Fondos a Gibraltar
La disposici¨®n de la Uni¨®n Europea a destinar fondos comunitarios a proyectos conjuntos de desarrollo en ambos lados de la verja de Gibraltar es un claro indicador de que la f¨®rmula de la cosoberan¨ªa se abre camino en las negociaciones que mantienen Espa?a y el Reino Unido para resolver el contencioso gibraltare?o. Se tratar¨ªa de un paso significativo, avalado por los Quince en la reciente cumbre de Barcelona, con el que se pondr¨ªa fin a la pol¨ªtica de vetos, empleada sobre todo por Espa?a, a la hora de tratar a Gibraltar como territorio de la UE.
Si la cosoberan¨ªa va a ser la f¨®rmula que reemplace el actual estatuto de Gibraltar por un tiempo posiblemente 'indefinido', aunque no 'para siempre', resulta inteligente por parte de los Gobiernos brit¨¢nico y espa?ol propiciar desde ahora un desarrollo conjunto de toda la zona con fondos europeos, lo que supondr¨ªa de hecho la integraci¨®n plena de Gibraltar en la UE con el benepl¨¢cito de Londres y Madrid. La iniciativa responde a un inequ¨ªvoco prop¨®sito pol¨ªtico: apoyar el proceso negociador y hacer comprender a los gibraltare?os que un pacto entre Espa?a y el Reino Unido les puede suponer tambi¨¦n indudables beneficios en el terreno econ¨®mico.
El principal obst¨¢culo, aunque no insuperable, que se opone al pacto es la oposici¨®n mayoritaria de los gibraltare?os a la cosoberan¨ªa. La manifestaci¨®n masiva celebrada el lunes en Gibraltar ha puesto de relieve, una vez m¨¢s, esa voluntad contraria al proceso negociador en marcha. Esa voluntad no puede ser ignorada, entre otras razones porque as¨ª lo exige la Constituci¨®n gibraltare?a que Londres reconoce. Pero tenerla en cuenta en el proceso no significa que pueda sabotearlo y que impida un acuerdo razonable como el que tratan de alcanzar Londres y Madrid. En todo caso, esa voluntad puede ir cambiando libremente si los Gobiernos brit¨¢nico y espa?ol, con la colaboraci¨®n activa de la Comisi¨®n Europea, son capaces de ir creando una red de relaciones humanas y de intereses econ¨®micos comunes entre el Pe?¨®n y el Campo de Gibraltar que favorezca la integraci¨®n y la uni¨®n entre ambas poblaciones.
La pretensi¨®n del ministro principal gibraltare?o, Peter Caruana, de que Londres aplique en Gibraltar la misma pol¨ªtica que en las islas Malvinas est¨¢ fuera de lugar. Son casos distantes y distintos. Los gibraltare?os han de percatarse de que su elecci¨®n pasa en estos momentos por la cosoberan¨ªa o por un statu quo insostenible para Espa?a y Reino Unido, aliados en la OTAN y socios de la UE, cuyo funcionamiento ganar¨ªa si se resolviera la vieja disputa de Gibraltar.
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