Entre las dos Espa?as
El historiador Vicent Comes recupera la denostada figura de Luis Lucia con una biograf¨ªa pol¨ªtica
El 18 de julio de 1936 el ex ministro de Comunicaciones y l¨ªder de la Derecha Regional Valenciana (DRV), Luis Lucia, viajaba en tren con destino a Lourdes (Francia). Durante el trayecto tuvo noticia de la sublevaci¨®n militar que se hab¨ªa producido en distintas partes de Espa?a, y que supondr¨ªa el inicio de la Guerra Civil, pero en vez de seguir su viaje hacia un c¨®modo exilio, se baj¨® del tren y tom¨® otro en sentido contrario. Lucia regres¨® a Valencia, de donde hab¨ªa salido huyendo unos d¨ªas antes, y en el viaje redact¨® un texto de adscripci¨®n a la II Rep¨²blica que fue difundido por radio y publicado en algunos peri¨®dicos. Ese gesto lo convirti¨® en desafecto a ojos del alzamiento, y sin embargo no le mereci¨® la simpat¨ªa del bando republicano.
Fue un desafecto para los nacionales y no tuvo la simpat¨ªa del bando republicano
El mismo sumario elaborado por la defensa sirvi¨® para condenarlo a muerte
?ste fue el principio de un calvario que ahora el historiador Vicent Comes, autor de diversos estudios sobre el carlismo, el catolicismo pol¨ªtico y la DRV, desovilla y recupera para la memoria en el libro En el filo de la navaja, una biograf¨ªa pol¨ªtica de Luis Lucia (Coves de Vinrom¨¤, 1888-Valencia, 1943), publicado por Biblioteca Nueva. El de Lucia constituye uno de los casos m¨¢s dram¨¢ticos, seg¨²n reconoce en el pr¨®logo el tambi¨¦n historiador Hilari Reguer, de lo que Paul Preston denomina 'la tercera Espa?a', una intersecci¨®n de pol¨ªticos moderados que no lucharon en ninguno de los dos bandos y que a menudo, como es el caso de Lucia, terminaron aplastados entre ambas fuerzas.
A finales de 1929, v¨ªsperas de la II Rep¨²blica, Lucia hab¨ªa escrito una serie de reflexiones que publicar¨ªa primero en Diario de Valencia (peri¨®dico que ¨¦l mismo impuls¨® en 1911) y luego agrupar¨ªa en el libro En estas horas de transici¨®n, cuyo contenido constituir¨ªa la base doctrinal y program¨¢tica de un nuevo partido, la DRV, que se registrar¨ªa en marzo de 1930 y demostrar¨ªa una gran capacidad de organizaci¨®n y movilizaci¨®n. Consciente de la diversidad de realidades, Lucia prefer¨ªa, frente a un gran partido monol¨ªtico para toda Espa?a, una suma de aportaciones pol¨ªticas regionales que convergieran en una organizaci¨®n fuerte. Desde esta convicci¨®n, en 1932 propici¨® la creaci¨®n de la Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas (CEDA), organizaci¨®n que ganar¨ªa las elecciones ese mismo a?o y de la que Lucia, junto a Jos¨¦ Mar¨ªa Gil-Robles, fue uno de sus activos m¨¢s importantes. Pero lo que en principio fue compenetraci¨®n entre ambos l¨ªderes se convirti¨® en tensi¨®n en los d¨ªas en que fueron miembros del Gobierno, en los que Gil-Robles ya derivaba de dirigente a jefe, en la m¨¢s pura sinton¨ªa italiana.
En 1936 en la DRV hab¨ªa dos tendencias: la m¨¢s conservadora, que era mayoritaria y apostaba por la insurrecci¨®n militar, y la de Lucia y algunos seguidores, que sosten¨ªan que la soluci¨®n militar no era oportuna y propugnaban un gobierno de concentraci¨®n entre la derecha y la izquierda presidido por Indalecio Prieto. El ruido de sables trajo consigo varios altercados en Valencia que culminaron con un ataque a la sede de la DRV el 11 de julio, en el que Lucia tuvo que salir por piernas con su familia hacia Benic¨¤ssim. El d¨ªa 13, ante el asesinato del ultraconservador Jos¨¦ Calvo Sotelo, algunos miembros de la DRV aconsejaron a Lucia que saliese de Espa?a, y es en ese viaje hacia Lourdes donde conoce la sublevaci¨®n militar, que en Valencia fracasa y provoca un estado de represi¨®n contra su partido.
Pese a su acto de legitimismo republicano, Lucia fue detenido finalmente por miembros de la Federaci¨®n Anarquista Ib¨¦rica (FAI), empezando su camino hacia lo que Comes define como 'la soledad de un inc¨®modo'. De la prisi¨®n Modelo de Valencia pas¨® a la de Barcelona a finales de 1937, cuando el Gobierno de la Rep¨²blica se traslad¨® a Catalu?a, ya de camino hacia el exilio. Con tan mala suerte, que el mismo extenso sumario elaborado por la defensa con declaraciones de destacadas personalidades de la zona republicana sirvi¨® para condenarlo a muerte cuando las tropas nacionales entraron en Barcelona. Las gestiones del influyente Joaqu¨ªn Maldonado y del arzobispo de Valencia, Prudencio Melo, as¨ª como las del cardenal catal¨¢n Francisco Vidal y Barraquer en el Vaticano, lograron que le fuera conmutada la pena por el destierro a Palma de Mallorca.
Lucia, gravemente enfermo, fue autorizado a ser operado en Valencia, donde morir¨ªa la noche de Reyes de 1943. Siendo una de las figuras m¨¢s s¨®lidas de la pol¨ªtica valenciana, sobre su figura cay¨® una espesa sombra de silencio oficial que terminar¨ªa por sepultarle en la ignorancia. Hasta el punto que su reconocimiento es todav¨ªa una asignatura pendiente para la derecha valenciana.
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