Los problemas del cardenal

Quienes proclamaron hace tres a?os que el cardenal Rouco contaba con todas las complacencias de Roma, incluso para aspirar al papado, se han quedado sin voz a punto de cumplirse el primer trienio del prelado al frente de la CEE. Rouco llega a la plenaria de los obispos con m¨¢s sombras que luces, tras los esc¨¢ndalos que ha soportado la Iglesia cat¨®lica a prop¨®sito de Gescartera, el arbitrario despido de profesores de religi¨®n, las acusasiones de estafa elevadas a Roma por un ex director de las Obras Misionales Pontificias, el fracaso sin paliativos del llamado impuesto religioso que deb¨ªa desembocar en su autofinanciaci¨®n y, sobre todo, por los malentendidos surgidos hace un a?o por no suscribir el pacto antiterrorista porque era un documento pol¨ªtico.

'No somos un sumando m¨¢s', dijeron entonces los obispos para no aportar la firma al pacto contra ETA promovido por el PP y el PSOE. La campa?a en los medios de comunicaci¨®n habitualmente fieles al episcopado fue tan pertinaz que el propio Rouco tuvo que salir a dar explicaciones despu¨¦s de reconocer que la Iglesia estaba viviendo 'semanas de tribulaci¨®n', 'circunstancias dif¨ªciles' y 'dolores hasta el fondo del alma'. Ni la jubilaci¨®n anticipada -sutilmente forzada desde Roma- del obispo de San Sebasti¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n, hab¨ªa logrado poner sordina a los equ¨ªvocos de muchos eclesi¨¢sticos ante el azote terrorista.

Lo cierto es que los obispos llegan a la plenaria de hoy con sensaciones amargas, muy amargas. Algunos incluso ven en las cr¨ªticas el nacimiento de un nuevo anticlericalismo en Espa?a. Pero, casi siempre, las principales cr¨ªticas les llegan desde la propia Iglesia, de entre los te¨®logos y los fieles de base.