Porto Alegre, otro mundo es posible
Para la autora, una de las lecciones del Foro Social es la necesidad de la participaci¨®n ciudadana en la vida p¨²blica.
Miles de personas, cientos de pueblos, decenas de lenguas, gentes de distintas generaciones, representantes de diferentes corrientes de la izquierda plural, ciudadanos y ciudadanas comprometidos con las m¨¢s diversas causas a favor de la justicia social... A todos ellos ha sido capaz de reunirlos, como en un puzle multicolor, el Foro Social Mundial de Porto Alegre. A modo de un rompecabezas, las piezas acabaron encajando, porque compart¨ªan una idea: la necesidad de llevar a cabo un cambio, la voluntad de no resignarse ante una mundializaci¨®n neoliberal que, pudiendo adoptar otras formas, nos muestra su cara m¨¢s desagradable, m¨¢s injusta, m¨¢s desigual.
Muchas son las ense?anzas que yo he extra¨ªdo del Foro Social. En Porto Alegre se puso de manifiesto que la necesidad de avanzar hacia un mundo distinto y las ganas de construirlo nos hacen libres. ?sta es, a mi entender, una energ¨ªa imparable capaz de transformar la realidad, de sembrar el futuro. Porque, a pesar de lo que piensan algunos, Porto Alegre no ha sido una reuni¨®n de cuatro ut¨®picos desgre?ados, sino un foro del que emerge un aut¨¦ntico caudal de utop¨ªa.
La agenda pol¨ªtica no la pueden marcar s¨®lo las grandes corporaciones econ¨®micas
Desde Porto Alegre se puede canalizar una corriente de energ¨ªa que debe influir en la conciencia del mundo de forma muy clara: el modelo de globalizaci¨®n impuesto no nos gusta ni nos convence. Existe una alternativa. A partir del momento en que se llega a esta conclusi¨®n, surge una pregunta: ?c¨®mo modificar el actual estado de cosas? La respuesta la aportaron los dirigentes del Partido de los Trabajadores, que pusieron el acento en la pasi¨®n c¨ªvica por participar en la vida p¨²blica. Seg¨²n su planteamiento, se hace imprescindible fomentar la implicaci¨®n de los ciudadanos. Yo me identifico plenamente con esta idea, convencida como estoy de que es necesario instalar este motor de cambio en las estructuras pol¨ªticas y en las instituciones.
Por tanto, la verdadera lecci¨®n de Porto Alegre radica en lograr que, con la complicidad ciudadana, la fuerza que corri¨® por sus arterias se traduzca en respuestas y que se materialice en reformas institucionales, as¨ª como en modificaciones en la agenda pol¨ªtica, de tal modo que las reivindicaciones del foro se incorporen a las preocupaciones de los pol¨ªticos.
Los asistentes al Foro de Porto Alegre expresaron su voluntad de no plegarse ante una globalizaci¨®n injusta en su actual modelo. Los nuevos movimientos sociales de ¨¢mbito global -tales como las organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD)- constituyen una vacuna contra la apat¨ªa resignada, una medicina de la que hay mucho que aprender y que es necesario recetar. Esta vacuna ya fue capaz de demostrar a los m¨¢s esc¨¦pticos que el individualismo imperante puede pasar a un segundo plano cuando el coraz¨®n y la raz¨®n caminan juntos; se vio su fuerza en la Cumbre de Doha, en la que se dieron grandes pasos para garantizar el acceso de los pa¨ªses en desarrollo a los medicamentos gen¨¦ricos.
Estoy absolutamente convencida de que podemos lograr otro modelo de globalizaci¨®n. Y no lo afirmo bas¨¢ndome en ilusiones juveniles o en utop¨ªas sin fundamento. Lo sostengo apelando a las experiencias que ya se llevan a cabo en algunos lugares en los que la ciudadan¨ªa ha despertado de su letargo y est¨¢ contestando a la globalizaci¨®n impuesta. De hecho, Porto Alegre acaba de demostrar que su filosof¨ªa ya ejerci¨® una influencia sobre el otro foro mundial, el de Davos. ?ste ha sido un primer ¨¦xito de Porto Alegre. Tender l¨ªneas entre ambos y buscar elementos comunes representa tambi¨¦n un reto para el futuro.
El Foro de Porto Alegre s¨®lo adopt¨® un lema: Otro mundo es posible. El reto, ahora, consiste en plasmar esta idea con las miras puestas en un nuevo orden mundial. En Brasil qued¨® plasmada la necesidad de construir redes ciudadanas que amalgamen diversas asociaciones y causas, pero tambi¨¦n la voluntad de buscar aliados en la pol¨ªtica real, entre los pol¨ªticos m¨¢s comprometidos con la defensa del cambio, de la democracia radical, de la justicia, de la igualdad de derechos, de la eliminaci¨®n de la pobreza y de la paz.
La izquierda se juega su futuro en este envite. As¨ª debe entenderlo la socialdemocracia europea, si no quiere permanecer al margen del cambio. Es necesario que los l¨ªderes de los partidos progresistas -algunos con una representaci¨®n excesiva en el foro, otros clamorosamente ausentes- se pronuncien, sin ambages, ante desaf¨ªos como la condonaci¨®n de la deuda y la tasa Tobin. Deben tambi¨¦n ejercer su liderazgo, desde una perspectiva propia, en temas como el establecimiento de la paz en zonas de conflicto y la recuperaci¨®n de la democracia en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Tampoco pueden restar importancia al llamamiento que se dirigi¨® a la ciudadan¨ªa: la izquierda debe conseguir que los ciudadanos se sientan representados en cada decisi¨®n que se toma en democracia, para que no crean que su opini¨®n s¨®lo importa en elecciones.
Ahora que Espa?a preside la UE, debe extraer dos conclusiones de Porto Alegre: por un lado, los espacios ciudadanos son necesarios para la pol¨ªtica; por otro, los pol¨ªticos tenemos que ser receptivos a las demandas de la gente. Por ello, es necesario que durante las cumbres oficiales europeas se faciliten espacios para los foros paralelos, porque no podemos permitir que las democracias hagan o¨ªdos sordos a las propuestas que los ciudadanos comprometidos -a menudo asociados en f¨®rmulas diferentes al cl¨¢sico partido pol¨ªtico- est¨¢n formulando.
Como subray¨® Jos¨¦ Saramago, 'sonaron las campanas en Porto Alegre para el mundo'. Desde este momento, la agenda pol¨ªtica no la pueden marcar exclusivamente las grandes corporaciones econ¨®micas. Su elaboraci¨®n tampoco puede ser un coto cerrado para Gobiernos y parlamentos. Los ciudadanos, a trav¨¦s de los foros paralelos, tienen en sus manos la capacidad de influir en los objetivos pol¨ªticos, porque dentro del marco establecido existe una forma de organizaci¨®n mediante la que proclamar que otro mundo es posible. Nos toca tender las pasarelas y los puentes, recuperar la utop¨ªa.Miles de personas, cientos de pueblos, decenas de lenguas, gentes de distintas generaciones, representantes de diferentes corrientes de la izquierda plural, ciudadanos y ciudadanas comprometidos con las m¨¢s diversas causas a favor de la justicia social... A todos ellos ha sido capaz de reunirlos, como en un puzle multicolor, el Foro Social Mundial de Porto Alegre. A modo de un rompecabezas, las piezas acabaron encajando, porque compart¨ªan una idea: la necesidad de llevar a cabo un cambio, la voluntad de no resignarse ante una mundializaci¨®n neoliberal que, pudiendo adoptar otras formas, nos muestra su cara m¨¢s desagradable, m¨¢s injusta, m¨¢s desigual.
Muchas son las ense?anzas que yo he extra¨ªdo del Foro Social. En Porto Alegre se puso de manifiesto que la necesidad de avanzar hacia un mundo distinto y las ganas de construirlo nos hacen libres. ?sta es, a mi entender, una energ¨ªa imparable capaz de transformar la realidad, de sembrar el futuro. Porque, a pesar de lo que piensan algunos, Porto Alegre no ha sido una reuni¨®n de cuatro ut¨®picos desgre?ados, sino un foro del que emerge un aut¨¦ntico caudal de utop¨ªa.
Desde Porto Alegre se puede canalizar una corriente de energ¨ªa que debe influir en la conciencia del mundo de forma muy clara: el modelo de globalizaci¨®n impuesto no nos gusta ni nos convence. Existe una alternativa. A partir del momento en que se llega a esta conclusi¨®n, surge una pregunta: ?c¨®mo modificar el actual estado de cosas? La respuesta la aportaron los dirigentes del Partido de los Trabajadores, que pusieron el acento en la pasi¨®n c¨ªvica por participar en la vida p¨²blica. Seg¨²n su planteamiento, se hace imprescindible fomentar la implicaci¨®n de los ciudadanos. Yo me identifico plenamente con esta idea, convencida como estoy de que es necesario instalar este motor de cambio en las estructuras pol¨ªticas y en las instituciones.
Por tanto, la verdadera lecci¨®n de Porto Alegre radica en lograr que, con la complicidad ciudadana, la fuerza que corri¨® por sus arterias se traduzca en respuestas y que se materialice en reformas institucionales, as¨ª como en modificaciones en la agenda pol¨ªtica, de tal modo que las reivindicaciones del foro se incorporen a las preocupaciones de los pol¨ªticos.
Los asistentes al Foro de Porto Alegre expresaron su voluntad de no plegarse ante una globalizaci¨®n injusta en su actual modelo. Los nuevos movimientos sociales de ¨¢mbito global -tales como las organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD)- constituyen una vacuna contra la apat¨ªa resignada, una medicina de la que hay mucho que aprender y que es necesario recetar. Esta vacuna ya fue capaz de demostrar a los m¨¢s esc¨¦pticos que el individualismo imperante puede pasar a un segundo plano cuando el coraz¨®n y la raz¨®n caminan juntos; se vio su fuerza en la Cumbre de Doha, en la que se dieron grandes pasos para garantizar el acceso de los pa¨ªses en desarrollo a los medicamentos gen¨¦ricos.
Estoy absolutamente convencida de que podemos lograr otro modelo de globalizaci¨®n. Y no lo afirmo bas¨¢ndome en ilusiones juveniles o en utop¨ªas sin fundamento. Lo sostengo apelando a las experiencias que ya se llevan a cabo en algunos lugares en los que la ciudadan¨ªa ha despertado de su letargo y est¨¢ contestando a la globalizaci¨®n impuesta. De hecho, Porto Alegre acaba de demostrar que su filosof¨ªa ya ejerci¨® una influencia sobre el otro foro mundial, el de Davos. ?ste ha sido un primer ¨¦xito de Porto Alegre. Tender l¨ªneas entre ambos y buscar elementos comunes representa tambi¨¦n un reto para el futuro.
El Foro de Porto Alegre s¨®lo adopt¨® un lema: Otro mundo es posible. El reto, ahora, consiste en plasmar esta idea con las miras puestas en un nuevo orden mundial. En Brasil qued¨® plasmada la necesidad de construir redes ciudadanas que amalgamen diversas asociaciones y causas, pero tambi¨¦n la voluntad de buscar aliados en la pol¨ªtica real, entre los pol¨ªticos m¨¢s comprometidos con la defensa del cambio, de la democracia radical, de la justicia, de la igualdad de derechos, de la eliminaci¨®n de la pobreza y de la paz.
La izquierda se juega su futuro en este envite. As¨ª debe entenderlo la socialdemocracia europea, si no quiere permanecer al margen del cambio. Es necesario que los l¨ªderes de los partidos progresistas -algunos con una representaci¨®n excesiva en el foro, otros clamorosamente ausentes- se pronuncien, sin ambages, ante desaf¨ªos como la condonaci¨®n de la deuda y la tasa Tobin. Deben tambi¨¦n ejercer su liderazgo, desde una perspectiva propia, en temas como el establecimiento de la paz en zonas de conflicto y la recuperaci¨®n de la democracia en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Tampoco pueden restar importancia al llamamiento que se dirigi¨® a la ciudadan¨ªa: la izquierda debe conseguir que los ciudadanos se sientan representados en cada decisi¨®n que se toma en democracia, para que no crean que su opini¨®n s¨®lo importa en elecciones.
Ahora que Espa?a preside la UE, debe extraer dos conclusiones de Porto Alegre: por un lado, los espacios ciudadanos son necesarios para la pol¨ªtica; por otro, los pol¨ªticos tenemos que ser receptivos a las demandas de la gente. Por ello, es necesario que durante las cumbres oficiales europeas se faciliten espacios para los foros paralelos, porque no podemos permitir que las democracias hagan o¨ªdos sordos a las propuestas que los ciudadanos comprometidos -a menudo asociados en f¨®rmulas diferentes al cl¨¢sico partido pol¨ªtico- est¨¢n formulando.
Como subray¨® Jos¨¦ Saramago, 'sonaron las campanas en Porto Alegre para el mundo'. Desde este momento, la agenda pol¨ªtica no la pueden marcar exclusivamente las grandes corporaciones econ¨®micas. Su elaboraci¨®n tampoco puede ser un coto cerrado para Gobiernos y parlamentos. Los ciudadanos, a trav¨¦s de los foros paralelos, tienen en sus manos la capacidad de influir en los objetivos pol¨ªticos, porque dentro del marco establecido existe una forma de organizaci¨®n mediante la que proclamar que otro mundo es posible. Nos toca tender las pasarelas y los puentes, recuperar la utop¨ªa.
Leire Paj¨ªn Iraola es secretaria de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG de la Comisi¨®n Ejecutiva Federal del PSOE.
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