Sinton¨ªa amable desde Llodio
La solemne mesa oval de Ajuria Enea dej¨® hace unos d¨ªas sus habituales usos pol¨ªticos para convertirse en el testigo de una conversaci¨®n informal entre la escritora Espido Freire y el lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe. El coloquio lo pudieron disfrutar ayer los oyentes de las emisoras de SER Euskadi en la primera de una serie de emisiones que confrontar¨¢n personajes p¨²blicos con una caracter¨ªstica en com¨²n, en un mano a mano sin intermediarios.
Y el asunto com¨²n en este caso es el lugar de procedencia. El lehendakari y la escritora son naturales de Llodio, pero con unos a?os de distancia: Juan Jos¨¦ Ibarretxe naci¨® en 1957 y (Laura) Espido Freire en 1974. Y esta separaci¨®n casi generacional se nota, como se pudo comprobar en el inicio de la conversaci¨®n. La m¨¢s joven recuerda con cari?o 'el parque del Marqu¨¦', mientras que el ex alcalde de Llodio se acuerda de un coto privado que era propiedad del marqu¨¦s de Urquijo.
'En el fondo soy un reconvertido', coment¨® Ibarretxe sobre su humanismo
'?Es usted un voyeur de la cocina?', le pregunt¨® Espido Freire con decisi¨®n
Era un primer contacto, la entrada a una conversaci¨®n que hab¨ªa comenzado con una charla informal en el recibidor de la residencia oficial del lehendakari. All¨ª, Espido le revel¨® que le¨ªa las obras literarias en la lengua original en que se escribieron, aunque con el griego ten¨ªa algunas dificultades. Menos mal.
Al poco rato pasaron a la famosa sala de la mesa en la que se han firmado algunos de los compromisos m¨¢s importantes de los ¨²ltimos a?os, empezando por el Acuerdo de Ajuria Enea. Pero la ocasi¨®n estaba m¨¢s destinada al intercambio de impresiones sobre cultura, el papel de la mujer en la sociedad contempor¨¢nea y el propio pueblo natal.
Espido Freire aportaba cierto atrevimiento en la falda de su traje, con estampado de piel de serpiente. Su perfil, despu¨¦s de haber tomado de postre melocotones helados, aparec¨ªa m¨¢s l¨¢nguido que nunca. Quiz¨¢s le faltaba cierta chispa para provocar cambios de ritmo en el pedalear constante y un tanto cansino del discurso de Ibarretxe.
As¨ª que la conversaci¨®n se presentaba sin grandes sorpresas. El lehendakari record¨® el Llodio de su infancia, en aquellos a?os sesenta de auge industrial, pero en los que todav¨ªa se viv¨ªa en un pueblo sin autom¨®viles, donde se jugaba en la calle al escondite o al bote. Pero la infancia no ten¨ªa mucho futuro en una charla supervisada por c¨¢maras de televisi¨®n y asesores presidenciales. Hab¨ªa que ir al Ibarretxe pol¨ªtico, faceta que, por otra parte, ocupa m¨¢s de la mitad de su vida. Ah¨ª fue cuando se descubri¨® alguna que otra contradicci¨®n en el lehendakari. 'En el fondo soy un reconvertido', coment¨®, y no se refer¨ªa a su papel en la crisis industrial de la localidad alavesa.
El presidente se refer¨ªa a esa voluntad humanista que persigue quien ha estudiado Econ¨®micas. 'Aunque siempre he sido de ciencias, tengo claro que no se puede ser un buen profesional si no se tiene una formaci¨®n human¨ªstica', le dijo a la escritora, quien aprovech¨® para preguntarle por el futuro del pa¨ªs.
Aqu¨ª, la radio, ese gran medio de comunicaci¨®n, consigui¨® que lo que se anunciaba como una entrevista sopor¨ªfera si hubiera sido en directo, se convirtiera en una charla amena. Ayer se pudieron escuchar los fragmentos m¨¢s interesantes de un di¨¢logo que se presentaba como un mon¨®logo sobre las ventajas de la negociaci¨®n, las virtudes ilusionadoras del Guggenheim o la capacidad creadora de los vascos para conseguir la paz y la libertad.
Menos mal que Espido Freire le pregunt¨®: '?Le gusta cocinar o es usted un voyeur de la cocina?' El lehendakari confes¨® que ten¨ªa cierta pr¨¢ctica con los pucheros y las sartenes y que lo ¨²ltimo que hab¨ªa preparado era un bacalao con piperrada, versi¨®n del Club Ranero bilba¨ªno pasada por Ajuria Enea.
Poco a poco fue llegando el relajo. La gastronom¨ªa todo lo cura porque crea lo que Ibarretxe denomin¨® 'entorno de solidaridad' y que se podr¨ªa resumir en la habitual y general aceptaci¨®n de los comensales de los platos que prepara el cocinero aficionado. Quiz¨¢s por eso, cocinar es la actividad que m¨¢s le gusta de todas las actividades dom¨¦sticas.
Ante esta sinton¨ªa culinaria, lleg¨® entonces el momento tierno. 'Lo que m¨¢s nos gusta que nos digan en esta vida es 'te quiero', afirm¨®, refiri¨¦ndose a su esposa y a sus dos hijas, quien ha ejercido el poder en momentos dif¨ªciles, lo que corrobor¨® la autora de Diabulus in musica. Para que luego se diga que es dif¨ªcil entenderse con uno del mismo pueblo.
El acuerdo tambi¨¦n resulta f¨¢cil si hay que hablar sobre el papel de la mujer en la sociedad contempor¨¢nea, un asunto pol¨ªticamente correcto donde los haya. 'Cuestionemos la masculinidad', dijo el padre de familia, sin olvidar la coletilla del discurso habitual: 'tambi¨¦n en la construcci¨®n de la paz y la libertad'. La referencia son los pa¨ªses del Norte y Centro de Europa. 'Tenemos que copiar de aquellos que lo hacen mejor que nosotros, sin ning¨²n temor, y ah¨ª donde la mujer tiene una mayor presencia en la vida pol¨ªtica o empresarial, se vive mejor; es indudable', dijo el lehendakari. El presunto debate, que se qued¨® en intercambio de pareceres, llegaba a su fin.
Quedaban las nuevas tecnolog¨ªas, imprescindibles ya en cualquier actividad. As¨ª lo hab¨ªa descubierto recientemente Ibarretxe en un caser¨ªo de un pueblo guipuzcoano. en el que controlan las ovejas latxas con c¨¢maras de v¨ªdeo conectadas al ordenador. '?El Gran Hermano ovejil!', exclam¨® Espido Freire para terminar.
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