Una naci¨®n en estado de negaci¨®n
Necesitamos el nuevo Tribunal Internacional de la ONU y que EE UU se una a ¨¦l y se someta a su jurisdicci¨®n
Siempre que estoy en Belgrado, voy a ver a Dule. Dule es un ex comandante del Ej¨¦rcito yugoslavo: bajo, gordo y una espeluznante antolog¨ªa del resentimiento serbio. Le conoc¨ª cuando a¨²n estaba fresco el recuerdo de la matanza de musulmanes bosnios en Srebrenica. Me dijo que en Srebrenica, 'los musulmanes mataron a musulmanes'. Seg¨²n explicaba, las fuerzas serbias estaban echando a los musulmanes y a los musulmanes les entr¨® el miedo, por lo que empezaron a matarse entre s¨ª.
Mientras tanto, dijo, los serbios ten¨ªan definitivamente que permanecer fieles a Slobodan Milosevic. ?Pero no acababa de falsificar el gran l¨ªder los resultados de las elecciones? S¨ª, pero no hab¨ªa sido Milosevic, 'sino la gente de su entorno'.
Mientras haya s¨®lo dos tribunales internacionales, sobre la antigua Yugoslavia y Ruanda siempre quedar¨¢ la sospecha de favoritismo
Seg¨²n el presidente Kostunica, la historia se est¨¢ escribiendo en La Haya, y los serbios deben intervenir para asegurarse de que se escribe correctamente
Serbia tiene una comisi¨®n de la verdad muy rara, compuesta por eruditos para que hagan una investigaci¨®n hist¨®rica de la compleja divisi¨®n de la antigua Yugoslavia
Era fascinante ver c¨®mo sus opiniones iban cambiando con el paso de los a?os, y con ellas, sus recuerdos personales. Tres d¨ªas despu¨¦s de la ca¨ªda de Milosevic, Dule era totalmente civil y proeuropeo, como un hombre que de repente se hubiera recuperado de la locura. Vaya, si Montenegro tambi¨¦n quer¨ªa abandonar Serbia, pues le parec¨ªa bien. Al fin y al cabo, me asegur¨®, 'Milosevic era montenegrino'. (Y despu¨¦s de 1945, los alemanes dijeron que Hitler era austriaco).
Hace 15 d¨ªas volv¨ª a Belgrado. Todo aqu¨¦l con quien me cit¨¦ hab¨ªa estado viendo a Milosevic defenderse ante el tribunal en La Haya, midi¨¦ndose con la fiscal Carla del Ponte: el espect¨¢culo de Slobo contra Carla, todo un culebr¨®n. Dule, tambi¨¦n. Estaba en cama con gripe por lo que no pod¨ªa recibirme, pero me dio su opini¨®n por tel¨¦fono. Me dijo que el juicio de Milosevic era una deshonra. Jam¨¢s se hab¨ªa hecho comparecer as¨ª a un jefe de Estado ante un tribunal. Milosevic estaba haciendo un trabajo magn¨ªfico: 'Est¨¢ luchando, y yo le admiro'. Aunque, a?adi¨®, 'ya sabe que nosotros nunca apoyamos a Milosevic'. (Por supuesto, por supuesto, ?pero podr¨ªa recordarle lo que anot¨¦ el s¨¢bado 8 de marzo de 1997 en la p¨¢gina 5 del cuaderno que tengo abierto ante m¨ª mientras escribo?).
Una vez m¨¢s, Dule habla en nombre de gran parte de Serbia. En una encuesta reciente, el 42% de los entrevistados daban un cinco sobre cinco a Milosevic por su actuaci¨®n en el Tribunal de La Haya. M¨¢s de dos tercios dijeron que el tribunal ten¨ªa un prejuicio contra Serbia, y m¨¢s de la mitad no pod¨ªa -o no quer¨ªa- nombrar ni un solo lugar en el que los serbios hubieran cometido cr¨ªmenes de guerra. Es una naci¨®n en estado de negaci¨®n, atrapada en una narrativa de su propio victimismo.
El problema para los serbios cultos es que el juicio de Milosevic est¨¢ reforzando actualmente esa negaci¨®n y s¨ªndrome de victimismo, en lugar de sacarla a la luz. La gente como Dule, que culpa menos a Milosevic por emprender las guerras de la sucesi¨®n yugoslava que por perderlas, ahora le ve como un valiente que combate por Serbia contra un mundo empe?ado en tomar represalias. Incluso hay cierto peligro de que se produzca una reacci¨®n violenta contra el Gobierno serbio reformista que le entreg¨® a La Haya.
Enfrentarse al horror
?Significa esto que el juicio es un error? Desde luego que no. Cabe la esperanza de que pudiera tener el efecto secundario beneficioso de forzar a los serbios a enfrentarse a las cosas tan tremendas que se hicieron en su nombre durante la ¨²ltima d¨¦cada. Pero ¨¦se no es el objetivo principal. ?ste consiste en establecer una norma y un precedente internacionales, seg¨²n los cuales los delitos de extrema gravedad y gran escala, conocidos como cr¨ªmenes de guerra o cr¨ªmenes contra la humanidad, siempre ser¨¢n perseguidos en todas partes. No habr¨¢ ning¨²n F¨¹hrer o Duce, ning¨²n Pinochet, Am¨ªn o Pol Pot que pueda volver a sentirse protegido del alcance del derecho internacional por las puertas palaciegas de la soberan¨ªa. Puede que se necesiten a?os, pero el mundo le perseguir¨¢ y le obligar¨¢ a rendir cuentas.
Por esta raz¨®n, el tribunal tiene que ser imparcial y debe estar por encima de toda sospecha. Carla del Ponte ha investigado los actos cometidos por miembros del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo, y se esperan algunos procesamientos. Los fiscales tambi¨¦n han investigado los bombardeos de la OTAN contra civiles, pero su conclusi¨®n fue que no pod¨ªan calificarse de cr¨ªmenes de guerra. Sin embargo, mientras haya s¨®lo dos tribunales internacionales, sobre la antigua Yugoslavia y Ruanda, siempre quedar¨¢ la sospecha de favoritismo. Por eso necesitamos el nuevo Tribunal Penal Internacional de la ONU, y necesitamos que el pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo, Estados Unidos, se una a ¨¦l y se someta a su jurisdicci¨®n.
Incluso entonces, dudo que un juicio as¨ª tenga el efecto deseado en Serbia. Algunos dicen que, a la larga, las pruebas presentadas ante el tribunal acabar¨¢n filtr¨¢ndose en la conciencia nacional. Como m¨ªnimo, habr¨¢ determinados hechos que ser¨¢n m¨¢s dif¨ªciles de negar. Y es verdad que los estudiantes de hoy siguen aprendiendo sobre los cr¨ªmenes nazis por los archivos del tribunal de N¨²remberg. Pero tambi¨¦n es verdad que el tribunal de N¨²remberg produjo en la Alemania de posguerra precisamente la clase de reacci¨®n defensiva que hoy vemos en Serbia. La 'justicia de los vencedores' no es la mejor forma de que un pa¨ªs derrotado afronte su responsabilidad hist¨®rica.
Entonces, ?cu¨¢l es? Creo que la respuesta es una comisi¨®n de la verdad bien hecha. Es un modelo que se ha probado y verificado en pa¨ªses desde Chile hasta Sur¨¢frica, en el que la gente afronta su propia responsabilidad en un examen de conciencia abierto. Serbia tiene ahora una comisi¨®n de la verdad, convocada por el nuevo presidente del pa¨ªs, Vojislav Kostunica, elegido democr¨¢ticamente. Pero es una comisi¨®n de la verdad muy rara, compuesta principalmente por eruditos a los que se ha encomendado una investigaci¨®n hist¨®rica de toda la compleja divisi¨®n de la antigua Yugoslavia.
Seg¨²n me dijo Kostunica cuando hablamos durante mi reciente visita, la historia se est¨¢ escribiendo en La Haya, y los serbios deben intervenir para asegurarse de que se escribe correctamente. Correctamente, para ¨¦l, quiere decir con exactitud y -aqu¨ª est¨¢ el quid de la cuesti¨®n- con un reparto equitativo de las culpas a otros, ya sean croatas, bosnios, estadounidenses o brit¨¢nicos, por su parte en la tragedia. Lo que ¨¦l busca no es el teatro p¨²blico de una comisi¨®n de la verdad al estilo surafricano, con dram¨¢ticos enfrentamientos entre v¨ªctimas y torturadores, llorosas confesiones de polic¨ªas secretos, reconciliaciones exigidas e incluso puestas en escena por el arzobispo Tutu. No, dice Kostunica, 'no queremos culebrones'.
Esto me parece mal en dos sentidos. Primero, el punto de partida moral b¨¢sico de los pa¨ªses que se enfrentan a un pasado dif¨ªcil deber¨ªa ser centrarse en lo que su propia gente ha hecho, no en lo que otros le hayan hecho a ellos. Cierto es que la cosa se complica por el hecho de que lo que antes era Yugoslavia ahora son muchos pa¨ªses distintos. Pero el principio se mantiene: los serbios deber¨ªan hacer frente a lo que los serbios han hecho a los dem¨¢s (y a otros compatriotas serbios); los croatas, a lo que los croatas han hecho; los bosnios, a lo que los bosnios han hecho, y, s¨ª, los brit¨¢nicos, a lo que nosotros hayamos hecho -o dejado de hacer- en la terrible ¨²ltima d¨¦cada de los Balcanes.
Barreras psicol¨®gicas
Pero, en segundo lugar, est¨¢ mal porque s¨ª que hace falta la emotividad del teatro p¨²blico, incluso el culebr¨®n, de una comisi¨®n de la verdad al estilo surafricano para atravesar las barreras psicol¨®gicas de la negaci¨®n, inmensamente fuertes. Esas barreras son especialmente resistentes cuando las personas se sienten v¨ªctimas de la historia, y la mayor¨ªa de los serbios se sienten as¨ª. Porque, ?c¨®mo puede una v¨ªctima ser tambi¨¦n el perpetrador?
Fue precisamente el culebr¨®n estadounidense de la d¨¦cada de los setenta, Holocaust, lo que por fin consigui¨® que los alemanes de a pie se dieran cuenta, por medio de personificaciones y adaptaciones teatrales, del verdadero horror del Holocausto. Hoy, los serbios tienen un culebr¨®n hist¨®rico en las pantallas de sus televisores: el espect¨¢culo de Slobo y Carla desde La Haya. Necesitan otro con urgencia: un reality show de producci¨®n nacional. Hasta que no lo tengan, la gente como Dule no empezar¨¢ a afrontar los hechos y a recordar.
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