Plan energ¨¦tico mojado
El documento de pol¨ªtica energ¨¦tica que el Ministerio de Econom¨ªa ha enviado al Congreso dif¨ªcilmente puede considerarse como un plan estructurado. Se limita a encadenar objetivos de producci¨®n y demanda de energ¨ªa hasta el a?o 2010, sin explicar nunca las razones de la estructura y distribuci¨®n energ¨¦tica que se pretenden. Por ejemplo, se considera que en un marco global de crecimiento de la demanda energ¨¦tica del 3,4% anual, la demanda el¨¦ctrica crecer¨¢ el 3,7%; que el gas pasar¨¢ a representar el 22,5% del consumo final de energ¨ªa en 2010 (ahora es el 12,2%), y que la producci¨®n nuclear quedar¨¢ congelada en su nivel actual, lo cual equivale a reducir su importancia relativa en el balance energ¨¦tico.
Estas tres predicciones, junto con la disminuci¨®n paulatina de la producci¨®n energ¨¦tica derivada del carb¨®n, constituyen las vigas maestras de estas propuestas. Pero, tal como est¨¢n concebidas, su utilidad es dudosa. Cualquier previsi¨®n u objetivo debe responder a una l¨®gica econ¨®mica interna, a una orientaci¨®n pol¨ªtica y a una ordenaci¨®n de prioridades. En el texto no hay nada de eso. Se privilegia el gas y se reduce el carb¨®n porque ¨¦sa es la l¨ªnea de menor resistencia; pero no se dice qui¨¦n realizar¨¢ el esfuerzo de gasificar el pa¨ªs, qu¨¦ inversiones se aplicar¨¢n o c¨®mo se financiar¨¢n. Quiz¨¢ tampoco podr¨ªa decirlo el Gobierno aunque quisiera; porque, debido a la falsa liberalizaci¨®n de los mercados energ¨¦ticos que ha ejecutado, todav¨ªa mantiene suficiente capacidad de intervenci¨®n en las empresas como para asustar a los inversores potenciales en redes de distribuci¨®n, pero demasiado poca para obligar a las empresas que controlan los mercados a comprometer las inversiones necesarias.
En relaci¨®n a la energ¨ªa nuclear, el Gobierno ha preferido guardar silencio y acogerse a la comodidad de que las cosas contin¨²en como est¨¢n. Contrasta con el debate reabierto en otros pa¨ªses, en particular por los partidos conservadores, favorables a revisar los criterios que llevaron a su abandono. El documento se queda en un texto impreciso, redactado sin convicci¨®n, como quien cumple un enojoso tr¨¢mite. El Gobierno no parece dispuesto a que un compromiso de programaci¨®n energ¨¦tica, que obligar¨ªa a imponer criterios globales y arbitrar inversiones aut¨¦nticas, enturbie las relaciones que mantiene con las grandes empresas energ¨¦ticas, que le permiten adoptar decisiones arbitrarias al margen del mercado. Es papel mojado.
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