M¨¢s sobre inmigraci¨®n y delincuencia
En los ¨²ltimos tiempos estamos asistiendo a lo que se podr¨ªa denominar un 'doble lenguaje' en la forma de analizar y solucionar los problemas que plantea el fen¨®meno de la inmigraci¨®n por parte de nuestras autoridades administrativas. Por una parte, responsables de comunidades aut¨®nomas que m¨¢s de cerca experimentan dicho fen¨®meno (caso, por ejemplo, de la Comunidad Valenciana) parecen haber comenzado a asumir la complejidad que el mismo plantea y argumentan p¨²blicamente la necesidad de que se pongan en marcha pol¨ªticas de integraci¨®n. Por otra, responsables de la Administraci¨®n del Estado, con una visi¨®n m¨¢s parcial, insisten en presentarnos el fen¨®meno del flujo de ciudadanos de otros pa¨ªses a nuestro pa¨ªs como un problema meramente policial o de seguridad ciudadana.
Aunque desconocemos con exactitud las cifras (y me temo que tampoco las conocen con precisi¨®n nuestras autoridades policiales), no se puede negar que exista un porcentaje de inmigrantes que cometen delitos y, por supuesto, frente a tales comportamientos criminales todos estamos de acuerdo en que hay que poner en marcha los mecanismos policiales y judiciales necesarios para atajarlos e intentar erradicar las bolsas delincuenciales que de esta forma se generen. Pero la definici¨®n y la resoluci¨®n de los problemas que la inmigraci¨®n plantea no se pueden abordar como si ¨²nicamente se tratara de una cuesti¨®n de orden p¨²blico o de seguridad ciudadana, sino como lo que son: problemas complejos de gesti¨®n de los flujos de poblaci¨®n que implican la puesta en marcha de pol¨ªticas transversales (por utilizar una expresi¨®n ahora tan de moda) que combinen el an¨¢lisis y la soluci¨®n de problemas en los ¨¢mbitos sanitario, educativo, asistencial, laboral e, incluso, en el de las relaciones exteriores con los pa¨ªses que exportan voluntaria o involuntariamente parte de su poblaci¨®n. Por ello, presentar todos los problemas que la inmigraci¨®n plantea como meros problemas policiales, ya sea de contenci¨®n del flujo, ya de control de la delincuencia de los inmigrantes, supone una simplificaci¨®n que, como tal, no da una imagen fidedigna de la realidad. Al mismo tiempo, tambi¨¦n supone una desafortunada simplificaci¨®n atribuir los incrementos en los ¨ªndices de delincuencia al aumento, sin m¨¢s, del flujo de inmigrantes. Y digo desafortunada porque la reiteraci¨®n p¨²blica, por parte de responsables pol¨ªticos, de un mensaje de tales caracter¨ªsticas puede tener, a medio plazo, un efecto muy negativo sobre la forma y manera en la que el ciudadano espa?ol medio contemple a los nacionales de otros pa¨ªses que se han instalado en Espa?a, fomentando un rechazo que incremente su desintegraci¨®n y su marginaci¨®n. Con lo cual, por mucho que el mensaje fuera cien por cien veraz en su contenido, en nada contribuye a resolver el estado de cosas sino, m¨¢s bien, a agravarlo. Y digo simplificaci¨®n porque las bolsas de delincuencia que generan los inmigrantes est¨¢n en una buena parte provocadas por la propia situaci¨®n de ilegalidad a la que les aboca la legislaci¨®n de extranjer¨ªa (v¨¦ase, en este sentido, mi art¨ªculo Inmigraci¨®n y delincuencia, en EL PA?S, edici¨®n Comunidad Valenciana, 11 de octubre de 2001). Igualmente, en nada favorece a la integraci¨®n de los inmigrantes el que nuestra Administraci¨®n estatal no sea capaz de gestionar m¨¢s r¨¢pida y eficazmente los permisos de residencia y trabajo de los extranjeros en Espa?a, lo que hace que sean in¨²tiles muchas de las ofertas de trabajo presentadas como requisito por los peticionarios, arrojando a los inmigrantes que se encuentran en esa situaci¨®n de incierta espera, al empleo clandestino, a la prostituci¨®n o a la delincuencia. De modo que aun siendo cierto que la delincuencia aumenta por culpa de los inmigrantes, no podemos dejar de tener presente que, en la valoraci¨®n de ese incremento, se debe de analizar tambi¨¦n la incidencia que sobre el mismo tiene el propio comportamiento del Estado que puede estar actuando como un involuntario factor crimin¨®geno para la poblaci¨®n inmigrante, al fabricar una nueva clase de pobres y marginados (que, como tales, son actuales o potenciales delincuentes), porque les est¨¢ vedando, al impedir u obstaculizar la legalizaci¨®n de su estancia, el acceso a los logros sociales (empleo, asistencia sanitaria, educaci¨®n, familia, etc.) que, por regla general, posibilitan a los individuos llevar una vida al margen de la delincuencia. Aparte de ello, el an¨¢lisis de las causas que inciden en el incremento del ¨ªndice de delincuencia es, como el de cualquier otro fen¨®meno social de gran escala, de una gran complejidad y requiere de bastante meditaci¨®n y estudio. Entre otras cosas porque hay que someter a an¨¢lisis la propia metodolog¨ªa de la elaboraci¨®n de los ¨ªndices, especialmente, en un pa¨ªs como el nuestro en el que la estad¨ªstica criminal no goza de buena reputaci¨®n, porque tradicionalmente no se ha hecho con rigor ni sobre bases o criterios cient¨ªficos. De modo que para darle credibilidad a esos datos sobre delincuencia habr¨ªa que empezar por saber qui¨¦n los elabora y c¨®mo se elaboran; es decir, a qu¨¦ fuentes se recurre, qui¨¦n recopila los datos y c¨®mo se recopilan, qui¨¦n los procesa y c¨®mo se procesan, qui¨¦n los contrasta y c¨®mo se contrastan, etc. Posteriormente, es necesario tomar en consideraci¨®n otros factores que tambi¨¦n son determinantes para elaborar el mapa delincuencial de una zona geogr¨¢fica y que tienen que ver, por ejemplo, con las cifras de eficacia policial y judicial, con el comportamiento de las v¨ªctimas en relaci¨®n a la denuncia, etc. En resumen, la cuesti¨®n es de una gran complejidad y, precisamente por ello, habr¨ªa que ser muy cautelosos a la hora de lanzar mensajes a la opini¨®n p¨²blica cuyo efecto sobre la poblaci¨®n o sobre sectores de la poblaci¨®n es incontrolable y puede terminar por provocar m¨¢s conflictos que beneficios.
Bernardo del Rosal Blasco es S¨ªndic de Greuges de la Comunidad Valenciana.
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