'Haga patria, queme un banco'
Mientras siguen los cacerolazos, la justicia de Argentina acumula ya 16.000 denuncias contra el 'corralito'
En una pintada en la pared de un banco de Mar del Plata puede leerse: 'Haga patria, queme un banco'. Frente a otra entidad de cr¨¦dito cuelga un cartel con una propuesta no menos amable: 'Bin Laden, por favor, no te olvides del Citi'. Cacerolazos, ocupaciones de oficinas bancarias, roturas de vidrios y persianas y ataques a cajeros autom¨¢ticos y camiones de transporte de caudales aumentan d¨ªa tras d¨ªa en Argentina. La violencia asoma como efecto de la impotencia y la desesperaci¨®n de aquellos que tienen sus fondos bloqueados en el corralito, que dif¨ªcilmente recuperar¨¢n en la moneda original, o sea en d¨®lares. En todo caso no antes de 2003, seg¨²n los planes de reprogramaci¨®n de las cajas de ahorro, plazos fijos y cuentas corrientes establecidos por el Banco Central.
El 28 de febrero expira el plazo para la pesificaci¨®n de parte de los dep¨®sitos bancarios. Quienes no acepten las nuevas condiciones, que transforman los d¨®lares en pesos (al tipo de cambio de 1,40), tendr¨¢n que esperar un m¨ªnimo de dos a?os para recuperar sus ahorros en la moneda de origen. Como era de prever, el d¨®lar es la moneda que todos anhelan. Incluso los que antes la despreciaban.
A medida que se acerca la fecha fat¨ªdica, arrecia la protesta ante lo que la clase media considera lisa y llanamente un robo. Ladrones es la huella que los manifestantes dejan con aerosol en sus recorridos de protesta en distintas oficinas bancarias. Los lunes, mi¨¦rcoles y viernes los afectados por el corralito, cacerola en mano, exteriorizan su enojo ante los bancos del centro de Buenos Aires, que bajan las persianas por temor a destrozos. Pero cada d¨ªa que pasa, las acciones se extienden a otros barrios. 'Menem me dej¨® sin trabajo, Duhalde me dej¨® sin ahorros, ?qu¨¦ har¨¢ el pr¨®ximo?', grita airado un ahorrador en una de las acciones de protesta. 'No van a tener paz hasta que nos devuelvan los ahorros', advierte una mujer.
Ayer fue el turno del Citibank, Banco Galicia, Banco R¨ªo-BSCH, BankBoston y Scotiabank, en La Recoleta, el barrio m¨¢s pijo de Buenos Aires. Por el camino, los domicilios de algunos pol¨ªticos como el ex presidente Ra¨²l Alfons¨ªn son blanco de los improperios de los manifestantes. 'Chorros [ladrones]
deposit¨¦ d¨®lares, quiero d¨®lares', proclama un cartel que enarbola un hombre de mediana edad. 'Hemos sido estafados por el banco, queremos que nos devuelvan los dep¨®sitos en la moneda original. No a la pesificaci¨®n', grita otro. Ante la que se avecina los bancos cierran las puertas a cal y canto, con los clientes dentro. M¨¢s vale prevenir. La presencia policial en cada oficina no impide, en muchos casos, las pintadas, el lanzamiento de huevos y de otros objetos. Mientras unos prefieren las cacerolas y los actos de denuncia callejera, otros optan por la v¨ªa legal con el objetivo de inundar de recursos de amparo el Palacio de Justicia. La C¨¢mara federal en lo Contencioso Administrativo est¨¢ al borde del colapso. Las acciones legales contra el corralito llegan a 16.000 y nadie duda de que, al promedio actual de 1.200 denuncias diarias, a fin de mes superar¨¢n las 20.000. Los ahorradores y abogados se cuentan por miles en las largas colas frente al edificio de los tribunales. Es una aut¨¦ntica avalancha. Los recursos son contra el Estado, el poder ejecutivo, el Banco Central y el banco particular donde los denunciantes tienen el dinero incautado. Es imposible que los recursos den alg¨²n resultado en un pa¨ªs en quiebra cuyos niveles de producci¨®n son los menores en 10 a?os, seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.