Garc¨ªa Lorca en la Alpujarra
No sabemos si Manuel de Falla estuvo, o no, alguna vez en la Alpujarra, quiz¨¢ s¨ª, pero nunca en compa?¨ªa de Federico Garc¨ªa Lorca.
Esto seguro que no, por m¨¢s que alg¨²n iluminado se empe?e en convencernos de que ambos estuvieron en ?rgiva en 1926, lugar donde -seg¨²n dice- se retrataron delante de una fuente, junto a Pepe Segura y Antonio Luna. Error de bulto, sin duda, que viene originando, una tras otra, metedura de pata por parte de los responsables culturales del Ayuntamiento de ?rgiva, siendo la ¨²ltima la inclusi¨®n de esta famosa instant¨¢nea en una muestra fotogr¨¢fica organizada con ocasi¨®n de conmemorarse, d¨ªas pasados, el primer centenario como ciudad. Exposici¨®n, por otro lado, y dicho sea de paso, digna de ser visitada y admirada, entre quijotes, en la biblioteca municipal.
Para desvelar este reiterado equ¨ªvoco, nada mejor que acudir al epistolario completo del poeta granadino y, en concreto, a una carta que a mediados de febrero de 1926 le escribe a su hermano Paco. En ella le cuenta y da raz¨®n de sendos viajes recientes: uno de dos d¨ªas a la Alpujarra (C¨¢?ar y Carat¨¢unas), invitado por Jos¨¦ Segura, y otro realizado d¨ªas despu¨¦s con el veh¨ªculo familiar, en compa?¨ªa de Manuel de Falla, Antonio Luna y el propio Jos¨¦ Segura, a Guadix y la Calahorra. A este ¨²ltimo viaje corresponde dicha fotograf¨ªa.
Una vez aclarado este entuerto, por otro lado necesario de aclarar, y en evitaci¨®n de males mayores, como ser¨ªa su anunciada publicaci¨®n, en un contexto mayor, aprovechamos para, sin salir de la mencionada carta a su hermano, conocer las impresiones que le produjeron a Federico su breve pero intensa estancia en la Alpujarra: 'Yo no he visto una cosa m¨¢s misteriosa y ex¨®tica. Parece mentira que est¨¦ en Europa. Los tipos humanos son de una belleza impresionante. Nunca olvidar¨¦ el pueblo de C¨¢?ar (el m¨¢s alto de Espa?a), lleno de lavanderas cantando y pastores sombr¨ªos. Nada m¨¢s nuevo literariamente. Hay, desde luego, dos razas perfectamente definidas. La n¨®rdica, galaica, asturiana, etc¨¦tera, y la morisca, conservada pur¨ªsimamente. Vi una reina de Saba desgranando ma¨ªz sobre una pared color rat¨®n y violeta, y vi a un ni?o de rey disfrazado de hijo de barbero. No hay comunicaciones. Son finos, hospitalarios y, excepto los secretarios del Ayuntamiento, tienen noci¨®n de la belleza del pa¨ªs. Ponen un acento oscuro a todas las s¨ªlabas. As¨ª dicen B¨²¨¦n¨®s di¨¢s. Como gracias a Dios ya ha pasado el romanticismo y no hay viajeros franceses ni ingleses que quieran hacer viajes l¨ªricos, la Alpujarra se conservar¨¢ bien...'.
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