Milosevic 1, Del Ponte 0
'Le pido al tribunal que me deje marchar. No me veo con fuerzas de seguir. Por favor', rog¨® un testigo tras el careo con el acusado
Slobodan Milosevic demostr¨® ayer estar dominado por la fascinaci¨®n del horror. Primero quebr¨® la resistencia de Agim Zeqiri, el primer testigo albanokosovar v¨ªctima del Ej¨¦rcito serbio presentado por la acusaci¨®n ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, que acab¨® abandonando la sala. Luego intent¨® hacer lo mismo con el segundo. Sus modos de abogado implacable chocaron, sin embargo, con la fortaleza de Fehim Elshani, otro vecino de Kosovo, que calific¨® de absurdas varias de las preguntas del acusado de La Haya.
La jornada empez¨® con un nuevo rev¨¦s para el equipo de la fiscal Carla del Ponte. Despu¨¦s de perder al testigo Kevin Curtis, investigador de la ONU, porque presentaba declaraciones escritas, se qued¨® sin Agim Zeqiri. Este campesino de 49 a?os hab¨ªa soportado apenas el dur¨ªsimo careo de Milosevic la tarde del mi¨¦rcoles, pero ayer no pudo m¨¢s. Si empez¨® relatando con gran entereza la p¨¦rdida de 16 miembros de su familia a manos de las fuerzas serbias en marzo de 1999, la destrucci¨®n de su aldea de Celina, al suroeste de Kosovo, y la paliza que le dieron los soldados, al final se derrumb¨®. La perspectiva de ser interrogado de nuevo por el acusado, que es su propio abogado, le result¨® insoportable. 'Le pido al tribunal que me deje marchar. No me veo con fuerzas de seguir. Por favor', rog¨® a su presidente, el juez Richard May, que le excus¨®.
Zeqiri parti¨® desarbolado y su lugar lo ocup¨® a continuaci¨®n Fehim Elshani, otro alban¨¦s de Kosovo, de 67 a?os, que trabajaba para el servicio de contabilidad social del municipio de Nagafc. Sin mirar en ning¨²n momento a Milosevic, y mucho menos atribulado que su predecesor, Elshani explic¨® que las fuerzas serbias les hab¨ªan advertido que se vengar¨ªan de los albaneses si la OTAN decid¨ªa bombardear. 'A la ma?ana siguiente del 25 de marzo de 1999, horas despu¨¦s de que cayeran los primeros obuses occidentales, empez¨® el terror. Los soldados lo quemaron todo y nos obligaron a marcharnos a Albania', dijo sereno. Tambi¨¦n asegur¨® que antes del ¨¦xodo hab¨ªa perdido su empleo por ser 'de la etnia equivocada'.
Cuando lleg¨® el momento del careo, Milosevic entr¨® a saco exigi¨¦ndole que aclarara lo de su expulsi¨®n hacia Albania. '?C¨®mo es posible que diga que le echaron de su tierra si era usted un ciudadano yugoslavo?', pregunt¨®. 'No s¨¦ c¨®mo explicarlo. Seguramente fueron ¨®rdenes suyas', contest¨® el testigo. Imperturbable, Milosevic permaneci¨® callado mientras Elshani describ¨ªa la forma en que el Ej¨¦rcito retuvo en la frontera a unas 20.000 personas atemorizadas y c¨®mo los soldados tiraron luego su documentaci¨®n a un contenedor lleno de pasaportes antes de empujarles a Albania. En ese momento, y cuando parec¨ªa que el antiguo presidente serbio iba a formular otra pregunta, lo que reson¨® en la sala fue una advertencia sorprendente para el juez May: 'Le aconsejo que le diga al testigo que conteste s¨ª o no. De otro modo no acabaremos nunca', dijo irritado.
May no se inmut¨®, pero acab¨® haci¨¦ndole a Elshani algunas de las preguntas que ¨¦ste se negaba a contestarle a Milosevic. La m¨¢s notoria fue acerca de su destino una vez dentro de Albania. 'Y a usted qu¨¦ le importa', le hab¨ªa espetado a Milosevic. Seg¨²n explicar¨ªa, una sobrina suya de nueve a?os necesitaba una pierna nueva y M¨¦dicos sin Fronteras les ayud¨® a evacuarla a Francia. El tercer testigo, Halil Morina, tambi¨¦n labrador alban¨¦s de Kosovo, s¨®lo inici¨® ayer su declaraci¨®n. La reanudar¨¢ el lunes.
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