Bush y el 'eje del mal'
En toda desgracia se puede encontrar un elemento de consuelo. Abonado desde hace a?os a la cadena de televisi¨®n rusa NTV, soy v¨ªctima de los sinsabores judiciales de su propietario, Vladimir Gussinski, que, refugiado en Israel, cubierto de deudas, acab¨® por perder el control de su cadena. Se dedic¨® entonces a emitir los programas de TV6, perteneciente al otro oligarca en fuga, Boris Berezowski. Despu¨¦s, a principios de a?o, esa cadena se liquid¨® a su vez, y ahora s¨®lo recibo im¨¢genes incoherentes -pel¨ªculas, programas de variedades- y no telediarios. Termin¨¦ por llamar a Gibraltar -en ese para¨ªso fiscal, Gussinski ha establecido su sector internacional- y me contestaron que probablemente entre las siete de la tarde y las nueve de la noche emitir¨ªan el programa de noticias. El 29 de enero, hacia las siete de la tarde encend¨ª, por si acaso, la televisi¨®n y, en lugar del informativo, recib¨ª una extensa retransmisi¨®n del discurso de George W. Bush al Congreso sobre el estado de la Uni¨®n. En parte fue un espect¨¢culo aterrador de histeria colectiva con la participaci¨®n de parlamentarios, miembros del Gobierno y militares de alto rango. Aplaud¨ªan de pie una frase de cada dos del presidente y con particular entusiasmo su descripci¨®n del 'eje del mal' -Ir¨¢n, Irak y Corea del Norte-, que trae a la memoria el antiguo eje Berl¨ªn-Roma-Tokio. Los tres pa¨ªses del 'mal' preparan, seg¨²n George W. Bush, armas de exterminaci¨®n masiva, nucleares, qu¨ªmicas y biol¨®gicas, pero, precis¨® levantando de nuevo la voz: 'No voy a esperar a que el peligro se concrete'. A juzgar por lo desbordante de la ovaci¨®n de la sala, mucho m¨¢s hist¨¦rica que las anteriores, se dir¨ªa que los aviones estadounidenses y sus marines est¨¢n ya de camino a Bagdad, Teher¨¢n y Pyongyang. Al d¨ªa siguiente los sondeos mostraron que la popularidad de Bush en su pa¨ªs hab¨ªa alcanzado el punto m¨¢ximo (83% de aprobaci¨®n) y que los norteamericanos esperan acciones que confirmen las amenazas verbales del presidente.
Seg¨²n la definici¨®n de un ministro franc¨¦s, Estados Unidos es una 'hiperpotencia'. Lleva tres generaciones de ventaja en armamento tecnol¨®gico respecto a sus aliados europeos; y, por otra parte, ha podido llevar a cabo solo la guerra de Afganist¨¢n. Pero no por ello es todopoderoso.
La diatriba de George W. Bush no ha perjudicado en nada a los reg¨ªmenes de Teher¨¢n, Bagdad y Pyongyang, y ha sembrado el desconcierto entre sus aliados en la regi¨®n y un poco en todo el mundo. S¨®lo fue aplaudido en Israel y dio alas a los dirigentes de la Administraci¨®n de Washington que se definen como aliados de Ariel Sharon (Paul Wolfowitz, n¨²mero dos del Departamento de Defensa; Lewis Libby, brazo derecho de Dick Cheney; Robert Perle, influyente consejero del propio Bush). Un editorialista de la misma tendencia, William Safire, escribi¨® en el New York Times lleno de entusiasmo que, si en una obra de teatro se pone un rev¨®lver sobre la mesa en el primer acto, puedes estar seguro de que alguien disparar¨¢. Afortunadamente, el teatro de la pol¨ªtica internacional es mucho m¨¢s complicado y el camino que lleva de un discurso hist¨¦rico a la guerra puede ser muy largo.
Empecemos por el m¨¢s d¨¦bil de los pa¨ªses del 'mal', Irak, para se?alar que no existe ning¨²n movimiento clandestino o en el exilio capaz de ofrecer una alternativa al r¨¦gimen de Sadam Husein. Los grupos de la oposici¨®n, instalados en Londres o en Riad, est¨¢n tan divididos que ser¨ªa imposible utilizarlos, en un gui¨®n a lo afgano, como un ej¨¦rcito interior apoyado por la aviaci¨®n. La idea de formar una fuerza de 70.000 kurdos en el norte y unos pocos shi¨ªes menos en el sur es pura fantas¨ªa. Si tuviera alg¨²n fundamento, tendr¨ªamos conocimiento de que en Irak hay una guerra civil en marcha. Parece claro que el r¨¦gimen de Bagdad es malo y que est¨¢ muy quebrantado por las sanciones que sufre desde hace m¨¢s de diez a?os, pero no que est¨¦ bajo la amenaza de una ca¨ªda que, por otra parte, sus vecinos ¨¢rabes, incluida Arabia Saud¨ª, gran aliada de Estados Unidos, no desean en absoluto.
La situaci¨®n es a¨²n m¨¢s compleja en el caso de Ir¨¢n, que poco a poco est¨¢ saliendo de su fase fundamentalista. El poder judicial y algunas otras instituciones importantes siguen en manos de los ayatol¨¢s, guiados por el sucesor de Jomeini, el ayatol¨¢ Jamenei, pero en las elecciones parlamentarias y presidenciales se vot¨® a un ayatol¨¢ liberal, Mohamed Jatam¨ª. Y lo que es m¨¢s, los iran¨ªes han sido desde el principio enemigos ac¨¦rrimos de los talibanes y amenazaron m¨¢s de una vez con invadir Afganist¨¢n. No es de extra?ar, pues, que, tras el 11 de septiembre, el ministro de Asuntos Exteriores brit¨¢nico, Jack Straw -el aliado m¨¢s cercano de Estados Unidos- fuera a Teher¨¢n y obtuviera el permiso de que la aviaci¨®n estadounidense sobrevolara el territorio iran¨ª. Por otra parte, no hace mucho, un barco de armas iran¨ªes fue interceptado por los israel¨ªes, que acusan a Teher¨¢n y a Yasir Arafat de ser c¨®mplices en la organizaci¨®n del terrorismo en Israel. Se trata de una versi¨®n muy unilateral, pero Washington se niega a escuchar otra opini¨®n. Y desde la lejana ¨¦poca de Carter, los estadounidenses tienen cuentas que ajustar con Ir¨¢n. No obstante, es dudoso que est¨¦n en condiciones de atacar este pa¨ªs, que con sus 55 millones de habitantes es mucho m¨¢s grande que Afganist¨¢n y est¨¢ mucho mejor armado.
Est¨¢, por ¨²ltimo, Corea del Norte, tratada desde hace tiempo como un 'Estado rebelde' y ascendido por Bush al rango de pa¨ªs del mal. Kim Jong-il, hijo y sucesor de su padre, el fundador de la rep¨²blica 'socialista', Kim Il-sung, realiz¨® el a?o pasado un largo viaje a Rusia, en tren -nunca coge el avi¨®n-, y se mostr¨® bonach¨®n, bastante amable y en absoluto terrorista. Adem¨¢s, podemos preguntarnos d¨®nde habr¨ªan podido cometer atentados los coreanos del Norte, a no ser en Corea del Sur, con la que estaban en guerra. Sea como sea, el Gobierno de Clinton firm¨® acuerdos con Kim Jong-il, que se comprometi¨® a no realizar pruebas con misiles a cambio de recibir una central at¨®mica estadounidense. Pero el gesto principal de reconciliaci¨®n con el mundo exterior fue la visita de Kim Dae Jung, presidente de Corea del Sur, a Pyongyang, inicio de un proceso que aspiraba a la reunificaci¨®n de los dos pa¨ªses de la pen¨ªnsula. Esta pol¨ªtica, muy popular, recibi¨® un golpe fatal durante una cumbre entre George W. Bush y Kim Dae Jung, en marzo de 2000, en Washington, lo que determin¨® las dificultades del l¨ªder surcoreano. El presidente estadounidense visita hoy y ma?ana Se¨²l, pero su discurso hist¨¦rico del 29 de enero disip¨® las ¨²ltimas esperanzas de hacer que se avenga a razones. Observemos de paso que, dado que Kim no puede aspirar a otro mandato presidencial, Lee Hoi Chang es el que tiene m¨¢s posibilidades de imponerse, y tambi¨¦n es un ardiente partidario de la reconciliaci¨®n con Corea del Norte. ?Qu¨¦ sentido puede tener la violenta diatriba de George W. Bush contra este ¨²ltimo pa¨ªs?
La respuesta m¨¢s sencilla reside en la necesidad de tener enemigos para justificar unos gastos enormes en armamento. Al a?adir otros 40.000 millones de d¨®lares a un presupuesto militar que de por s¨ª supera todo lo que Europa, Rusia y China juntas gastan en sus ej¨¦rcitos, George W. Bush ha tenido que inventar 'el eje del mal'. En Europa la izquierda se muestra a menudo reticente ante esta teor¨ªa del 'keynesianismo militar' estadounidense, y defiende los argumentos sobre la ineficacia de semejante pol¨ªtica para la econom¨ªa global. No pretendo entrar aqu¨ª en este debate y me limito a se?alar que el escudo antimisiles s¨®lo puede dirigirse contra pa¨ªses que tengan armas nucleares, en este caso Rusia y China. Bush les ha justificado e incluso ha pretendido que son sus amigos. Ha tenido que inventarse unas potencias at¨®micas -que ni siquiera aspiran a serlo- y las ha reunido en su 'eje del mal'.
El presidente de Estados Unidos quiere presentarse adem¨¢s como un jefe de guerra para que sus amigos, en la C¨¢mara de Representantes y en el Senado, puedan hacer frente a los electores a principios de noviembre con alguna esperanza de ¨¦xito. En su discurso prefiri¨® no decir nada sobre el caso Enron, la quiebra m¨¢s grande en la historia de Estados Unidos, en el que sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos -y ¨¦l mismo- tendr¨ªan cuentas que rendir. Tampoco dijo nada sobre el d¨¦ficit presupuestario, que puede pesar en la vida cotidiana de sus compatriotas. Por lo tanto, hacer que dure el clima de guerra es el mejor medio que tiene George W. Bush para conservar su popularidad y que los candidatos de su partido se beneficien de ella. Es l¨®gico pero muy peligroso, porque el mundo exterior no puede seguirle en su af¨¢n belicoso (verbal, afortunadamente). Jacques Chirac ya le advirti¨® con anterioridad de que no dividiera al pa¨ªs en 'buenos y malos'. Tambi¨¦n ¨¦l tiene un plazo electoral por delante y no quiere dejar a sus adversarios de izquierdas el monopolio de las cr¨ªticas a la histeria de George W. Bush.
Por ¨²ltimo, ?qu¨¦ se puede decir de Rusia y China? Tarek Aziz, vicepresidente de Irak, se encontraba en Pek¨ªn el mismo d¨ªa del discurso, el 29 de enero, y sus anfitriones chinos le expresaron tambi¨¦n su solidaridad. En Mosc¨², en cambio, Vladimir Putin cerr¨® la boca y no dijo nada. S¨®lo hace unos d¨ªas, con ocasi¨®n del Foro de Davos, celebrado esta vez en Nueva York, el primer ministro ruso, Mija¨ªl Kasianov, hizo una declaraci¨®n muy ambigua sobre la necesidad de verificar las diferentes acusaciones antes de actuar. Es mejor que nada, pero eso no impide a los l¨ªderes de la Duma expresar juicios mucho m¨¢s severos. El 23 de mayo, cuando George W. Bush llegue a Mosc¨², se ver¨¢ por la acogida popular si refleja los sentimientos reales de este pa¨ªs.
K. S. Karol es experto franc¨¦s en temas de Europa del Este.
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