20.02.2002, a las 20.02
Hay tres cosas que siempre me han fascinado del escritor y enigmista M¨¤rius Serra, a saber: su versatililidad, su honradez intelectual y esa gran capacidad que tiene para contagiar el entusiasmo. F¨ªjense que estas credenciales podr¨ªan avalar a un futbolista de ¨¦lite, tipo Laudrup, pero es que yo me imagino a M¨¤rius Serra en muchas m¨¢s tesituras. Puedo verle en el lejano oeste, intentando vender un elixir de la juventud a un grupo de cowboys desconfiados. Puedo vislumbrarle en el Senado romano, con toga y laurel y discuti¨¦ndole a Julio C¨¦sar ciertos aspectos de su pol¨ªtica ('Te tero Roma manu nuda date tela latete', le espetar¨ªa ¨¦l en un lat¨ªn de trabalenguas). Puedo imagin¨¢rmelo, en fin, como buf¨®n de la corte art¨²rica y como disc¨ªpulo aventajado de Leonardo, como confabulador de la Revoluci¨®n Francesa y como provocador al frente del movimiento surrealista, pero siempre lo veo apasionado y exaltado.
El enimigsta M¨¤rius Serra celebr¨® el capic¨²a del pasado mi¨¦rcoles con un marat¨®n de juegos s¨®lo aptos para verb¨ªvoros acreditados
De hecho, no hace falta ir tan lejos: el M¨¤rius Serra que conocemos vive su pasi¨®n por las palabras y el juego -por la cultura- sin moverse de nuestra era, de tal forma que un mi¨¦rcoles por la noche est¨¢ jugando una partida de Scrabble en el bar Queimada, junto a sus amigos, y el lunes siguiente -como ocurri¨® hace unas semanas- pisa el escenario del Piccolo Teatro de Mil¨¢n para compartir tablas con seis popes m¨¢s de la cultura l¨²dica como son Umberto Eco, Stefano Bartezzaghi, Jacques Roubaud, Marcelo B¨¦nabou, Jacques Jouet y Douglas Hofstadter.
Esta facilidad para deleitar y divertir (divertirse) qued¨® demostrada, una vez m¨¢s, el mi¨¦rcoles 20 de febrero en la Casa del Llibre, y la propici¨® la presentaci¨®n en sociedad de su nueva criatura literaria: verbalia.com (versi¨®n catalana publicada por Emp¨²ries, espa?ola por Pen¨ªnsula), pl¨¦tora de juegos de letras y sopa de palabras que lleva el shakespeariano subt¨ªtulo de Jugar, leer, tal vez escribir, y la p¨¢gina de Internet correspondiente (www.verbalia.com). Este nuevo libro es como la versi¨®n port¨¢til de ese monumental Verbalia que public¨® hace un par de a?os, convertido ya en obra de referencia para sabios y enfermos de los juegos de palabras. Quien lo haya hojeado alguna vez -leerlo de cabo a rabo es imposible, te supera-, sabr¨¢ que nada es casual en el pa¨ªs de Verbalia, y la cita de aquel mi¨¦rcoles, por supuesto, ten¨ªa un motivo secreto: festejar el 20.02.2002, es decir, 20 de febrero de 2002.
Bajo la invocaci¨®n de tama?o capic¨²a, ¨²nico en su especie, durante todo el d¨ªa se celebr¨® en la Casa del Llibre un encuentro de funambulistas del verbo y lud¨®patas de la palabra que, como no pod¨ªa ser de otra forma, termin¨® a las 20.02 horas. La parte competitiva, sin embargo, se desarroll¨® por la ma?ana. Un M¨¤rius Serra convertido en maestro de ceremonias reuni¨® para la ocasi¨®n a ocho especialistas y los puso a estrujarse el cerebro. Ah¨ª estaban los cr¨¢neos privilegiados del entretenimiento verbal, las mentes que programan todos los d¨ªas para nosotros crucigramas y dem¨¢s pasatiempos: Josep M. Mart¨ª, Pau Vidal -cronista y autor de los mots enreixats que se encuentran en este peri¨®dico, unas p¨¢ginas m¨¢s adelante-, Anna M. Gen¨ªs, Jaume Subirana, Salvador Alsius, Miquel Ses¨¦, Joan Ramon Manchado y Jep Ferret. Sentados a una mesa, codo con codo, los ocho intentaron solucionar los enigmas que les iba planteando Serra, todos de primera divisi¨®n.
Empezaron la competici¨®n con una sucesi¨®n de tetragramas, nombre l¨²brico, y continuaron con una serie de logogrifos. Tras la resonancia fant¨¢stica del logogrifo se esconde un juego de agudeza: se trata de descubrir qu¨¦ otras palabras oculta el orden de letras de una palabra dada; as¨ª, por ejemplo, Barcelona encubre una barca, una cabra, un balc¨®n, y adem¨¢s, si vamos a por nota, deber¨ªamos descubrir los anagramas bronc¨¦ala, balconera y abr¨®ncale. El tercer juego al que fueron sometidos los especialistas -La senyora qwerty- era menos rebuscado y permit¨ªa el lucimiento: se trataba de encontrar palabras que s¨®lo estuvieran compuestas por letras de la parte izquierda del teclado de una m¨¢quina de escribir, y supimos entonces que a veces el teclado miente (porque Aznar se escribe con la izquierda) y a veces no (Pujol s¨®lo necesita letras de la derecha). Al terminar esta tercera prueba, el verb¨ªvoro de EL PA?S, Pau Vidal, iba destacado, y sus ojos luc¨ªan el prestigioso brillo del triunfo, pero entonces, en el ¨²ltimo round, una p¨¢jara le llev¨® a la gloria menor del segundo puesto. Se trataba de una Subasta, una prueba que soy incapaz de describir pero que combina rapidez y cacumen y era vibrante incluso para los espectadores. Joan Ramon Manchado estuvo perfecto en ese lance del concurso y se llev¨® la victoria. Supe entonces que Manchado -por una letra no es un poeta inmaculado- trabaja como c¨¢mara de TV-3, es campe¨®n del mundo de Scrabble y est¨¢ pagando la hipoteca de su piso a base de ganar concursos de juegos de palabras. ?l y todos sus oponentes terminaron las tres horas de competici¨®n exhaustos, seguramente con el cerebro centrifugado, pero felices porque el anfitri¨®n, una vez m¨¢s, les hab¨ªa regalado el placer del juego por el juego. Mientras, M¨¤rius Serra ya estaba pensando c¨®mo ingeni¨¢rselas para distraer y divertir (divertirse) m¨¢s.
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