Pobre, oscuro y mediocre

Hay pocos manuales serios, m¨¢s all¨¢ de El Pr¨ªncipe, que nos ense?en cu¨¢les son los comportamientos debidos en el mundo de lo p¨²blico. Quiz¨¢ por eso, por la elasticidad de las pol¨ªticas y los pol¨ªticos que nos sirven de referencia contempor¨¢nea, asistimos con desconcierto a los usos y maneras del Gobierno andaluz y su presidente, Manuel Chaves.

Algo sabemos de los gobiernos de coalici¨®n. Hemos estado atentos a los gobiernos brit¨¢nicos de finales de los 70, de conservadores o laboristas indistintamente aliados con los liberales; al Gobierno austriaco, con un partido filonazi cogobernando con muchos problemas; o al Gobierno alem¨¢n, socialistas y verdes con alguno que otro chirrido salvado con acierto y justeza. Pues bien, en Andaluc¨ªa, la coalici¨®n gobernante se hab¨ªa comportado hasta ahora como un bloque, guste menos o m¨¢s. Ha sido un bloque por mantener un discurso homog¨¦neo tanto para gobernar como oponerse, votando siempre juntos (las excepciones han sido insignificantes), mimetizados los unos con los otros en objetivos, planteamientos, pol¨ªticas y hasta principios. Pero lleg¨® la crisis. Crisis por el cese de un miembro del Gobierno y el nombramiento de otros. Crisis que ni siquiera en la forma o la apariencia ha respetado la figura del presidente del Consejo de Gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa.

Ni siquiera en la apariencia se ha respetado la figura del presidente de la Junta

El Gobierno andaluz no debe ni puede cambiar consejeros para llenar o mejorar escaparates

Est¨¢ claro que ambas fuerzas se necesitan, es l¨®gico que hayan pactado, es previsible que se coordinen en programas, objetivos y acci¨®n ejecutiva... Ahora bien, no son dos gobiernos. Por tanto, el secretario general del Partido Andalucista no puede marcar los tempos de manera tan descarada y el Gobierno andaluz no debe ni puede cambiar consejeros para llenar, cambiar o mejorar escaparates. El Gobierno andaluz tiene la obligaci¨®n de dar cuenta, de explicar cada movimiento y de hacer los cambios oportunos para mejorar en lo posible la gesti¨®n de los intereses de todos los andaluces, viniendo las conveniencias pol¨ªticas y las oportunidades s¨®lo por a?adidura.

Hemos le¨ªdo y o¨ªdo pocas, muy pocas explicaciones de la reciente crisis de Gobierno. Y todas han sido andalucistas. No ha sido, la verdad, muy feliz la justificaci¨®n que, a¨²n hoy, se nos debe. S¨®lo periodistas y pol¨ªticos tenemos una ligera idea de lo ocurrido despu¨¦s de lo que nos han transmitido, sin duda invit¨¢ndonos a malear en nuestra imaginaci¨®n la verdadera historia del desencuentro, su desarrollo y sus protagonistas. Deducimos, eso s¨ª, que el presidente Chaves no ha opinado, no ha sostenido siquiera ligeramente el tim¨®n, no ha puesto pegas, no ha ayudado, no se ha ocupado, no ha sentido la crisis como propia por no ser socialista, no se ha planteado encajarla en sus planes ni en la habitual ausencia de los mismos, no ha puesto los intereses del gobierno y por tanto de los andaluces por encima de nada. No ha sido el presidente, sino el escribiente, un ¨ªmprobo funcionario con autorizaci¨®n de firma para gestar un acto administrativo.

Todo esto resulta un poco pobre, oscuro y mediocre. Andaluc¨ªa podr¨ªa ser hasta imparable: tenemos la riqueza natural, tenemos los andaluces (algunos, incluso, son del Partido Andalucista), nos falta la ambici¨®n y nos sobra el falso ejercicio de euforia sin indicadores que la sustenten. Nos falta gestionar las crisis y los repuntes en positivo. Nos falta un gobierno para Andaluc¨ªa.

Joaqu¨ªn L. Ram¨ªrez es presidente del PP de M¨¢laga y vicesecretario general de Relaciones Institucionales del PP-A.