La fuerza y la virtud
Acto primero. Hace casi treinta a?os conoc¨ª en Bilbao a algunos j¨®venes laboralistas ilusionados por trasladar a las Magistraturas de Trabajo la experiencia italiana del 'uso alternativo del derecho'. Trataban de legitimar las 'praxis emancipatorias' contra la dictadura, mediante ardides o triqui?uelas procesales que, seg¨²n cre¨ªan, deb¨ªan de convencer a sus clientes-obreros de que ninguna justicia pod¨ªa esperarse de un uso ortodoxo de la ley.
Uno de estos j¨®venes abogados, pasada la transici¨®n, se present¨® en las Cortes Constituyentes con el sobrenombre de Ortzi, que pienso hac¨ªa alusi¨®n al espacio sideral que le separaba de nuestras humanas cabezas. Aunque en Iparralde tambi¨¦n se usa para designar la tempestad. El caso es que mientras el joven parlamentario discurr¨ªa por su particular firmamento oponi¨¦ndose aguerridamente a la Constituci¨®n espa?ola, la naciente democracia estrenaba eficaces procedimientos para la garant¨ªa de los derechos fundamentales. El garantismo constitucional acab¨® convirtiendo en una pintura na?f aquellos a?os de denuncia de los derechos sin contenido real. Los derechos individuales de la ciudadan¨ªa pod¨ªan dejar de ser papel mojado.
'La alternativa al gobierno por las leyes es el gobierno por la arbitrariedad'
Acto segundo. El pasado a?o, la Universidad del Pa¨ªs Vasco convoc¨® una c¨¢tedra de Ciencia Pol¨ªtica a la que aspiraba Ortzi. Pero la profesora Edurne Uriarte tuvo la osad¨ªa de presentarse como candidata. Y eso que le hab¨ªan advertido que deb¨ªa atarse los machos si se empe?aba en competir con el se?or de las tempestades. Pero esta mujer es cabezota y como se ha librado de una bomba que le pusieron en el ascensor de su Facultad, cree ahora que puede enfrentarse a los poderes de ultratumba. El caso es que el tribunal decidi¨® que la candidatura de Ortzi no alcanzaba el nivel cient¨ªfico que el puesto requer¨ªa y propuso, por cuatro votos contra uno, que la plaza se adjudicara a la profesora Uriarte.
Acto tercero. Instalados en la tempestad, la semana pasada el comit¨¦ de reclamaciones de la Universidad estim¨® una de las catorce impugnaciones formuladas por Ortzi. Reconoci¨® que le asiste el derecho en la queja de que algunos miembros del tribunal no explicaron suficientemente las razones que les llevaron a negarle el voto.
Estimada la impugnaci¨®n la c¨¢tedra permanecer¨¢ sin proveer; vagando, como alma en pena, por la b¨®veda del purgatorio, a la espera de que los tribunales de justicia lo remedien.Algunos, incluso creen, que ninguno de los dos candidatos se merece ahora tal honor, despu¨¦s del lamentable espect¨¢culo ofecido por ambos. Por contra, el firmamento aborrascado augurado por Ortzi se ha precipitado sobre las cabezas de los regidores universitarios. Incomprensiblemente, nadie reclam¨® de los miembros del tribunal que se apresten a motivar las razones de su decisi¨®n.
Parece que el personal prefiere repartir estopa difundiendo juicios demoledores sobre las intenciones y sobre el coraje del comit¨¦ de reclamaciones. Hasta que alguien se atreve a formular la gran pregunta a la que algunos parecen haberse ya contestado: ?por qu¨¦ hay que guardar las formas garantistas del estado de derecho con quienes se vanaglorian cada d¨ªa de despreciarlo?.
En tiempos del franquismo yo cre¨ªa que su perversi¨®n nos hac¨ªa buenas a las personas que nos opon¨ªamos al r¨¦gimen. Pero ETA nos demostr¨® hasta la saciedad que no era as¨ª. Tambi¨¦n nos equivocamos al pensar que pod¨ªamos menospreciar la 'democracia formal' porque reclam¨¢bamos una democracia material. Hoy s¨¦ que no hay democracia sin cumplimiento de las formalidades jur¨ªdicas ni al margen de los procedimientos legales. La democracia es la t¨¦cnica de gobierno por las leyes y no por la libre voluntad de los gobernantes. La alternativa al gobierno por las leyes es el gobierno por la arbitrariedad.
Si no lo entendemos, el fanatismo propalado por el terror pasar¨¢ a nosotros sin sentirlo y un d¨ªa nos descubriremos imit¨¢ndoles: tan fan¨¢ticos e intolerantes y habiendo perdido nuestra fuerza m¨¢s importante, que es la fuerza de la raz¨®n.
Encontr¨¦ el lema que preside estas l¨ªneas en el frontispicio de un edificio p¨²blico centroeuropeo: 'Vicit vim virtus' (S¨®lo la virtud vence a la fuerza). Que no es la virtud en un sentido mojigato, sino en el sentido romano, de la fuerza interior basada en la raz¨®n y en la ley.Es una disyuntiva falsa la que nos invita a contraponer la obtenci¨®n de la justicia frente a la aplicaci¨®n de la ley, incluso en sus m¨¢s formales garant¨ªas. Porque nada hay m¨¢s alejado de la aspiraci¨®n democr¨¢tica de la justicia que un pa¨ªs en el que sus gobernantes, incluidos quienes rigen los asuntos universitarios, hagan gala en satisfacer sus aspiraciones pasando por encima de la ley.
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