La biograf¨ªa de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a s¨ª mismo
Se edita en espa?ol 'El guardi¨¢n de los sue?os', despiadado examen del escritor escondido
As¨ª que J. D. Salinger no es el hombre brillante, sensible, lleno de inteligencia, sentido del humor y sentimiento tragic¨®mico de la vida que se adivina en sus libros. Seg¨²n su hija Margaret A. Salinger, es m¨¢s bien lo contrario: un ego¨ªsta sin sensibilidad, un machista que hizo sufrir a sus mujeres y las abandon¨® en cuanto disent¨ªan, un tipo capaz de convertir a su familia en una secta, un iluminado entregado sin acierto a hacer de su vida su gran obra. Estas revelaciones son el motor de El guardi¨¢n de los sue?os, la biograf¨ªa-ajuste de cuentas que publica Debate.
El libro oscila entre la admiraci¨®n por la obra y el rencor por su manera de ser
Como los suicidas de sus libros, volvi¨® de la guerra con una depresi¨®n monumental
'Nacido en Nueva York en 1919, Jerome David Salinger se gradu¨® en una academia militar y asisti¨®, muy brevemente, a dos universidades'.
Este m¨ªnimo retazo de informaci¨®n es casi todo lo que dice la biograf¨ªa habitual de este misterioso y genial escritor, a lo cual se suele a?adir que su obra m¨¢s importante, El guardi¨¢n entre el centeno (1951), le consagr¨® como autor de culto y convirti¨® a Holden Caulfield, su protagonista, en prototipo del adolescente rebelde y confuso que busca la verdad lejos del mundo hip¨®crita de los adultos.
Se sabe tambi¨¦n que Salinger se convirti¨® en un hura?o ermita?o tras su temprano ¨¦xito literario (El guardi¨¢n... es hoy un cl¨¢sico incombustible: ha vendido en torno a 800.000 ejemplares en Espa?a y millones m¨¢s en el mundo, y suma y sigue); que el escritor se recluy¨® en Cornish, New Hampshire (cumpliendo el sue?o expresado en su primer libro), y que all¨ª fue dando forma a algunos libros m¨¢s: Nueve cuentos (1953), Franny y Zooey (1961) y Levantad, carpinteros, la viga maestra y Seymour: una introducci¨®n (1963).
?Pocos? Suficientes para entrar en la historia de la literatura, meterse en el coraz¨®n de los lectores y convertirse en un mito escurridizo, en el mayor exponente de escritor-Bartleby, aquel c¨¦lebre escribiente de Melville que dec¨ªa: 'Preferir¨ªa no hacerlo'.
Todas, o casi todas sus obras, tratan sobre lo mismo: los preferir¨ªa no vivir de los hermanos Glass (Seymour, Boo Boo, Franny, Zooey, Buddy, Walt, Walker), j¨®venes precoces, brillantes, extremadamente sensibles y muchas veces con tendencias suicidas que, como en el inolvidable cuento Un d¨ªa perfecto para el pez pl¨¢tano, acaban cumpli¨¦ndose.
El perfil de esos ni?os recuerda en cierto modo al de Margaret Ann (Peggy) Salinger (1956), hija mayor del escritor, licenciada cum laude en Derecho que, en esta biograf¨ªa escrita a espaldas del padre (ver El guardi¨¢n...), se muestra como una mujer que ha sufrido horrores: una infancia a caballo entre el sue?o del pap¨¢ perfecto y la pesadilla del pap¨¢ diab¨®lico, frecuentes ataques de p¨¢nico, un hijo con graves problemas de salud, cinco abortos...
En la p¨¢gina 431 escribe: 'Para mi padre, tener alg¨²n fallo es motivo de repulsi¨®n, tener un defecto es ser un desertor, un traidor, o una traidora. No me extra?a en absoluto que su mundo est¨¦ tan vac¨ªo de personas reales ni que sus personajes de ficci¨®n se suiciden tan a menudo'.
Pero m¨¢s all¨¢ de la discutible legitimidad de la hija para juzgar (y airear) la vida elegida por su padre -una vida, dice ella, dedicada a so?ar, a estar lejos de la realidad, seg¨²n la creencia m¨ªstica de que todo es maya, ilusi¨®n; pero a la vez una vida llena de dolor, susceptibilidad y necesidad de los otros-, el libro est¨¢ escrito entre la admiraci¨®n por la obra del escritor y el rencor por su manera de ser.
Un hombre que cree que llevar a sus hijos dos semanas de vacaciones a Inglaterra es el sacrificio m¨¢s grande que puede hacer un padre es realmente un tipo singular, y quiz¨¢ por eso la liberada Margaret Salinger cree justo pedir cuentas a quien, dice, predica una cosa y hace otra. La pr¨¦dica consiste en que no hay 'separaci¨®n entre su b¨²squeda de la iluminaci¨®n y su arte'; la realidad es que, con los dem¨¢s, es una persona cruel y miserable.
A ratos, Peggy Salinger escribe a navaja. Como cuando reprocha a su padre ser un ego¨ªsta absoluto ('se vuelve distante cuando se trata de tu dolor, pero su dolor se lo toma m¨¢s en serio que un c¨¢ncer'). O al criticar la 'defensa enardecida de su intimidad o de la santidad de sus obras y sus palabras', cosa que, dice, 'no tiene nada de indiferente'.
Pero, finalmente, admite la profundidad de los abismos de su padre: 'Me parece que ¨¦sta es la parte de su obra que llega tanto al p¨²blico que le adora y que tanto me desconcertaba a m¨ª: esa necesidad intensa de una persona andando por el borde de un precipicio' (la imagen de la que nace el t¨ªtulo de El guardi¨¢n entre el centeno). Y acaba aceptando el indudable m¨¦rito art¨ªstico: 'Mi padre se ha pasado la vida escribiendo cosas bellas'.
Pese a esto ¨²ltimo, muchos amantes de Salinger quiz¨¢ preferir¨¢n no leer este libro desmitificador, de un realismo duro, que nos mete en la locura salingeriana. Pero otros lo apreciar¨¢n, pues da informaci¨®n que no daba la biograf¨ªa de Ian Hamilton En busca de Salinger, e incluye varias fotos in¨¦ditas del autor.
El relato novelado es exhaustivo. Y tal vez la sorpresa m¨¢s conmovedora es comprobar lo cerca que est¨¢n vida y creaci¨®n.
Salinger naci¨® en una familia jud¨ªa que finalmente result¨® ser s¨®lo medio jud¨ªa (como sus personajes) porque la madre no lo era. Esa noticia provoc¨® una terrible crisis religiosa en el joven Salinger, que primero pas¨® del juda¨ªsmo al cristianismo, de ah¨ª a las ense?anzas de Yogananda, a la dian¨¦tica e incluso a la cienciolog¨ªa, sin descartar apenas ninguna fe de orientaci¨®n.
Jerome David fue apodado Sonny por su padre, que se dedicaba a un negocio de importaci¨®n de alimentos. Igual que Lionel, el protagonista del cuento En el bote (hijo de Boo Boo Glass), de muy ni?o Salinger siempre se estaba escapando de casa (lo cuenta su hermana, Doris). Tambi¨¦n sabemos que el padre sol¨ªa jugar con sus dos ni?os en la playa, cogi¨¦ndolos por la cintura para salvar las olas, y que les dec¨ªa: 'Estad atentos, a ver si veis un pez pl¨¢tano' (exactamente igual que Seymour Glass).
M¨¢s. Salinger, como muchos de sus protagonistas, estuvo destinado en Europa durante la II Guerra Mundial. Lleg¨® a sargento, y la hija lo cuenta sin piedad: 'Se incorpor¨® a filas en 1942 para empezar a transformarse de civil en militar. En adelante, nunca le vi hacer el retroceso de militar a civil'.
Como los suicidas de sus libros, volvi¨® de la guerra con una depresi¨®n monumental, hecha de agujeros negros de los que no parec¨ªa haber regreso. 'Castigado por el sufrimiento de no poder amar', su primera mujer fue Sylvia, una funcionaria nazi que conoci¨® en Alemania. La segunda, Claire, una novicia a la que sac¨® del convento, fue la madre de sus hijos, Margaret y Mathew. La actual, Colleen, tiene cincuenta a?os menos que el escritor.
Pero quiz¨¢ la clave de su existencia est¨¦ en sus dos m¨¢ximas: 'S¨®lo te inmiscuir¨¢s en asuntos de arte si piensas dedicarte mon¨¢sticamente', y 'usar¨¢s siempre la palabra m¨¢s sencilla'.
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