Humanos de todo el mundo, ?un¨ªos!
Del muro ca¨ªdo de Berl¨ªn muchos hicieron cascotes para adornar con recuerdos de un pret¨¦rito enterrado sus tranquilos estantes del fin de la aventura. Pero en pocos a?os, la humanidad otea ya un puerto alegre al que van llegando las naves que un d¨ªa zarpar¨¢n de nuevo al viento de la historia. Parec¨ªa bien muerta, como Dios o la clase obrera. La habr¨ªa matado el fundamentalismo liberal, la teolog¨ªa del mercado y la mundializaci¨®n del poder econ¨®mico y militar de los negocios gigantes y sus aliados (gobiernos, bancos y mafias del crimen), que consagrar¨ªan por tiempo eterno el dominio fetichista del dinero y la destrucci¨®n del tejido social y moral de los pueblos. Mas, en esto, lleg¨® el subcomandante Marcos y mand¨® parar.
De Chiapas a Porto Alegre, un nuevo fantasma recorre no s¨®lo Europa, sino el mundo entero para desvelar el sue?o del Imperio del Mal
En efecto, de Chiapas a Porto Alegre, un nuevo fantasma recorre no s¨®lo Europa, sino el mundo entero para desvelar el sue?o del Imperio del Mal (s¨ª, con may¨²sculas). A ese fantasma se le tildar¨¢ de 'rojo', pero es algo peor: est¨¢ encarnado en millones de seres que tan s¨®lo agitan su propia y humillada humanidad, su dignidad de humanos. Y su grito no tiene ya fronteras: 'Humanos de todo el mundo, ?un¨ªos!'.
Mi buen amigo Josep Ramoneda, diagnosticador perspicaz y sensato donde los haya, recela con raz¨®n sobre un posible mito de Porto Alegre como 'nuevo sujeto hist¨®rico' dentro de una simplista dial¨¦ctica de bons i dolents. Sin embargo, ?c¨®mo negar lo que ¨¦l, por otro lado, no niega; es decir, que existe un sistema plural y unitario que inflige los peores males a la humanidad y a la naturaleza hasta el punto que permite hablar propiamente de un Mal universal bien real y nada metaf¨ªsico? Y si en Porto Alegre, por primera vez en la historia de nuestro planeta, se busca reparar ese mal -tambi¨¦n de forma unitaria y plural- por el puro bien defensivo de las v¨ªctimas, sin ideolog¨ªas ni dogmas sectarios y sin m¨¢s inter¨¦s que la vida digna de todos, ?no tendr¨ªa sentido hablar de un nuevo sujeto que no quiere estarlo, que quiere hacer historia -el hombre por fin universal que profetizara Marx- y llamar 'buenos' a esos reparadores y 'malos' a quienes se empecinan en el mal que hacen a otros?
Tal distinci¨®n nos obliga moralmente a tomar partido sin excusas que exageren los problemas ?enormes! que plantea una alternativa plural y democr¨¢tica, am¨¦n de pac¨ªfica, nada menos que en un ¨¢mbito mundial. Frente a esas excusas, el propio Ramoneda destaca la lucidez de las propuestas concretas y factibles del nuevo pensamiento cr¨ªtico, alejadas de todo dogmatismo de izquierda, similar en cierto punto al fundamentalismo terrorista liberal. Los anteriores movimientos internacionales, precursores del actual (pacifismo, ecologismo, feminismo y otros muchos de tipo sectorial), tambi¨¦n fueron objeto de cr¨ªtica por mentes razonables y prudentes. Sin duda, eso colabor¨® a encauzarlos, aunque fue la razonabilidad intr¨ªnseca de sus objetivos su gran fuerza para abrirse paso a trav¨¦s de un terreno minado. Pese a sus muchas v¨ªctimas, su causa va triunfando lenta y tenazmente y ha convergido ahora, con su experiencia, en esa movilizaci¨®n general a la que convoca el alegre clar¨ªn de la ciudad brasile?a.
Porque, no nos enga?emos, la lucha emprendida no puede ser m¨¢s que lenta y tenaz a fuer de pac¨ªfica. Sus propuestas no tienen otro camino que la presi¨®n influyente sobre pol¨ªticos locales, nacionales e internacionales con escaso poder de decisi¨®n y menor entusiasmo,pues suelen ser rehenes del dinero y de las mafias de toda ralea. S¨®lo la p¨¦rdida de votos les conmueve y, por tal raz¨®n, habr¨¢ que influir sobre la conciencia de los electores o de los s¨²bditos; darles madurez de criterio; fomentarles el esp¨ªritu asociativo en defensa de sus necesidades como productores, consumidores, vecinos o, simplemente, personas. Si otro mundo es posible, otra gente deber¨¢ gobernar y, sobre todo, en otra gente deberemos transformarnos.
Una influencia inmediata muy significativa ha sido la ejercida sobre la paralela reuni¨®n conservadora de Nueva York, en la que se ha planteado optar entre el imperialismo b¨¦lico de Bush, como estrategia de dominaci¨®n impert¨¦rrita por parte del liberalismo econ¨®mico, y el di¨¢logo pr¨¢ctico con la alternativa humanista de los humillados y ofendidos de todo el mundo. Un foro privilegiado de ese di¨¢logo debieran ser las Naciones Unidas, liberadas de la imposici¨®n o del desprecio yanqui y de una burocracia venal. De forma t¨ªmida, esta segunda opci¨®n podr¨ªa ir abri¨¦ndose paso entre los no suicidas del capitalismo financiero. Los Estados gobernados por la socialdemocracia podr¨ªan, a su vez, recuperar as¨ª algunas iniciativas tan proclamadas como en perpetuo agraz.
Si el muro ca¨ªdo de Berl¨ªn sirvi¨® al capitalismo salvaje para inundar de negocios, miseria, corrupci¨®n y caos autoritario al Este europeo, en el alegre puerto de la esperanza humana recalan hoy casi todos los ideales de justicia, democracia y paz de los ¨²ltimos siglos, para de nuevo navegar, de puerto en puerto, hacia el horizonte, no por lejano inalcanzable, de la fraternidad entre todos.
J. A. Gonz¨¢lez Casanovas es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad de Barcelona.
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