R¨¢canos en Monterrey

La Conferencia Internacional sobre Financiaci¨®n para el Desarrollo se cerr¨® ayer con un texto llamado Consenso de Monterrey, que hab¨ªa llegado a la cumbre precocinado e intocable y que, a falta de objetivos cifrados, supone una magra cosecha. Llenos de buenas palabras, los pa¨ªses ricos se comprometieron sin mayor concreci¨®n a elevar la ayuda al desarrollo, que en la ¨²ltima d¨¦cada redujeron en un 20%.

Las lecciones del 11-S no han sido aprendidas: la pobreza y el abandono a su suerte de pa¨ªses como Afganist¨¢n puede ser aprovechado por grupos terroristas. La creciente desigualdad de este mundo no es soportable a medio o largo plazo. Pero las prioridades de EE UU son hoy otras: las militares contra el terrorismo. A pesar de ello, tanto Bush como la UE, a cuyo Consejo represent¨® Aznar, llegaron a Monterrey con alg¨²n peque?o paso previo: Bush hab¨ªa prometido aumentar en 5.000 millones de d¨®lares los 10.000 millones (un 0,1% de su PIB) que aporta en la actualidad. La UE se comprometi¨® por su parte a pasar del 0,33% del PIB al 0,39%. En ambos casos, muy lejos del objetivo del 0,7% asumido en 1969. El compromiso de los pa¨ªses desarrollados de abrir sus mercados al Tercer Mundo parece un brindis al sol en un momento en que se intensifican las medidas proteccionistas y caen en picado los precios de los productos agr¨ªcolas.

No se podr¨¢ alcanzar as¨ª el Objetivo de Desarrollo del Milenio adoptado por la ONU dos a?os atr¨¢s: reducir a la mitad el n¨²mero de pobres en el mundo. Kofi Annan record¨® en Monterrey que ello exigir¨ªa doblar la ayuda oficial al desarrollo. El secretario general de la ONU asegur¨® que los pa¨ªses en desarrollo no hab¨ªan acudido a Monterrey a pedir 'limosna', pero tampoco los ricos se mostraron dispuestos a darla. El discurso parece ir por otro camino. El new deal global de Bush pretende condicionar la ayuda a reformas internas pol¨ªticas y econ¨®micas de los pa¨ªses receptores, un 'ay¨²date a ti mismo y el capital te ayudar¨¢'. El Consenso de Monterrey plantea 'seis ejes de intervenci¨®n': movilizar los recursos nacionales y los internacionales, desarrollar el comercio exterior, reforzar la cooperaci¨®n t¨¦cnica y financiera, aligerar la deuda externa de los m¨¢s pobres y reforzar la coherencia de los sistemas monetarios, financieros y comerciales internacionales. Pero de cifras, nada.

Programas con 'rostro humano', pidi¨® el anfitri¨®n Fox; Chirac incluso plante¨® un impuesto global contra la pobreza, mientras que Castro dio un portazo y regres¨® a Cuba tras acusar al neoliberalismo de practicar el 'genocidio'. Una gran novedad es que en Monterrey se haya empezado a hablar de 'bienes p¨²blicos globales', un reconocimiento de que los Estados por s¨ª solos no bastan para crear infraestructuras necesarias para el desarrollo.

Cumbres como la de Monterrey pueden parecer in¨²tiles. Pero, pese a sus limitaciones, ayudan a ampliar la conciencia global sobre el problema de la pobreza. De no haberse convocado, ni EE UU ni la UE se hubieran comprometido a los pasitos que dieron unos d¨ªas antes. Es m¨¢s que nada. Pero, a todas luces, insuficiente.