'Soy cura casado para dar ejemplo con mi vida'
Julio P¨¦rez Pinillos es presidente de la Federaci¨®n Internacional de Sacerdotes Cat¨®licos Casados y ejerce plenamente el sacerdocio en una comunidad cristiana de Vallecas, un barrio obrero de Madrid donde se cas¨®, ante una veintena de curas, en 1977. Su trabajo a favor del celibato opcional es incesante y cuenta con el apoyo de no pocos prelados. 'A ti te ha tocado defender esa bandera, hazlo a tope', le dijo Pere Casald¨¢liga, el obispo de S?o Felix do Araguaia (Brasil).
?Desertores o profetas? ?Infieles o pioneros? ?En la Iglesia o al margen de la Iglesia? Julio P¨¦rez Pinillos, cura casado y padre de tres chicas, ejerce el sacerdocio en una comunidad cristiana de Vallecas, un barrio obrero de Madrid, y no quiere pol¨¦micas ni popularidad. Tampoco adjetivos. 'Soy sacerdote. No quiero ser m¨¢s que un sacerdote. Y soy un testigo sencillo, que intenta dar ejemplo con mi vida. No soy un intelectual, mi riqueza es la experiencia', dice. Su decisi¨®n de casarse sin abandonar el ministerio sacerdotal cuenta con la comprensi¨®n, y a veces el apoyo expl¨ªcito, de varios obispos y cardenales.
'El sacerdocio de la mujer, que defienden ya numerosos prelados, ser¨¢ revolucionario'
'La inmensa mayor¨ªa nos acepta: va al fondo del mensaje de Jes¨²s, no a las circunstancias'
P¨¦rez Pinillos preside la Federaci¨®n Internacional de Sacerdotes Casados Cat¨®licos, que representa a unos 100.000 eclesi¨¢sticos, y es desde hace a?os el hombre con m¨¢s atributos en el complejo movimiento eclesial que lucha pertinazmente por el celibato opcional, por abrir el sacerdocio a las mujeres y por mantener viva la esperanza de reforma al modo del Concilio Vaticano II. Tambi¨¦n es la voz en Espa?a del movimiento internacional de curas obreros, que tanta fuerza tuvo en los a?os setenta. [Un tercio de los curas de Girona reclam¨® la semana pasada la apertura de la Iglesia romana al celibato opcional e, incluso, el obispo Jaume Camprodr¨®n, que se jubil¨® en noviembre pasado como prelado de esa di¨®cesis, sugiri¨® a la Santa Sede la necesidad de ordenar a hombres casados para atender a parroquias vac¨ªas, cada d¨ªa m¨¢s numerosas, antes de acudir a importar curas j¨®venes de fuera, con dificultades para integrarse en la cultura local, dijo el ya em¨¦rito prelado].
Julio P¨¦rez Pinillos es sacerdote desde 1964, un a?o despu¨¦s de la muerte de Juan XXIII, el papa que se atrevi¨® a convocar a Roma a los obispos de todo el mundo para abordar aquel aggionarmento truncado. Como el ya beato pont¨ªfice, P¨¦rez Pinillos es tambi¨¦n hijo de agricultores (de Espinosa de Cerrato, Palencia, donde naci¨® en 1941), y fue durante tres a?os un jovenc¨ªsimo -y c¨¦libe- cura rural de la Castilla profunda. 'Estren¨¦ mi sacerdocio como p¨¢rroco de tres aldeas pobres, que apenas sumaban los 430 habitantes. La media de edad de los feligreses rondaba los 60 a?os y no hab¨ªa j¨®venes. Tuvieron que emigrar a la ciudad, as¨ª que vi c¨®mo los pueblos mor¨ªan'.
?l tambi¨¦n hizo la maleta, camino de alguna misi¨®n en ?frica. Pero par¨® en Madrid, busc¨® trabajo en una multinacional sueca de Vallecas, fue representante sindical de Comisiones Obreras en la clandestinidad, sufri¨® la reconversi¨®n -el despido- en la segunda oleada de la crisis industrial de la ¨¦poca y vivi¨® la muerte del dictador Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, en la c¨¢rcel de Carabanchel, donde hab¨ªa dado con sus huesos por repartir el bolet¨ªn de la JOC (Juventud Obrera Cat¨®lica). El cardenal Vicente Enrique y Taranc¨®n le hab¨ªa nombrado poco antes consiliario de esa organizaci¨®n de j¨®venes, primero en Vallecas y m¨¢s tarde para toda la archidi¨®cesis madrile?a.
'El cardenal Taranc¨®n era un hombre l¨²cido y cercano. La historia ya le reconoce su importancia para nuestra Iglesia, pero le reconocer¨¢ mucho m¨¢s. Ten¨ªa una gran capacidad para relativizar las tensiones, para dejar que la historia fuera avanzando sin sobresaltos ni tensiones, pero imparablemente', afirma. Pero el eclesi¨¢stico que salv¨® a P¨¦rez Pinillos en el momento crucial de su vida de pastor de almas fue Alberto Iniesta, el obispo auxiliar de Taranc¨®n para Vallecas. 'Mi mujer pidi¨® que fu¨¦ramos a verle juntos para decirle que nos cas¨¢bamos y nos escuch¨® con gran generosidad. Me dijo que el paso que ¨ªbamos a dar era dif¨ªcil, que nos enfrent¨¢bamos a una lucha dura y lenta, pero que si cre¨ªamos que era evang¨¦lico, el Evangelio no le permit¨ªa a ¨¦l decirnos que no era correcto lo que ¨ªbamos a hacer'.
?Sufrimiento? ?Rechazos? 'La gente me lo pregunta muchas veces, pero no. Siempre me he sentido acogido. Siempre. Cambiamos de parroquia por no forzar demasiado la conciencia de muchos cristianos tradicionales y nos fuimos a la parroquia pr¨®xima, en la misma zona, con los mismos compa?eros sacerdotes y con el mismo obispo, mientras yo segu¨ªa con mi trabajo en la f¨¢brica. Desde que sal¨ª de mi primera parroquia rural en Palencia, nunca he vuelto a cobrar un sueldo de la Iglesia' [Hoy se gana la vida como profesor en un colegio concertado de su barrio].
Cura c¨¦libe durante diez a?os. Cura casado desde 1977. Tres hijas con su mujer Emilia, coordinadora del movimiento eclesial Somos Iglesia, la mayor de las chicas, de 22 a?os, estudiante de Psicolog¨ªa en la Universidad de Coimbra (Portugal), P¨¦rez Pinillos querr¨ªa que alguna de sus hijas, si recibiera la llamada, pudiera ser sacerdote, cuando la jerarqu¨ªa supere con los hechos el miedo al sexo, la consideraci¨®n del hombre como un ser empecatado, y de la mujer como persona inferior y sujeto de malas tentaciones. Son obst¨¢culos evidentes, pero no insalvables para el sacerdocio femenino, si la Iglesia no quiere perder a la mujer. 'Eso s¨ª que ser¨¢ un paso revolucionario, dentro de una revoluci¨®n social m¨¢s amplia que necesita la Iglesia. Lo defienden ya numerosos te¨®logos y prelados; es un camino que no va a pararse', sostiene el sacerdote.
?C¨®mo fue su camino hacia el matrimonio tras diez a?os de r¨ªgido y convencido celibato? 'Me dej¨¦ enamorar de Emilia. Era compa?era de lucha reivindicativa y sindical y compartimos muchas conversaciones sobre el sentido de la vida y el mensaje de Jes¨²s. Otras mujeres hab¨ªan llamado a la puerta de mi coraz¨®n, sin yo permitir que se instalaran en ¨¦l, pero en 1975, desde la f¨¢brica, con una vivencia serena y profunda de la cercan¨ªa al pueblo obrero, Emilia y yo nos formulamos la siguiente pregunta: ?No ser¨¢ un paso m¨¢s de acercamiento al pueblo que nos casemos, formemos un hogar y una familia, y participemos en las mejoras que el barrio, la f¨¢brica y el colegio nos vayan pidiendo? ?No dar¨ªa esto un sentido m¨¢s vital a mi sacerdocio ministerial?'.
Se casaron en una iglesia de Vallecas, dos a?os m¨¢s tarde, en presencia de veinte curas y ante 250 personas, todas cat¨®licas comprometidas. Una ceremonia at¨ªpica, porque ni siquiera hab¨ªa pedido la secularizaci¨®n o la dispensa sacerdotal. 'Empec¨¦ la carta para pedir que me borraran [de cura]', recuerda ahora, con cierto humor, 'pero cuando llegu¨¦ a los motivos, no pude seguir. ?Qu¨¦ les iba a decir, que me borraba porque me hab¨ªa enamorado? ?No ser¨¢ que lo que habr¨ªa que borrar es la norma que nos prohibe casarnos y ser ejemplo de familia y como padres? Pens¨¦ eso y que las personas, la inmensa mayor¨ªa, nos aceptan porque van al fondo del mensaje de Jes¨²s, no a las circunstancias. Se es buen o mal sacerdote, buen o mal ejemplo de Jes¨²s de Nazaret, y lo dem¨¢s es adjetivo, como ser cura gordo o delgado, o tener los ojos azules o marrones'. ?Dice misa? ?Ofrece a sus fieles los sacramentos? 'Hago lo que la comunidad de cristianos a la que sirvo me pide en cada momento. Y el Evangelio dice que si pide pan, d¨¢selo para que no desfallezcan en el camino. Y me lo pide, es cierto. Lo que importa es lo que piden los fieles'.
Hace 30 a?os un cura en la situaci¨®n de P¨¦rez Pinillos resultaba un esc¨¢ndalo y era expulsado del pueblo, expatriado se dec¨ªa, incluso, adem¨¢s de sufrir un duro aislamiento familiar y personal. 'A mi no me toc¨®, tuve la fortuna de contar con el apoyo de los feligreses y de los compa?eros de sacerdocio, tambi¨¦n el de mi familia. Pero s¨ª, otros sacerdotes no pudieron resistir y pidieron secularizarse y abandonar el sacerdocio. Los que han decidido seguir de esta forma, como en mi caso, son apenas un 10%', afirma. 100.000 curas han tomado la opci¨®n de casarse en todo el orbe cat¨®lico. La Iglesia de Roma tiene 405.000 sacerdotes.
Obispos y cardenales por el celibato opcional
El debate sobre el celibato de los curas cat¨®licos romanos est¨¢ en el origen del cristianismo, aunque el primer papa, el ap¨®stol Pedro, era casado y hubo otros muchos pont¨ªfices que tambi¨¦n lo fueron. Fue san Pablo, el aut¨¦ntico secretario de organizaci¨®n del catolicismo, el que introdujo la idea virtuosa del celibato, aunque con matices. 'Mejor casarse que abrasarse', sostuvo. Hasta que san Agust¨ªn, un rigorista rayano en la obsesi¨®n sexual, proclam¨® el desprecio por el matrimonio y la mujer. Pero las corrientes pro celibato opcional cuentan con el respaldo, expl¨ªcito o impl¨ªcito, de numerosos prelados. As¨ª el cardenal Alo¨ªsio Lorscheider, arzobispo de Aparecida (Brasil), el italiano Alberto Ablondi, obispo de Livorno, adem¨¢s del catal¨¢n Pere Casald¨¢liga, que ejerce en Brasil y con el que P¨¦rez Pinillos ha concelebrado la eucarist¨ªa, anim¨¢ndole a seguir en la brecha hasta el final. 'No entiendo este desperdicio de la Iglesia. Ustedes son un motor perfectamente equipado y lo tenemos aparcado en el garaje', le ha dicho al cura vallecano el cardenal Mendes de Almeida, ex presidente de la Conferencia Episcopal brasile?a.
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