Pol¨ªtica y estad¨ªstica
La presidenta del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), Carmen Alcaide, ha lanzado varios mensajes en su comparecencia ante el Congreso para explicar la nueva metodolog¨ªa para la elaboraci¨®n del IPC (¨ªndice de precios de consumo), cuyo primer efecto ha sido una fuerte confusi¨®n en el mes de enero. Asegura la responsable directa de la estad¨ªstica oficial espa?ola, una excelente t¨¦cnica, que estamos ante un IPC m¨¢s adecuado a la realidad. Es casi seguro que tiene raz¨®n, y para eso se modifican los criterios de medici¨®n de los precios, siguiendo las normas europeas y tratando de adecuar la ponderaci¨®n de los productos a los h¨¢bitos reales de consumo. Y advierte que con este nuevo IPC deberemos acostumbrarnos a oscilaciones mensuales m¨¢s fuertes, de forma que en febrero o marzo -por ejemplo, cuando se anulen las ventajas de las rebajas- las subidas pueden ser de seis, siete u ocho d¨¦cimas. Tambi¨¦n esta explicaci¨®n es defendible, aunque suene al conocido refr¨¢n 'ponerse la venda antes de la herida'.
Lo que es m¨¢s discutible es que el INE, un organismo t¨¦cnico, se niegue a facilitar la serie del IPC de 2001 con los nuevos par¨¢metros, con el argumento de que no pueden publicarse dos cifras oficiales de IPC por las consecuencias legales que tendr¨ªa en los contratos ligados a la evoluci¨®n de los precios. ?se no es su problema. No se entiende por qu¨¦ el Gobierno no puede determinar cu¨¢l es la serie estad¨ªstica que tiene fuerza jur¨ªdica y hac¨¦rselo saber a los agentes econ¨®micos y sociales, con independencia de que se publique la serie hist¨®rica y los nuevos datos. Si as¨ª se hubiera hecho, se habr¨ªan tenido m¨¢s elementos para saber lo que realmente ocurre con los precios en la coyuntura espa?ola. No es posible aceptar en este caso las explicaciones de la presidenta del INE.
Tampoco parecen oportunas las quejas de Carmen Alcaide por la 'utilizaci¨®n pol¨ªtica' de las estad¨ªsticas, poque la opini¨®n p¨²blica y los partidos tienen derecho a debatir sobre los antecedentes y las consecuencias de las cifras. Eso es, por fortuna, pol¨ªtica. La credibilidad de las estad¨ªsticas espa?olas, muy deteriorada desde 1996 por el manejo que de ellas ha hecho sistem¨¢ticamente el Ejecutivo, no sufre porque se pidan aclaraciones o se critiquen los m¨¦todos de difusi¨®n de los indicadores, sino por la pertinacia en utilizar las mejoras estad¨ªsticas como si fueran avances reales de la econom¨ªa. Si hay ejemplos de utilizaci¨®n pol¨ªtica de los datos, el maestro es el Gobierno. Lo ha demostrado sobradamente.
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