Gobernar el sexo
Las noticias de transgresiones en lo sexual abundan. No suceden m¨¢s, sino que antes las quitaba la censura, y algunos compa?eros las ocultaban por 'mal gusto', y los empresarios porque apartar¨ªa lectores p¨²dicos. Quiz¨¢ sale la cienmil¨¦sima parte de lo que creemos que son transgresiones: pero transgresores somos nosotros, y nuestros visitantes a la fuerza nos miran como a un pa¨ªs de sinverg¨¹enzas que permiten que sus hijas hagan gimnasia delante de todos. Las noticias del d¨ªa en que escribo relatan casos: las fuerzas de intervenci¨®n o de pacificaci¨®n, los portadores de ayuda para pueblos hambrientos, cometen sus transgresiones. Y una ni?a de seis a?os ha denunciado a su padre por violaci¨®n y el juicio ha demostrado que era falso. Y la conversi¨®n de la sexualidad en violencia es el tema m¨¢s alto de alarma social despu¨¦s del terrorismo.
La l¨®gica tendencia es acentuar las que parecen m¨¢s aberrantes: las que cometen los que hacen oficio de bondad y sacrificio, los que han ido a defender y hacen v¨ªctimas, sobre todo las ni?as, alg¨²n ni?o. La tendencia del lector es detestar a los autores y pedir r¨¢pidamente su castigo. En muchos casos las gentes acuden espont¨¢neamente a las comisar¨ªas o a los juzgados para insultarlos y, si fuera posible, para lincharlos. La suposici¨®n de inocencia no existe.
Temo que algo pasa en el mundo con las normas de defensa y de libertad sexual, que nos impide saber por qu¨¦ se produce lo que odiamos. No es el tema sexual el ¨²nico: ning¨²n delito se termina de examinar, ni sus causas o sus efectos, como antes, cuando la verdad interesaba. Desde fines del XIX se empez¨® a estudiar la sexualidad, y sus estudiosos fueron malditos. Desde antes, la filosof¨ªa del derecho, el penalismo abierto, la sociolog¨ªa, trataban del delito como de algo m¨¢s que un castigo.
Estas maneras de comprensi¨®n que brotaron del libre pensamiento se est¨¢n agotando. Los que gobiernan el sexo y todos los comportamientos tratan de evitarlo porque puede parecer una defensa de ese delito, e incluso en algunos especialmente temibles el razonamiento de causas se ha convertido en delito en s¨ª mismo, como para con el terrorismo y la supuesta 'apolog¨ªa' y la conversi¨®n de la informaci¨®n en neutralidad punible.
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