Computaciones
Qu¨¦ lecci¨®n de humildad. Resulta que el otro d¨ªa se puso en marcha el ordenador m¨¢s potente del mundo. Es japon¨¦s, se llama Simulador Terrestre y realiza cuarenta billones de operaciones por segundo, vamos que ser¨ªa capaz de contar las neuronas de todos los habitantes de la Tierra en un pisp¨¢s, poniendo por caso que semejante labor pudiera interesarle a alguien porque neuronas tenemos todos -aunque no lo sepamos-, pero generalmente hacemos como que no. El Simulador Terrestre est¨¢ hecho para derrotar a 4.000 Kasparov juntos, ya que multiplica por otro tanto la potencia de aquel -habr¨¢ que llamarle ya cacharro- Deep Blue que venci¨® al ajedrecista ruso. Ahora que destaca m¨¢s por su cometido. Mientras el segundo del ranking, el Asci White, lo dedica Bush a simular pruebas nucleares, en Jap¨®n van a dedicar su monstruo a estudiar el clima y, c¨®mo no, el cambio clim¨¢tico, tareas que parecen m¨¢s razonables por no decir urgentes; claro que a lo mejor se tiene que acoplar con el otro, digo el at¨®mico, para ver c¨®mo quedaremos.
No tienen desperdicio las reacciones de entusiasmo suscitadas por la decisi¨®n de Idaho
A todo esto se estar¨¢n preguntando que d¨®nde est¨¢ la humildad, porque las cifras del bicho parecen del Botxo. Pues radica en que s¨®lo van a emplear un 20% como mucho de su capacidad. Vamos, que tendr¨¢ que v¨¦rselas apenas con 800 ases del escaque o, lo que es lo mismo, con las neuronas de un casquete, quiero decir terrestre. La verdad es que llama la atenci¨®n que pudiendo lo m¨¢s se conformen con lo menos, pero a lo mejor se trata de algo relacionado con el zen o con Paulo Coelho. Y es una l¨¢stima. Me refiero a que no cunda el ejemplo. Tomemos as¨ª, al azar, el caso de Idaho. Esa C¨¢mara de Representantes que tienen, o lo que sea, podr¨ªa haber votado sobre cosas suyas como el contar ovejas, porque para eso es un estado agropecuario, y m¨¢s si se tiene en cuenta que podr¨ªa haberles ayudado el Simulador Terrestre aunque no el cerebro -electr¨®nico- de Bush, a no ser que se tratara de ovejas radioactivas. Pues no, como se habr¨ªan dormido, digo, contando ovejas, decidieron poner un poco de picante en su vida votando sobre la autodeterminaci¨®n de Euskadi.
Si se hubiera tratado de Toronto, pase, pues para eso es canadiense, o sea con m¨¢s contacto con lo de autodeterminarse. Y conviene tener presente que todos eran de Toronto, como dec¨ªa una obra de teatro de la que desgraciadamente nadie se acuerda. Pero de Idaho s¨®lo son algunos. Ni siquiera los pastores vascos a quienes, lejos de permitirles que voten en la C¨¢mara de Representantes del Estado, o lo que sea, les ense?an c¨®mo tiene que ser la tierra de la que tuvieron que salir y a la que tendr¨¢n que regresar una vez est¨¦n mayores para las ovejas. Aunque tampoco tienen desperdicio las reacciones de entusiasmo que la extravagante decisi¨®n ha causado a domicilio, es decir, entre los devotos de las cosas nuestras, como los pastores, y pastores de almas ellos mismos. No parece sino que les haya bendecido el cielo. En adelante todos se acordar¨¢n de Idaho cuando truene. O de Nevada, que tambi¨¦n es un fen¨®meno meteorol¨®gico con vascos y una C¨¢mara que puede votar.
De todas formas se entiende, lo de entusiasmarse, digo. Despu¨¦s del jarro de agua fr¨ªa que supuso el rechazo de Europa a los diferentes intentos de acerc¨¢rsele unilateralmente, parece razonable que despierte mucho inter¨¦s el apoyo del amigo americano porque, amigo, Am¨¦rica es mucha Am¨¦rica. Seguro que la alegr¨ªa no hubiera sido la misma si la recomendaci¨®n de autodeterminarse hubiera provenido de Burkina Faso. Y, digo yo, si las cosas est¨¢n tan mal en Europa y tan bien en Idaho, ?por qu¨¦ no nos autodeterminamos all¨ª? Cog¨ªamos, nos un¨ªamos a Idaho y le ped¨ªamos que se quitase para que pudi¨¦ramos figurar como una aut¨¦ntica estrella en la bandera americana. A lo mejor ni les importaba que en vez de estrella pusi¨¦ramos un lauburu.
Y se iban a enterar, porque somos un pueblo que trabaja m¨¢s que Espa?a y cuenta con una gente estupenda. Siendo un estado ganadero a lo mejor reciben con el entusiasmo que se debe a nuestro Josu Ternera. De entrada podr¨ªa ir yendo Madrazo, que le ha cogido gusto al viajar, y hacerse el embajador o sea el Simulador Terrestre con sus 40 teraflops. O billones de operaciones por segundo. Suficiente para rodearles. A todos los de Idaho (y de Toronto).
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