Milosevic, en el banquillo
Pueden transcurrir dos a?os antes de que el tribunal de La Haya dicte sentencia contra Slobodan Milosevic. Pero el proceso iniciado ayer contra el aventajado apparatchik comunista que ha mantenido en un pu?o a Serbia durante 13 a?os y ensangrentado en tres guerras la antigua Yugoslavia se ha convertido en un hito cuyo precedente se remonta a N¨²renberg.
Casi nadie hubiera aventurado que Milosevic se enfrentar¨ªa a los jueces de la ONU para responder, en un solo proceso, de cr¨ªmenes contra la humanidad en Croacia y Kosovo y de genocidio en Bosnia. Los conflictos que desat¨® sobre las ruinas de la Yugoslavia comunista han causado un sufrimiento abrumador, decenas de miles de muertos y millones de huidos. En el ¨²ltimo medio siglo, nunca Europa tuvo tanto que lamentar ni estuvo tan cerca del abismo.
La acusaci¨®n deber¨¢ probar con testigos y documentos, como ha dicho la fiscal Carla del Ponte, la responsabilidad personal de Milosevic, primer jefe de Estado juzgado por cr¨ªmenes de guerra, en el genocidio de los Balcanes. Es decir, que la persecuci¨®n de los no serbios en Croacia, Bosnia y Kosovo form¨® parte de un vasto designio dirigido por el d¨¦spota para crear una Gran Serbia de base ¨¦tnica. Algunos cargos no ser¨¢n f¨¢ciles de establecer, porque el hombre de 60 a?os que desaf¨ªa la legitimidad de sus jueces -pese a que firmara en Dayton cooperar con quienes ahora le sientan en el banquillo- no se expon¨ªa a la luz. Controlaba y financiaba a los verdugos, se tratara de los serbios de la Krajina, en Croacia, o de los supremos carniceros bosnios Radovan Karadzic y Ratko Mladic, cuya presencia en La Haya quiz¨¢ no est¨¦ muy lejana.
Confluyen en este juicio aspectos que le dan importancia ¨²nica: un deseo colectivo de hacer justicia por las peores brutalidades cometidas desde el nazismo y tambi¨¦n la formulaci¨®n de un inequ¨ªvoco mensaje de que no hay impunidad dirigido a quienes desde el poder sienten la tentaci¨®n de la sangre. El proceso quiz¨¢ sirva para asentar la atm¨®sfera pol¨ªtica en una regi¨®n atormentada y diluir en la antigua Yugoslavia el sentimiento colectivo de culpa por los cr¨ªmenes cometidos en el altar de la etnia.
El juicio hace definitivamente grande al d¨¦bil tribunal que creara en 1993 el Consejo de Seguridad de la ONU con la mala conciencia de no haber intervenido a tiempo en la pesadilla bosnia. La Haya se ha mantenido y crecido, adem¨¢s de por la desigual voluntad pol¨ªtica y el dinero de sus promotores, gracias a la fe y el ardor justiciero de personas como Richard Goldstone, Louise Harbour o Carla del Ponte. El proceso iniciado ayer contra Milosevic es, en s¨ª mismo, un triunfo del mundo civilizado sobre la barbarie.
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