Ecos de plomo en Per¨²
Hac¨ªa a?os que Per¨² no viv¨ªa un atentado terrorista de la magnitud del que ha matado el mi¨¦rcoles a 9 personas y herido a una treintena en las proximidades de la Embajada estadounidense. El Gobierno se declara de momento sin pistas sobre los autores de la atrocidad, no reivindicada, que representa una ominosa advertencia ante la visita que George Bush efectuar¨¢ ma?ana a Lima, para reunirse all¨ª con los jefes de Estado andinos antes de viajar a Centroam¨¦rica. La Casa Blanca ratific¨® anoche un desplazamiento que ha adquirido connotaciones especiales tras el coche bomba y la psicosis creada a partir del 11 de septiembre: la capital peruana estar¨¢ tomada por 7.000 polic¨ªas, a los que se a?adir¨¢n los centenares de agentes que acompa?an al presidente de EE UU.
La matanza de Lima, con el sello aparente de Sendero Luminoso, ha tenido, entre otros efectos, el de revivir entre los peruanos las terribles memorias de la violencia extremista de los a?os ochenta y noventa. La llegada al poder el a?o pasado de Alejandro Toledo, tras la corrompida d¨¦cada dictatorial de Alberto Fujimori y su valido Vladimiro Montesinos, supuso un alivio para el maltratado pa¨ªs. Pero muchos viejos problemas subsisten, y los peruanos vuelven a protestar en las calles exigiendo trabajo, una vida menos miserable y el control de la delincuencia. S¨®lo el 25% de los ciudadanos aprueba ahora la gesti¨®n de Toledo, visto el verano pasado poco menos que como salvador de la patria.
El desencanto, sin embargo, no es exclusivo de Per¨². La esperanzada Latinoam¨¦rica de hace una docena de a?os, que parec¨ªa haberse librado a la vez de dictaduras, guerra fr¨ªa y proteccionismo, vive un agudo declive y una notoria frustraci¨®n por lo poco conseguido. Con rara unanimidad, los habitantes del subcontinente parecen haberse hartado de las reformas liberales. La panacea no ha llegado, y en la ¨²ltima d¨¦cada el crecimiento en la zona apenas ha superado el 3% y la end¨¦mica desigualdad social y econ¨®mica no ha hecho sino crecer.
Alejandro Toledo no puede permitirse en este escenario el regreso de la dinamita. Washington est¨¢ en condiciones de echarle una mano, y no s¨®lo prometiendo ayuda contra el terrorismo. Si Bush, primer presidente estadounidense en ejercicio que visita Lima, quiere restablecer el liderazgo estadounidense en la regi¨®n y acallar las crecientes dudas acerca de su compromiso real con los aliados, tiene una ocasi¨®n de oro. Puede comenzar presionando al Senado de su pa¨ªs para que renueve las preferencias comerciales al ¨¢rea andina -Per¨², Colombia, Ecuador y Bolivia-, establecidas en 1991 para ayudar al combate contra el cultivo de la droga y que expirararon en diciembre pasado. Han proporcionado trabajo y bienestar a los pa¨ªses afectados y, pese a su aprobaci¨®n por la C¨¢mara de Representantes, las mantiene bloqueadas un grupito de senadores recalcitrantes. Es el mejor regalo que Washington puede hacer en las presentes circunstancias a Per¨² y sus vecinos.
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