Bestial forja de bestias
Las pel¨ªculas de Daniel Calparsoro van de duras -sin serlo m¨¢s que a r¨¢fagas, si se except¨²a la primera, Salto al vac¨ªo, cuyo balbuceo de obra primeriza suda y resuda fiebre de bronca-, pero Guerreros, que es una pel¨ªcula b¨¦lica y belicosa, pero no belicista, sino abierta y fraternalmente pacifista, adem¨¢s de ir de dura, lo es. Y lo es hasta el borde de la n¨¢usea, que anida tras sus brutales y, a su oscura y singular manera, hermosas im¨¢genes.
No prende Calparsoro en Guerreros la mecha de una traca de quietos, sabidos y resabidos golpes de pirotecnia de c¨®mic negro, burro e irreverente, sino que muerde en la escurridiza m¨¦dula de la verdadera dureza de la imagen f¨ªlmica, que es la que se mueve de dentro a fuera y brota -como la erupci¨®n de un salivazo, o de un pu?etazo, entre ojo y ojo- de un saledizo de aspecto inofensivo, pero insospechadamente agresor, de los comportamientos extremos de la gente que llamamos civilizada, si se entiende por civilizaci¨®n, a la manera de Herman Melville, un estado avanzado de la barbarie.
GUERREROS
Direcci¨®n: Daniel Calparsoro. Gui¨®n: Juan Cavestany y D. Calparsoro. Int¨¦rpretes: Eloy Azor¨ªn, Eduardo Noriega, Carla P¨¦rez, Rub¨¦n Ochandiano, Jordi Vilches, Roger Casamajor, I?aki Font. G¨¦nero: b¨¦lico. Espa?a, 2001. Duraci¨®n: 95 minutos.
Una secci¨®n de una compa?¨ªa del Ej¨¦rcito espa?ol integrada, en el verano de 2000, en la KFOR, o fuerza internacional de interposici¨®n y pacificaci¨®n de Kosovo, en la guerra yugoslava, es atrapada, en una misi¨®n de inspecci¨®n, por la tenaza del mortal barrido de un cruce de fuegos en emboscada de una guerrilla fascista de albaneses kosovares. El pu?ado de muchachos espa?oles -creado por un reparto viv¨ªsimo y sin grietas encabezado con empuje por Eduardo Noriega- que han acudido all¨ª para escapar del ahogo ambiental, o del paro, o de la c¨¢rcel familiar, y v¨¦rselas con la bella tarea de edificar ¨¢mbitos de vida sobre los escombros de un pa¨ªs derruido, son bruscamente sometidos a la m¨¢s soez y desnuda ley de supervivencia, la necesidad de matar para vivir. Uno de ellos, interpretado con hermosa delicadeza e intensidad por Eloy Azor¨ªn, descubre que, bajo lo que una necia y arcaica mitolog¨ªa llama forja de un h¨¦roe, se esconde el abismo (o basurero) de la forja de un monstruo moral. Y -a trav¨¦s de un emocionante crescendo deslizado con ¨¢gil ritmo en vibrantes y terribles escenas, como la muerte de la int¨¦rprete albanesa, Sandra Wahlbeck- Guerreros representa con aliento de generosidad, luminosidad y verdad, sin escatimar violencia y horror, nada menos que el loco e instant¨¢neo aprendizaje del hombre humano de la condici¨®n de bestia humana-.
Notable y turbadora pel¨ªcula que, aunque saca cine, y buen cine, de la memoria de otras pel¨ªculas de guerra, no es un filme de g¨¦nero, sino una vigorosa exploraci¨®n con pinta de irrepetible dentro de la enmara?ada respuesta del hombre de orden a la agresi¨®n del supremo desorden. Calparsoro filma esta vez un gui¨®n solvente, una construcci¨®n viva, precisa; y por eso su busca de dureza fragua im¨¢genes graves pero no arbitrarias, llenas de necesidad y fuerza persuasora.
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