Un respiro para los padres
El matrimonio de Coro, madre de dos hijas de dos y cuatro a?os, acab¨® en ruptura. En el momento de la separaci¨®n no ten¨ªa trabajo, ni tiempo para buscarlo. De golpe se encontr¨® con los obst¨¢culos de su nueva vida. Porque el juez fija las dietas que deben pagar el padre o la madre por la manutenci¨®n de los hijos, los psic¨®logos atienden a las parejas despu¨¦s del trauma... Pero, ?qui¨¦n se preocupa de los problemas pr¨¢cticos que padece una madre separada? ?O un viudo? ?Con qui¨¦n dejar a las ni?as para acudir a una entrevista de trabajo? A Coro se le present¨® esta situaci¨®n y recurri¨® a Asfamogi, la Asociaci¨®n de Familias Monoparentales de Guip¨²zcoa. En 24 horas ten¨ªa resuelto el problema: una de las voluntarias cuidar¨ªa de sus hijas mientras ella se presentaba como candidata a un puesto de trabajo que hoy es suyo.
Su objetivo es ayudar a los padres en el cuidado de sus hijos s¨®lo cuando surgen necesidades puntuales. No entra en competencia directa con el trabajo de las empleadas del hogar
La idea original es de la Asociaci¨®n de Mujeres Progresistas, que ha puesto en funcionamiento un servicio similar en otras ciudades espa?olas
Su caso es uno de los 250 de los que se ha ocupado Asfamogi desde que implant¨®, hace poco m¨¢s de dos meses, el programa Kanguras, creado para ayudar a los padres en el cuidado de sus hijos s¨®lo cuando surgen necesidades puntuales. 'No pretende ser ni una guarder¨ªa ni un miniclub', explica Gema Artola, presidenta de la asociaci¨®n. 'S¨®lo atendemos a los ni?os en los desfases que se producen con los horarios de entrada a la escuela y al trabajo o cuando los padres tienen que asistir a un curso de formaci¨®n o una entrevista laboral'. No es un servicio que entre en competencia directa con el trabajo de las empleadas del hogar.
Tregua
'A pesar de todo lo que se diga', denuncia Gema Artola, 'seguimos siendo las mujeres las que abrumadoramente nos hacemos cargo de los ni?os y las que tenemos que sacar las casta?as del fuego. Conocemos los problemas que se presentan y por eso hemos ido a lo pr¨¢ctico'. Buscan incluso f¨®rmulas para dar una tregua a padres y madres. Hace poco se les present¨® un nuevo caso, una madre con dos hijos con poca capacidad de desdoblarse. 'El mayor asiste a clases extraescolares y la peque?a suele estar enferma por problemas de bronquios', explica Artola. 'Y decidimos convertirlo en un servicio. La madre lleva al hijo mayor a sus clases y una cangura se queda con la peque?a en su casa'. Mientras tanto, la madre puede tomarse un caf¨¦.
Tampoco un programa exclusivo para los asociados. Pueden acogerse a ¨¦l personas con bajos recursos econ¨®micos o parejas con mayores posibilidades si afrontan el coste del servicio. Porque uno de los requisitos para acceder a Kanguras es no superar las 110.000 pesetas netas mensuales por unidad familiar con un solo hijo a su cargo o no rebasar las 140.000 en caso de que sean dos.
La mayor¨ªa de las personas llegan a Asfamogi derivadas por los servicios sociales, de infancia y familia de las instituciones, fundamentalmente de la Diputaci¨®n Foral de Guip¨²zcoa y del Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n. Pero tambi¨¦n hay quienes descuelgan directamente el tel¨¦fono y piden ayuda a la asociaci¨®n. 'Mire, mi mujer trabaja y sale de casa a las 7.30. Soy yo quien se queda a cargo de los ni?os y los lleva al autob¨²s para ir al colegio. Tengo horarios laborales flexibles, pero hay veces que me surgen viajes de negocios y nos volvemos locos para buscar a mi cu?ada o a alg¨²n familiar que pueda cuidar de ellos. Adem¨¢s, al final parece que estamos debiendo un favor. ?Podr¨ªamos optar a este servicio'. En su caso, s¨ª, pero afrontando el coste del programa.
Experiencia anterior
En estos momentos hay 15 canguras, acogidas a la ley del Voluntariado, que trabajan en dos o tres casos distintos al d¨ªa. Muchas son alumnas que han participado en los cursos de formaci¨®n o de auxiliar de enfermer¨ªa que imparte la asociaci¨®n y que entienden que la suya es una importante labor social. 'En una sociedad tan moderna como la nuestra, siguen faltando much¨ªsimas cosas b¨¢sicas', afirma Mar¨ªa Jes¨²s. 'Nos ocupamos de lo accesorio y olvidamos lo esencial'. ?Se considera una salvadora? 'No, pero al final yo tambi¨¦n soy madre y pienso que no me gustar¨ªa encontrarme en la situaci¨®n de estas personas. Ahora tengo tiempo libre y puedo echar una mano. Adem¨¢s me siento bien haci¨¦ndolo'.
Mariaje viste por las ma?anas a las hijas de Coro, les da el desayuno y las acompa?a a coger el autob¨²s del colegio, mientras su madre comienza su jornada laboral. Y por la tarde, a la inversa: espera a que salga de trabajar. ?Por qu¨¦ ella y no una cuidadora? 'Porque en Kanguras todo son beneficios y no hay ning¨²n inconveniente', responde Coro. 'S¨¦ que van a cuidar bien a las ni?as, que puedo recurrir a la asociaci¨®n cuando me surja un imprevisto, que no me tengo que preocupar si la cangura se pone enferma... Y me viene mucho mejor econ¨®micamente'.
Asfamogi puso en marcha el programa cuando supo que funcionaba en otras provincias y comunidades auton¨®micas espa?olas, -Madrid, Valencia, Castilla-La Mancha, Cantabria, Castilla y Le¨®n-a trav¨¦s de la Asociaci¨®n de Mujeres Progresistas, que trabaja en estos temas desde 1990. El Departamento de Bienestar Social de la Diputaci¨®n Foral de Guip¨²zcoa subvencion¨® la iniciativa. Despu¨¦s se sum¨® el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n, que vio en el servicio el complemento perfecto para su plan de empleo Auzolan. Ahora Asfamogi se enfrenta a un nuevo reto, planteado por el departamento foral de Econom¨ªa: implantar Kanguras en toda la provincia
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