de las finanzas internacionales y los dirigentes pol¨ªticos acud¨ªan a Davos. Hoy, Davos parece palidecer y resulta arcaico al lado del Foro Social de Porto Alegre: la juventud est¨¢ all¨ª, los movimientos asociativos tambi¨¦n, al igual que los l¨ªderes de partidos y sindicatos que han comprendido que hab¨ªa que escuchar antes de pretender dirigir. Est¨¢ claro que el movimiento social que se desarrolla desde hace unos a?os en la calle, a trav¨¦s de la movilizaci¨®n ciudadana, es un primer paso hacia la elaboraci¨®n de esta cr¨ªtica. Pero este movimiento debe definir con claridad sus objetivos.
En efecto, la reuni¨®n de Porto Alegre, que sigue a la del pasado a?o, ha dado prueba de una reflexi¨®n m¨¢s madura. Para profundizar en esta toma de conciencia es ahora indispensable crear un espacio p¨²blico mundial de debate. El movimiento social contra la globalizaci¨®n liberal debe rechazar el nihilismo y apostar por el advenimiento de un mundo nuevo, m¨¢s justo y m¨¢s humano. Para ello, debe dar muestras de realismo y audacia.
Realismo: no se volver¨¢ atr¨¢s en lo que concierne al desarrollo del comercio mundial. Esto significa que la globalizaci¨®n no debe ser 'satanizada'. Hoy sirve al poder¨ªo brutal y a la riqueza arrogante, pero tambi¨¦n puede convertirse en un instrumento al servicio del bien p¨²blico, del inter¨¦s general. Por lo tanto, es necesario ser precisos en el diagn¨®stico y en las medidas a tomar.
Audacia: se deben fijar unas reglas, reformar las instituciones internacionales y crear unos mecanismos democr¨¢ticos planetarios para terminar con la dictadura de los mercados financieros.
El poder del capitalismo especulativo planetario est¨¢ condicionado por su capacidad para instrumentalizar los grandes organismos comerciales y financieros internacionales. La complicidad entre el conservadurismo liberal de la derecha y el social-liberalismo de determinada izquierda ha permitido una recomposici¨®n sin precedentes del dominio del capitalismo financiero. La Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) dirige hoy, sin control pol¨ªtico, la vida cotidiana de miles de millones de individuos. Es espantoso permitir que este organismo decida la suerte de los pueblos bas¨¢ndose ¨²nicamente en el criterio del beneficio y siempre a favor de los m¨¢s fuertes. La OMC debe respetar las reglas de otras instituciones internacionales (Organizaci¨®n Internacional del Trabajo -OIT -, Organizaci¨®n Mundial de la Salud -OMS-, etc¨¦tera) y los acuerdos comerciales deben ser sometidos sistem¨¢ticamente a la ratificaci¨®n de los parlamentos nacionales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha cambiado su funci¨®n. Creado para contribuir al desarrollo y equilibrar el sistema financiero internacional, a partir de mediados de los a?os setenta pas¨® a ser un instrumento de dominaci¨®n planetaria en las manos de los Estados desarrollados y de las multinacionales. A trav¨¦s de la imposici¨®n de planes de ajuste estructural, es el principal responsable del fracaso del desarrollo en los pa¨ªses pobres. Su funcionamiento es antidemocr¨¢tico ya que la inmensa mayor¨ªa de los pa¨ªses est¨¢ sometida a unos mecanismos de bloqueo que est¨¢n en manos de los pa¨ªses m¨¢s ricos. El FMI no es reformable: hay que suprimirlo. Y sustituirlo por un Consejo de los Gobiernos en el que est¨¦n representados, no los ocho pa¨ªses m¨¢s ricos (G-8) como ocurre hoy, sino los 16 mayores (integrando en ¨¦l a India, Brasil, Indonesia, etc¨¦tera) e instaurando un sistema de representaci¨®n rotatoria para todos los Gobiernos del planeta.
El Banco Mundial tambi¨¦n debe revisar sus orientaciones. La mayor¨ªa de las inversiones que pone en marcha crea unos efectos restrictivos que impiden el desarrollo y provocan da?os irreparables en el medio ambiente. Su pol¨ªtica debe ser sometida al control democr¨¢tico de los parlamentos nacionales y ser objeto de negociaciones transparentes.
M¨¢s fundamental a¨²n, la gran cuesti¨®n en la actualidad es la regulaci¨®n del mercado a escala planetaria. Cinco grandes orientaciones deben figurar en el centro de toda estrategia frente a la globalizaci¨®n liberal.
En primer lugar, hay que definir unos sectores inalienables de inter¨¦s humano que no deben caer de ninguna manera bajo la comercializaci¨®n generalizada. Estos sectores -la sanidad, la educaci¨®n, el agua, la cultura, los recursos no renovables- deben permanecer dentro del espacio p¨²blico no mercantil, porque constituyen el n¨²cleo del inter¨¦s general y de la igualdad de oportunidades. Son la garant¨ªa de los derechos fundamentales del ciudadano. Sin embargo, hoy est¨¢n amenazados por el Acuerdo General sobre el Comercio de los Servicios, cuyo principio de extensi¨®n fue avalado por la Uni¨®n Europea en Doha, a propuesta de Estados Unidos. Ser¨ªa deseable que no s¨®lo los Estados sino tambi¨¦n el Parlamento Europeo pudiera tener el derecho a decidir en un tema tan importante.
En segundo lugar, hay que reglamentar los mercados financieros, en especial estableciendo unos sistemas de seguimiento de todas las operaciones financieras, para detectar qui¨¦n hace qu¨¦, c¨®mo y por qu¨¦. En una palabra, vigilar las estrategias de inversi¨®n a escala mundial.
En tercer lugar, hay que controlar los movimientos de capitales, especialmente creando un impuesto mundial sobre las excesivas fluctuaciones de capitales, al igual que deben combatirse los para¨ªsos fiscales y rechazarse el principio del secreto bancario.
En cuarto lugar, tambi¨¦n se debe establecer un impuesto sobre las transacciones financieras, inspir¨¢ndose en el impuesto Tobin, y hacerlo ahora, no en un futuro siempre postergado.
En quinto lugar, la solidaridad con los pa¨ªses del Sur debe hacerse realidad. Para ello, hay que poner fin a los planes de ajuste estructural que deslegitiman a los Estados, deval¨²an la soberan¨ªa nacional y someten a las sociedades, no a las ¨¦lites, a las obligaciones inflexibles del FMI. La OMC desea abrir los mercados de los pa¨ªses pobres alegando que ¨¦stos deben aceptar la libertad de competencia a escala planetaria. Pero, como justamente se?al¨® un d¨ªa Nelson Mandela al ex presidente
Clinton, ?c¨®mo puede un campesino africano competir con el campesino estadounidense?
Asimismo, nunca se subrayar¨¢ suficientemente hasta qu¨¦ punto la deuda es hoy un instrumento de guerra contra los pa¨ªses pobres. Los capitales circulan del Sur hacia el Norte y no en sentido contrario. La deuda exterior de los pa¨ªses pobres es del orden de 2,5 billones de d¨®lares. La devuelven con un cuchillo en la garganta. La de EE UU es de 6 billones de d¨®lares. ?Y nadie obliga a EE UU a devolverla! F¨ªjense en Argentina: un pa¨ªs devastado por la voracidad combinada de sus propias capas dirigentes y de la pol¨ªtica de los expertos del FMI. El resultado: 145.000 millones de d¨®lares de deuda. Cuando Argentina fue declarada en quiebra, las ¨¦lites de este pa¨ªs fueron las primeras en colocar los capitales en lugar seguro, es decir, en EE UU, Suiza o Luxemburgo. Peor a¨²n esta deuda se hab¨ªa convertido en un objeto de especulaci¨®n. ?Acaso la gente sabe que los 10 principales bancos de Argentina (de los cuales ocho son extranjeros) dedican el 46% de sus inversiones a la mediaci¨®n financiera y a la compra de t¨ªtulos de deuda p¨²blica emitidos, a fin de cuentas, para pagar la deuda exterior? Estas inversiones resultan sumamente interesantes, ya que los beneficios correspondientes est¨¢n exentos de impuestos. Y la carga de la deuda representa hoy cerca de 15.000 millones de d¨®lares, es decir, la mitad de las exportaciones y casi la cuarta parte de los ingresos fiscales. ?En esto consiste el orden mundial! La ¨²nica soluci¨®n humana es anular la deuda de los pa¨ªses pobres y reconvertirla en inversiones productivas.
Por ¨²ltimo, la ayuda al desarrollo ha sido reducida de forma dr¨¢stica en los ¨²ltimos a?os. El excepcional acopio de riqueza en los pa¨ªses desarrollados hace posible una verdadera pol¨ªtica de codesarrollo con los pa¨ªses pobres. Se podr¨ªa contemplar la financiaci¨®n de grandes obras de infraestructura en los transportes, el agua y para la conservaci¨®n del medio ambiente; se podr¨ªa ayudar a la modernizaci¨®n de las peque?as y medianas empresas creadoras de empleo; se podr¨ªa idear una pol¨ªtica mundial de lucha contra la pobreza y el analfabetismo; se podr¨ªan crear fondos de ayuda a la emancipaci¨®n de las mujeres que, junto con los ni?os, son v¨ªctimas tanto de la pobreza como del retorno de los integrismos. ?Hay tantas cosas por hacer! Pero el pensamiento cr¨ªtico, la esperanza, la simple idea de que otro mundo es posible, han sido tan duramente atacados en los ¨²ltimos a?os en que cualquier propuesta se ve tildada de 'irrealizable' por el conformismo del pensamiento ¨²nico. ?Es el movimiento que se ha reunido en Porto Alegre la golondrina que anuncia el verano? Nadie puede decirlo. Pero, a todas luces, es portador de una esperanza que renace para una humanidad civilizada.
Sami Nair es eurodiputado y profesor invitado de la Universidad Carlos III de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.