No puede ser tan caro
Propongo la creaci¨®n de una l¨ªnea de autobuses sin paradas fijas ni recorrido estable. A algunas personas no nos gusta que el autob¨²s nos lleve siempre a los mismos sitios. 'Los autobuses del azar' (as¨ª podr¨ªan llamarse) aparecer¨ªan de improviso en tu vida y t¨² te dejar¨ªas llevar por ellos all¨¢ donde quisieran conducirte. De ese modo, explorar¨ªas barrios desconocidos, que nunca se te habr¨ªa ocurrido visitar de otra manera, pero pasar¨ªas tambi¨¦n por calles que forman parte de tu biograf¨ªa, aunque quiz¨¢ hace tiempo que no las recorres. Las calles son como ideas. Si uno piensa siempre las mismas ideas, acaba embruteci¨¦ndose. Lo recomendable es colocarse en una idea familiar y desde ella dar un paso hacia una idea extra?a. La mezcla entre la calle de la que procedes y la que encuentras configura un nuevo territorio mental que oxigena el enc¨¦falo.
No es bueno, cuando se alcanza la ¨²ltima p¨¢gina de un libro, volver a la primera. Por el contrario, conviene llegar al borde mismo de ese volumen y desde ¨¦l saltar a un libro nuevo en cuyo recorrido se puede aplicar la experiencia lectora del anterior. Pocas cosas hay m¨¢s placenteras que errar por una librer¨ªa en busca de ese t¨ªtulo que no has visto anunciado en el peri¨®dico ni te ha recomendado nadie, pero que, apenas te instalas en ¨¦l, te conduce a lugares que no pod¨ªas ni imaginar que existieran. A veces, los libros nuevos te llevan inopinadamente a los antiguos, aunque al volver a ellos por un camino distinto al habitual, los ves de manera diferente. Tampoco es bueno contemplar las cosas siempre con los mismos ojos. Conviene, pues, cambiar de ojos, como se cambia de libro, de idea, de autob¨²s. Hay quien, como Edipo, se los arranca, porque tambi¨¦n en el no ver hay un modo distinto de contemplar las cosas.
El a?o pasado, en la Feria del Libro Antiguo, compr¨¦ un peque?o volumen de Pierre Clausaut, el autor de la c¨¦lebre novela Los objetos me llaman. Se trataba de un libro de relatos de factura muy irregular, aunque hab¨ªa uno (el titulado 'Yo estoy cerca de m¨ª') en el que un individuo que toma todos los d¨ªas el mismo autob¨²s y recorre el mismo paisaje urbano y se baja en la misma parada y saluda a la misma gente, se ve cierta tarde, al regresar del trabajo, sorprendido por un suceso casual que cambiar¨¢ su existencia. El caso es que ese d¨ªa el autob¨²s ha de desviarse de su recorrido habitual debido a unas obras municipales. El protagonista del cuento ve de s¨²bito, a trav¨¦s de la ventanilla, una calle que no conoce, pero que recuerda. Ha comenzado a anochecer y un empleado del Ayuntamiento enciende con un chuzo las farolas de gas cuya luz proporciona una atm¨®sfera fantasmal al conjunto urbano. De las ventanas de las casas, la mayor¨ªa de ellas sin cortinas, sale una luz amarillenta y tenue.
El sujeto se baja hipnotizado del autob¨²s y recorre la calle como liberado del peso de la gravedad. Digamos que se siente a s¨ª mismo como un fantasma que atraviesa un espacio fantasmal tambi¨¦n. Las pocas sombras con las que se cruza llevan el rostro oculto por las solapas del abrigo o la gabardina. Una liger¨ªsima corriente de aire mueve la llama de gas de las farolas y hace que las sombras oscilen adquiriendo posturas algo perturbadoras. El individuo no se dirige a ning¨²n sitio, pero al llegar a la altura de un portal se introduce en ¨¦l. Ve, junto a la escalera, a tres ni?as que juegan con unos papeles alrededor de una vela. Las saluda con naturalidad, sube hasta el tercer piso y llama a una puerta de madera cuyas molduras conoce y no conoce de forma simult¨¢nea. Le abre una mujer que lleva una bata blanca abierta por abajo hasta las ingles y por arriba hasta el comienzo de los pechos.
-Ya has venido -le dice y el personaje del cuento siente que le estaba esperando desde hace varias vidas sin que ¨¦l lo supiera.
La mujer y el hombre caminan abrazados por un pasillo oscuro que recorren en apenas medio minuto durante el cual, sin embargo, el hombre tiene la impresi¨®n de atravesar varias existencias que reconoce, aunque no recordaba...
Tras el encuentro alucinante, el sujeto baja a la calle, coge de nuevo el autob¨²s, que enseguida retoma su trayecto habitual, y regresa a su casa. Al d¨ªa siguiente, las obras han terminado y el autob¨²s no se desv¨ªa. El hombre intenta entonces volver a esa calle misteriosa a pie y no da con ella. Durante el resto de su vida, esa calle ser¨¢ un lugar mental. ?Qu¨¦ le costar¨ªa al Ayuntamiento de Madrid ayudarnos a escapar de las calles habituales, de las ideas habituales, de los recorridos habituales? Crear una l¨ªnea de autobuses sin paradas fijas ni recorrido estable no puede ser tan caro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
