Muere J.D. Salinger, autor de 'El guardi¨¢n entre el centeno'

Un personaje misterioso, esquivo con los medios de comunicaci¨®n, del que apenas se conocen im¨¢genes. Jerome David Salinger, autor de El guardi¨¢n entre el centeno (1951), una novela que ha marcado a miles de j¨®venes de todo el mundo, falleci¨® ayer a los 91 a?os en New Hampshire (EE UU). El diario The New York Times, el primero en dar la noticia, lo califica de "recluso literario".

Escritor "de talento infinito", como le defini¨® Ernest Hemingway tras conocerle en Par¨ªs durante la segunda guerra mundial, a?os antes de que publicara su obra magna, Salinger llevaba lejos de la vida p¨²blica pr¨¢cticamente cinco d¨¦cadas, cuando tras el inesperado ¨¦xito de El Guardi¨¢n entre el centeno, convertido en best seller el mismo a?o de su publicaci¨®n, 1951, decidi¨® abandonar Nueva York e instalarse en el campo, en la misma casa en la que falleci¨®. Se acercaba as¨ª al deseo del mordaz y afilado protagonista de su novela, Holden Caufield, quien en un pasaje del libro afirma: "me gustar¨ªa encontrar una caba?a en alg¨²n sitio y con el dinero que gane instalarme all¨ª el resto de mi vida, lejos de cualquier conversaci¨®n est¨²pida con la gente".

"Hay una paz maravillosa en no publicar", declar¨® a The New York Times

[Lee aqu¨ª el arranque de El guardi¨¢n entre el centeno ]

Aquel libro, del que se han vendido m¨¢s de 60 millones de ejemplares en todo el mundo y del que a¨²n se venden 250.000 cada a?o, estaba dirigido a los adultos pero su protagonista inmediatamente se convirti¨® en el antih¨¦roe por excelencia de toda una generaci¨®n, la de los adolescentes crecidos en plena guerra fr¨ªa, que vieron en sus cr¨ªticas feroces contra el mundo y la moral de los a?os cincuenta el reflejo de sus propias inquietudes y angustias. El enfrentamiento entre el mundo de los j¨®venes y el de los adultos reflejaba tambi¨¦n el deseo universal de no crecer, otra cara de uno de los muchos sue?os americanos y que de alguna manera, se repite generaci¨®n tras generaci¨®n -de ah¨ª su ¨¦xito universal-. La novela, en la que Holden Caufield rememora en primera persona desde un hospital psiqui¨¢trico los d¨ªas posteriores a su expulsi¨®n del colegio, se convirti¨® en novela de culto, algo que fue llevado al extremo por uno de sus m¨¢ximos fans, Mark David Chapman, el hombre que asesin¨® a John Lennon en 1980. Chapman lleg¨® a citar el libro del escritor como el lugar en el que encontrar la explicaci¨®n a aquel acto.

Quiz¨¢ parte de la fascinaci¨®n que despierta El guardi¨¢n... se deba tambi¨¦n al halo de misterio que ha rodeado a su autor. Una de las pocas im¨¢genes que de ¨¦l se conservan lo muestran en actitud amenazante contra el fot¨®grafo. Huy¨® de los focos y del ruido medi¨¢tico. S¨®lo concedi¨® una entrevista, en 1974 a The New York Times y por v¨ªa telef¨®nica, para defender su vida privada.

"Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pac¨ªfico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasi¨®n de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribrir. Pero escribo s¨®lo para m¨ª mismo y para mi propio placer", dijo Salinger en aquella ¨²nica entrevista [l¨¦ela en ingl¨¦s].

Un ni?o problem¨¢tico

Al igual que Holden, Salinger tambi¨¦n fue un ni?o problem¨¢tico que fue expulsado de diferentes escuelas. Nacido en Nueva York en 1919, comenz¨® a escribir en su adolescencia, a la luz de una linterna bajo las s¨¢banas y durante los cuatro a?os que sirvi¨® en el ej¨¦rcito durante la II Guerra Mundial, siempre llev¨® consigo una m¨¢quina de escribir. Pronto comenz¨® a buscar colaboraciones en diversas revistas y fue The New Yorker (su revista de referencia, que hoy publica en versi¨®n digital todas sus colaboraciones) la que identific¨® su talento y con la que firm¨® un contrato de casi exclusividad. Fue ah¨ª donde pudieron leerse los primeros fragmentos de El guardi¨¢n entre el centeno, aunque Holden Caulfield hab¨ªa visto la luz a?os antes en una historia titulada Last Day of the Last Furlough, publicada en 1944.

En la cima de su fama Salinger decidi¨® apartarse del mundo. Se mud¨® a Cornish e hizo de su casa una suerte de fortaleza inexpugnable. Encontrarle se convirti¨® casi en deporte nacional entre la prensa, que se ha pasado especulando sobre ¨¦l y su extra?a vida desde entonces. Todav¨ªa tres obras suyas ver¨ªan la luz: Franny and Zooey (Franny y Zooey), en 1961, Raise High the Roof Beam, Carpenters and Seymour: An Introduction, en 1963 (Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducci¨®n) y, su ¨²ltima pieza publicada, Hapworth 16, 1924, un cuento corto que llen¨® las p¨¢ginas de The New Yorker, en junio de 1965.

Contra las ediciones ilegales y contra lo que ¨¦l consideraba invasiones a su intimidad, Salinger y sus abogados lanzaron numerosas querellas. La ¨²ltima, en julio de 2009, que proh¨ªbe la publicaci¨®n del libro de un autor sueco cuyo protagonista es un Holden Caulfield septuagenario.

En 2000 su hija, Margaret, public¨® unas memorias tituladas Dream Catcher (El guardi¨¢n de los sue?os), que permiti¨® a sus incondicionales descubrir algo m¨¢s de la vida privada de Salinger: all¨ª se retrata a un hombre que viv¨ªa en semirreclusi¨®n, consagrado a su obra y tir¨¢nico con sus familiares. Entregado primero al budismo, luego a la Cienciolog¨ªa y despu¨¦s a la Ciencia Cristiana: un enfermo que beb¨ªa su propia orina y estaba obsesionado con la religi¨®n. Margaret llega incluso a decir que abus¨® de su segunda mujer, Claire Douglas, a la que mantuvo como una "virtual prisionera".

Lee todos los relatos que J. D. Salinger public¨® en la revista The New Yorker (en ingl¨¦s)